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Caso Nisman: lluvia de amenazas y un alarmante "esto aún no empezó"

Periodistas de todo el mundo llegan a Buenos Aires como no se veía desde la guerra de las Malvinas. El presagio fatalista que se viene.

Paolo Manso es un periodista de varios medios gráficos italianos,  trabaja como corresponsal desde San Pablo cubriendo todo América Latina. Le avisaron que se quedara en Buenos Aires para estar presente frente a lo impredecible que está por ocurrir en la Argentina.

Nos llama y con su perfecto castellano nos pregunta: "¿Qué quiere decir eso que el caso Nisman aún no comenzó?".

Se nos hace un nudo en la garganta y no es fácil explicar el significado de vivir en un país alienado hasta la esquizofrenia.

Un pequeño gran dato que asusta. Ramón Allan Bogado, señalado en el escrito de Alberto Nisman como contacto del gobierno con los referentes iraníes, fue negado por el gobierno que evitó contar un detalle. Los jefes del espionaje argentino le dieron la orden de trabajo por escrito y un teléfono de contacto que fueron depositados por Bogado en una escribanía a principios de enero. En ese celular está archivado los registros de llamadas entrantes y salientes de los últimos años,  el juez Ariel Lijo puede verificar el historial de los vínculos de Argentina con Irán en la caja fuerte de esa escribanía (¿porteña o de Misiones?).

Pero algo más, los hijos de Bogado fueron amenazados este último fin de semana cuando supuestamente nadie tenía forma de comunicarse con ellos.

El eslabón de la cadena entre Buenos Aires y Teherán es precisamente este misionero que ahora tuvo que desprenderse de sus hijos enviándolos a distintas direcciones del país e incomunicarse con ellos para resguardar sus vidas.

El dato claves que este ejemplo demuestra es que hay muchas personas haciendo espionaje detrás del caso Nisman. Casi un ejército de espías persiguiendo llamadas, ubicación de personas claves y augurando un verano más que caliente.

Los rumores más fuertes es que Argentina, Venezuela e Irán triangulaban intercambio de energía nuclear (los científicos nuestros están entre los mejores del mundo), y ese es el tema de fondo y no el asunto de la compra/venta de granos y petróleo.

Diga lo que diga la autopsia y los análisis toxicológicos, para el imaginario popular a Nisman lo mató el gobierno y no hay vuelta de hoja. Pudo haber sido algún sicariato de Israel, Estados Unidos o Inglaterra, países que se benefician cortando el hilo de contacto argentino-iraní.  Pero la calle piensa otra cosa y lo que sirve es eso de "Vox Populi Vox Dei" (La Voz del Pueblo es la Voz de Dios).

¿Cómo se le pasó por alto a la Justicia argentina secuestrar las computadoras de Lagomarsino y analizar su contenido?

La muerte del fiscal fue tan conmocionarte que es natural pensar que a la fiscalía la magnitud del episodio la superó ampliamente.

La cara de terror del transportista del arma fatal y lo que dice su abogado Rusconi de las amenazas recibidas por Lagomarsino y su familia también son claros indicios que algo feo sigue ocurriendo en lo que algunas llamamos el "caso JFK" de una república bananera llamada la Argentina. Hasta de refilón nos enteramos que en esos edificios de lo que se creía la seguridad de Puerto Madero, hay instaladas 160 cámaras de monitoreo pero apenas si funcionan menos de la mitad.  ¿El Truman Show nuestro?

Los corresponsales del mundo llegan a Buenos Aires a la espera de nuevas fatalidades. Y ojalá estén equivocados.

Nos merecemos algo mejor de esta parodia que nos toca vivir.