DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Brasil y China, los gigantes también en su laberinto

Por Marcelo Cantelmi* Dos de las naciones que motorizaron el mayor crecimiento de la economía mundial de los últimos años evidencian algunos signos de fatiga y desaceleración de su marcha.

Brasil y China se encuentran actualmente en una dimensión similar pero diferente de la que han venido habitando, en la que estos colosos interactuaban, estimulando la economía cada uno en su espacio y entre ellos. Un proceso que ha goteado en niveles inferiores con países como Argentina, Perú o Paraguay beneficiados de esa alquimia . Aquellos dos gigantes, el sudamericano y el asiático, justamente son los principales socios comerciales de nuestro país y la razón que explica los números del crecimiento "chino" de estos años en toda la región.

La dimensión diferente actual es la que comienza a dibujar cierta coincidente fatiga del modelo.

En ambas estructuras nacionales se está comenzando a presionar el freno para enfriar la economía, ante el peligro de que pueda hacer agua debido a la inflación . Esas medidas de restricción del crecimiento tienen, claro, costos que van a teñir los próximos años modificando paradigmas que hasta hace poco se creía que habían llegado para siempre.

Dilma Rousseff, la presidenta brasileña ahijada de Lula da Silva, acaba de amplificar el control sobre su gobierno , relevando a su ministro jefe del Gabinete, el médico liberal y ex marxista Antonio Palocci, un hombre muy vinculado con su predecesor. Lo debió hacer a disgusto, presionada por la oposición que involucró a ese histórico dirigente en un complicado e insalvable litigio de corrupción. Pero eligió para ese lugar una figura entre la tropa que le es más leal, la senadora Gleisi Hoffman. No sólo el relevo sino ese nombramiento generó un temblor en la alianza que el PT de Dilma mantiene con la principal fuerza política del país, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño . Esa organización recela de que no fue incluida en el proceso de la designación.

La pelea no es sólo por nombres, es por poder.

Desde ese cargo se diseña el modelo en su nervio más fino como es la estrategia del gasto, un punto doblemente clave en épocas de ajuste cuando es aún más clara la noción de que es desde la economía que se construye la política.

Brasil, al revés que otros países que fueron perdiendo disciplina fiscal, tiene las cuentas en orden, con un superávit primario de 3%. Ha crecido y lo hizo con políticas sustentables.

Pero la inflación ha escalado desde 4,2% en octubre de 2009 a 6,5% hoy, ligeramente por encima de los niveles máximos previstos por el Banco Central con aumentos especialmente impactantes en los servicios. Para frenar esa escalada, se apeló al camino ortodoxo de elevar a los cielos la tasa de referencia por ahora en 12,25% y con promesa de seguir escalando: estaba en 10,75% en enero. Parece una sobrerreacción. El nivel actual es nada menos que el doble de la inflación, y casi once o doce veces más que el costo del dinero en Japón, la zona euro o EE.UU . El enojo de industriales y sindicalistas se explica.

Rousseff puede quedar en una trampa. Si se sigue por ese camino recesivo, el país perderá productividad ya amenazada por la sobrevaluación del real. Asimismo, bajar la inflación y contener esa tasa que alimenta una bicicleta descomunal, implicaría tarde o temprano ajustar el cinturón fiscal en rubros que ya estamos viendo en Europa como el aumento de la edad de retiro o la reforma de la legislación que liga el incremento de las jubilaciones con el del sueldo mínimo para evitar la exposición del Estado.

De lo que se trata claramente es de quién va a pagar la factura.

Gran parte del éxito de Lula fue la inclusión no clientelar en el mercado del trabajo de amplias capas de desposeídos, con lo que aumentó hasta casi 50% de la población el espacio de la clase media. Un efecto directo de esas medidas ha sido la reducida tasa de desempleo, hoy en 6,4%. Esas políticas entrarán en zona de riesgo si el Estado además de encarecer el dinero reduce sus gastos (13% más altos que el año pasado).

Es un declive suave pero irreversible.

El Banco Central advirtió que estas políticas restrictivas serán prolongadas.
No es difícil adivinar sus efectos. El aumento de la tasa encarecerá el crédito o lo anulará y el país que creció 7,5% en 2010 concluiría este año con 4%. Eso se debe a que la industria ya está bajando su actividad porque le cuesta fondearse. Brasil entonces comprará menos.
La disputa comercial con Argentina tiene ese trasfondo porque el socio más grande puja por abrir mercados para sus bienes pero preserva los propios.

China es otro fenómeno de plano inclinado suave pero definitivo: para bajar una inflación de solo 5,6% experimenta un proceso de retracción de casi un punto en el crecimiento respecto al año pasado (de 10,3 a 9,7) pero con la amenaza de una burbuja inmobiliaria "que si estalla sacudirá la economía mundial", advierte el Financial Times . Sucede que tras el estallido de la crisis global de 2008 el gigante asiático devino en el mayor destino de inversiones privadas, con flujos que según el Instituto Internacional de Finanzas, alcanzaron los US$ 250 mil millones en dos años. Ese capital en gran parte especulativo, no fue a los bancos como en Brasil, sino al sistema inmobiliario en un país que planea construir los próximos cinco años 40 millones de viviendas para familias pobres.

Para que se entienda de qué se está hablando, debe tenerse en cuenta que el negocio inmobiliario ha sido el origen de 30% de las fortunas de la tribu de multimillonarios chinos.
Nouriel Roubini, el economista norteamericano que ganó fama al pronosticar aquel estallido global de 2008, cree que China se encamina a una crisis similar a la de los tigres asiáticos de 1997-98 y fija una fecha probable en 2013. Lo explica en que junto con aquella masa de dinero, el país invirtió cifras espectaculares para preservar su crecimiento, causando una sobrecapacidad extraordinaria ahora excedente e imposible de ser reinvertida con "rutas enormes que no van a ninguna parte, miles de colosales edificios para los gobiernos central y de las provincias, o modernísimos pueblos fantasmas ...".

Son sombras que no solo oscurecen el futuro de estos gigantes. Se proyectan en el lugar de un viento de cola que puede cambiar muy velozmente a sólo una leve brisa de una tarde de verano.