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Belsunce: hablan los hijos de Hurtig y Bártoli

Por primera vez, Francisco y Tomás rememoran con profundo dolor lo que pasó el día del crimen del que fue víctima su tía. ¿Cómo era su relación con ella? ¿Qué sienten y qué piensan estos dos jóvenes cuyos padres pueden terminar, de pronto, entre rejas. La defensa de £ la pareja en un momento crítico.

Hasta ahora habían guardado estricto silencio. Nunca pronunciaron palabra acerca del asesinato de María Marta García Belsunce, la tía Pata, como la llamaban en la intimidad familiar.

Cuando la masacraron de cinco balazos en el cráneo, aquel trágico 27 de octubre de 2002, tenían 10 y 13 años, respectivamente. Hoy, Francisco (18) y Tomás (21) decidieron salir a contar su verdad.

Son conscientes de que la libertad de sus padres, Irene Hurtig (49) y Guillermo Bártoli (49), pende de un hilo.

Es que el jueves 12 de mayo, los fiscales de Pilar Daniel Márquez y Leonardo Loiterstein pidieron la detención de su mamá, por considerarla coautora del homicidio calificado de su hermana. Y además, como si fuera poco, el miércoles 18, cuando comience el juicio por encubrimiento, la fiscal Laura Zyseskind cambiará la acusación contra Guillermo, de encubridor a coautor.

Es que estos auxiliares de la Justicia entienden que el viudo de la víctima, Carlos Carrascosa (66) -ya condenado a prisión perpetua-, Hurtig y Bártoli se confabularon para matar a María Marta. El panorama es sombrío para la familia. Sin embargo, ellos confían en que van a torcer este difícil presente.

"Simplemente porque no mentimos", comienza diciendo Francisco, el menor, el más mimado por su tía, sentado en el living de su casa del country Carmel, el mismo donde ocurrió la tragedia. "El día que ¡a mataron, yo al mediodía había ido a comer al Club House. Volví para ver el River-Boca. No me olvido más. Me crucé con mi tía María Marta en la cancha de tenis, que jugaba con la esposa de Binello, otro vecino, y me escondo. Porque en ese momento, a mis nueve años, saludar era un garrón, un quemo. Y vengo a casa. Estaban mis padres, Diego Piazza con la novia, mi tío Carlos -Carrascosa- Vimos el partido. Ri ver perdió 2-1 por culpa de Delgado. Ihta pasó un rato y se fue; también se retiró Diego con su novia. Y nos quedamos con papá, tío Carlos y mamá, que se sentía nial y se fue a la cama. Mi hermano Tomás ¡a acompañó. Nosotros nos quedamos viendo Independiente-Central. Cuando mete el gol Lucho Figueroa, River queda sin chances de salir campeón y yo también dejo de mirar y me voy a la cama. Mi tío Carlos se va en el entretiempo; le grita 'iChau, Gorda!' a mi vieja, ¡lipa sube al dormitohoy nos quedamos los cuatro en el cuarto. A los pocos minutos suena el teléfono. Mi viejo atiende, se cambia rápido y se va. Mamá, que siempre tarda un montón, también sale enseguida. Al rato viene el viejo, nos abraza a los dos y nos dice que la tía había tenido un accidente. Piazza nos llevó a su casa. Comimos unas milanesas ahí, fuimos al velorio y nos quedamos a dormir en lo de Diego".

Mientras lo cuenta, Francisco mueve sus piernas de uno a otro lado del sillón. El momento es tenso. Irene, su madre, se lleva las manos a la cara. Guillermo, su padre, camina nervioso. Hay calma hasta que Tomás rompe el hielo: "Mi hermano lo cuenta perfecto.

Vimos Boca-River, después algo de Independiente- Central, y el tío Carlos se fue. Me acuerdo que nos metimos los cuatro en la cama con mamá y papá. Yo tenía 13 y andaba todo el día jugando por ahí.

Entonces, siempre que llegaba, mi viejo me decía: 'Si vas a meterte a ver tele con nosotros, por lo menos lavate las patas'. Fui a hacerlo, y cuando volví para estar todos juntos, Eran me dijo que papá y mamá habían salido corriendo porque sonó el teléfono y dijeron que la tía había sufrido un accidente, que estaba sangrando. Y nosotros nos quedamos solos ahí, con la empleada que había venido para trabajar el fin de semana. Dijeron que le salía sangre de la nariz. Después pasó el tiempo, no sé cuánto, y nos enteramos que había fallecido. Piazza nos lleva a su casa, hasta que llegó mi abuela".

-Y hoy, frente al panorama que les toca enfrentar, ¿qué piensan? Francisco: Siento mucha angustia, porque amaba mucho a mi tía y no la tengo más. A mí y a mi mejor amigo nos llevaba todas los días al colé. ¿En qué cabeza puede caber que ellos la mataron? Los que piensan así es porque no nos conocen. Cuesta escuchar a mucha gente que habla de nuestra familia sin siquiera haber leído nada de la causa y sin importarle que nuestros padres puedan ir presos -A propósito, ¿cómo se sientenfrente a la posibilidad de que sus padres puedan terminar tras las rejas? Tomás: No tengo ningún miedo de lo que pueda pasar.

Si mis viejos van presos, yo voy a estar al lado de ellos hasta el final. Sé perfectamente qué pasó. A mí nadie me va a contar quiénes son mis padres y cómo actúan frente a la vida. Son personas ejemplares, papás maravillosos.

Francisco: Quizás algunos piensan que con que ellos dos vayan presos, esto se va a terminar, y nada que ver.

Afá hay hijos, primos, y todos unidos vamos a seguir luchando para que se sepa la verdad y hasta que esto se aclare. Yo estudio Derecho, y nunca voy a darme por vencido. Quiero que me digan quién mató a mi tía. Yo me sé toda la causa, leo y leo, y no entiendo todo lo que armaron. Es más, cuando me dicen algo del caso o de mi tía, contesto: "Toma, leé esto y después hablamos". Nadie piensa que está arruinando una familia: hijos, sobrinos, tíos, abuelos, nietos, padres.

Pero somos muy unidos y nos queremos demasiado como para entregarnos.
Guillermo Bártoli lo escucha ensimismado, pero no puede evitar romper en llanto. Por eso gira de repente, para que no lo retraten desencajado.

Enseguida se recupera y vuelve al centro del living.
Irene Hurtig restrega sus manos y agacha la cabeza. El clima es más que tenso. Afuera no hay ruidos. La tranquilidad del barrio privado abruma en pleno mediodía. El silencio es atroz.
"Nuestros padres no sólo no mataron a María Marta, la amaban", coinciden los chicos. Mientras, Guillermo abraza fuerte a Irene y dice a voz en cuello: "En la investigación no surgió ni un amante, ni una infidelidad, nadie que pueda decir que Carlos y María Marta se llevaban mal; tenían una vida fenómeno". Por su parte, Irene eleva la voz: "No se pueden usar frases sueltas para acusar a alguien nada menos que de homicidio. Yo insisto, y les pido a los jueces honestos que tiene este país, que se comprometan con el caso, porque no tienen pruebas para acusarnos, no hay móvil, ni arma, el ADN de todos nosotros dio negativo. Estamos desesperados, porque nadie nos escucha".

-¿Son conscientes de que los fiscales basan la acusación contra ustedes en una pericia de voz que auditó Gendarmería, donde según ellos se los escucha hablar de fondo en lo que ellos grafican como la escena del crimen? Hurtig: Primero te digo que no está constatado que sea mi voz. De hecho, el fiscal Loiterstein lo admitió en los medios. Sin embargo, también dijo algo inexplicable: "Hay una serie de inferencias que determinan que la mujer -por Irene Hurtig- no estaba ubicable en otiv lugar del country". Con esas pruebas me acusa; es un papelón.

Bártoli: Pidieron la detención de Irene después de que ni siquiera estuviera imputada, justo antes de que se inicie el juicio por encubrimiento que comienza el miércoles 18, para que no pueda testificar. La causa estuvo parada cuatro años. Forzaron las pruebas para que encajaran como a los fiscales les convenía. Todo para defender la teoría que puso en marcha el fiscal original de la causa, Diego Molina Pico, que tiene un encono personal con la familia porque creyó que le mentimos. Y nada que ver: siempre tratamos de ayudar. ¿A vos te parece que gente con una vida intachable de repente enloqueció y mató a María Marta? Y el resto de la familia, si tuviese alguna duda sobre nosotros, ¿nos defendería? -También cuesta entender que haya un complot de toda la Justicia contra ustedes por defetuler lo que una vez sostuvo un fiscal.

Bártoli: La verdad es que no sabemos qué pasa, pero muy pocos funcionarios judiciales buscaron la verdad.
Te puedo nombrar dos: el juez Rizzi y el fiscal Aquino.
Al resto no le interesó.

Hurtig: Este es un juicio mediático, no jurídico.
Nosotros creímos en la Justicia y mira cómo nos está yendo. Buscaron darle una respuesta a la sociedad, interpretando la prueba como quisieron. Hay intencionalidad de acusarnos más allá de la verdad.

Bártoli: Es corrupción pura. Por favor, que alguien investigue en serio. Hay funcionarios que cometieron deficiencias importantes. Y lo peor de todo, no tienen pruebas concretas contra nosotros.

-Insisto, ¿no es exagerado pensar que hay jueces y fiscales que se van a inmolar por defender lo que sostuvo el Tribunal de Casación que condenó a Carrascosa a prisión perpetua? Hurtig: Nosotros somos gente buena, que de la noche a la mañana aparecemos como coautores de un asesinato. Llevamos en el alma el dolor del crimen de mi hermana y además nos acusan de haberlo cometido. Es demencial. Nunca nos pudieron comprobar nada. Sólo hacen elucubraciones y se toman de palabras sueltas de una grabación como "vamos, tócala, etcétera", para decir nada menos que actuamos distribuyéndonos tareas. El Tribunal de Casación que condenó a Carlos sostuvo esto. ¿De qué están hablando? Si mi cuñado llamaba a OSDE para pedir la ambulancia... ¿Cómo hace para matar y pedir ayuda a la vez, alertando de la situación? ¿Es un tonto? -Ambos sostienen que colaborando en la resucitación de María Marta ese día estuvo la masajista Beatriz Michelini. Ese testimonio es clave en el juicio para saber qué rol cumplieron ustedes en aquel terrible momento.

Bártoli: Sí, confiamos en que Michelini diga su verdad. Yo sé que es una persona de bien y que hizo lo inhumano para salvar a María Marta.

Hurtig: No tienen ningún motivo para detenerme. Me imagino que el juez va a leer la causa para decidir o no mi prisión. No les voy a aceptar a estos fiscales que me imputen nada menos que el homicidio de mi hermana. Que se laven la boca antes de decirlo.