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Asesinos por naturaleza - El prófugo de Ezeiza muerto en la Triple Frontera

Fue el organizador de la fuga novelesca junto a su cómplice aún prófugo. Secuestros y crímenes al límite de lo imaginable.

Renato Dutra Pereira terminó su carrera criminal como era previsible. Lleno de plomo policial, aunque pudo haber sido asesinado por sus ex cómplices que también lo buscaban para ajustar sus cuentas en un mundo de traiciones como pocas veces registra la historia policial.

Junto a otro brasilero con quien compartió bandas delictivas varias, Thiago Ximénez (o Antonio Mateo Batista), fueron los organizadores de aquella fuga novelesca del Penal de Ezeiza.

Los investigadores de aquella evasión comprobaron que el túnel fue cavado de afuera hacia adentro, y no desde la celda hacia el exterior. Se utilizaron herramientas de precisión y hasta un GPS para obtener la orientación exacta hacia donde estaba la celda de los dos brasileros. Sólo se pudo hacer teniendo los planos del penal de Ezeiza y la complicidad del personal del Servicio Penitenciario, no de todos, pero sí de algunos jerarcas de alto nivel. Un guardia o agente de bajo rango no accede a los planos de esa construcción de máxima seguridad.

Después de hacer el pozo original en el mismo predio, taparon el agujero con una carpeta de césped sintético para disimular mientras seguían cavando hasta llegar a la celda de los dos brasileros.

Los investigadores policiales reconstruyeron la casi totalidad del proceso, sólo les quedó la duda de la participación interior de los presos en la excavación.

Las herramientas de precisión (entre ellos un aparato conocido como "flecha láser") estaban afuera y nunca ingresaron al penal, y los cómplices que actuaron eran parte de la banda de Dutra Pereira y Ximénez. Si el boquete en la celda era de un tamaño pequeño y dio lugar a suponer que algunos presos pudieron haber salido por la puerta de Ezeiza y el túnel fue sólo una excusa, fue una hipótesis que descartaron los investigadores y la justicia. Sólo que nunca tomó estado público esta investigación porque comprometía a la red de jefes penitenciarios y políticos de "La Cámpora" después de aquel absurdo proyecto del ya inexistente "Batayón Militante".

Alguna vez nos llamaron delirantes por contar esta historia como realmente sucedió, con esos condimentos de película que parece que sólo existe en Hollywood. Pero lo nuestro es contar la verdad y no querer quedar bien con los que imaginaron otra situación. Complicidades a granel, ingeniería y logística de primera, también.

Es que Dutra Pereira y su socio no eran delincuentes del montón. Fueron los iniciadores de una modalidad criminal temeraria pero que les reportó en Brasil pequeñas fortunas que después invirtieron en la fuga de Ezeiza comprando herramientas y voluntades de agentes infieles.

Ambos personajes se dedicaron a integrar bandas de narcotraficantes, conocieron a sus jefes y familiares y después se dedicaron a secuestros extorsivos de los hijos de los narcos a quienes frecuentaban como parte de la cúpula de esas bandas o sus sicarios.

Obvio que los capos del narcotráfico nunca van a denunciar a la policía que sus hijos fueron secuestrados para extorsionarlos. Entonces pagaban el rescate y después salían en busca de esos secuestradores, quienes a su vez tenían que estar en movimiento permanente para no ser detectados.

La policía del Brasil sabe de esa modalidad y se le informó a sus pares argentinos cuando Dutra Pereira y Ximénez fueron atrapados y encarcelados en el Chaco, de donde también se fugaron antes de caer presos nuevamente en el penal de Ezeiza.

Lo trágico es que ese "modus operandi" de secuestrar hijos de narcos ya funciona también en nuestro país. Es un delito que nunca se denuncia y produce montones de víctimas, no siempre el ajuste de cuentas entre narcos tiene que ver con el negocio en sí de la venta de drogas y distribución de las mejores plazas para el negocio.

No sabemos con exactitud cuántos de los crímenes que se cometen en Rosario tienen que ver con una u otra situación, pero que ya no existen códigos de lealtad ni en el corazón del mundo criminal es harto sabido en la policía y la justicia.

En Mar del Plata estuvo actuando una banda de secuestradores de hijos de narcos muy poderosa, y cuando caiga uno de sus cabecillas que permanece prófugo va a dejar boquiabiertos a muchos, por el personaje de quien se trata.

La policía y otros investigadores argentinos estaban siguiéndole el rastro a Dutra Pereira y Ximénez conociendo el perfil de asesinos por naturaleza capaz de llegar a cualquier locura con tal de obtener un botín jugoso. Lo paradójico de esta gente es que por esa modalidad de tener que vivir huyendo de todos, nunca pueden ni siquiera disfrutar de los dineros mal habidos. Esto ocurre cuando ya los delincuentes entran en un ámbito de psicopatía tal que su único objetivo es cometer delitos y seguir huyendo.

Dutra Pereira cayó en su ley, en una Triple Frontera que sigue siendo el santuario de criminales de alta gama.

Ambos tenían una base provisoria de operaciones en Curitiba, donde escondían parte de los botines ganados en el secuestro extorsivo de hijos de narcos. Ahora la búsqueda se reduce a Thiago Ximénez, un hombre que adopta varias personalidades y tiene facilidad para obtener documentos con otros nombres y reciclar su identidad permanentemente.

Muchos de esos sabuesos locales que le seguían la huella deben suspirar aliviados al saber que Dutra Pereira ya salió de circulación, esta vez para siempre.