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Asalto al banco

“Otra victoria como esta y estaré vencido” Pirro de Epiro

América Latina, en general y Argentina en particular, necesitan un plan de salvataje económico y social, para poder emerger de las ruinas de la pandemia.

La Unión Europea, se lo procuró con el Next Generation UE, que repartirá en 2021 y 2022, 750.000 millones de euros entre sus socios.

Para nuestros países, las dos únicas posibilidades están en:  a) que el FMI autorice la emisión de Derechos Especiales de Giro (DEG) o b) un plan conjunto del BID, la Corporación Andina de Fomento, el Banco Centroamericano de Integración y el Banco de Desarrollo del Caribe.     

El articulador de esta última hipótesis, tiene que ser el BID junto al Banco Mundial.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID o IDB, por sus siglas en inglés) fue creado en 1959, en plena guerra fría, como una idea del presidente Eisenhower para evitar la influencia rusa, a través de Cuba.

La iniciativa fue ejecutada por la OEA, mediante un acuerdo que establecía que el presidente sería latinoamericano, el banco tendría su sede en Washington DC y el vicepresidente ejecutivo, sería un estadounidense.

Un año después, el presidente Kennedy apoyaba la continuidad de la idea y ponía a la institución en el centro de su Alianza para el Progreso.

Si bien en un principio este Banco se alimentó sólo con aportes de los Estados Unidos, con el correr del tiempo se incorporó a países europeos, a Japón, a Corea del Sur y desde enero del 2009, a la República Popular China,

Este año vence el mandato del actual presidente y Donald Trump ha decidido postular a su asesor Mauricio Claver Carone para esa función, en lo que es parte de su conflicto estratégico con China.

Esta pretensión, no solo ha sido rechazada por todos los ex ministros de Relaciones Exteriores de las últimas décadas de Argentina y Chile, sino que ha sido motivo de un expreso documento de repudio de los ex presidentes Fernando Henrique Cardozo de Brasil, Juan Manuel Santos, de Colombia, Ricardo Lagos de Chile, Ernesto Zedillo, de México y Julio Sanguinetti de Uruguay.

El momento de la batalla es curioso, en virtud de que cuando termine el mandato del actual titular, el colombiano Luis Alberto Moreno, el 14 de septiembre del 2020, quien asumirá en su lugar hasta la designación del nuevo presidente, es el actual vicepresidente ejecutivo, el norteamericano John Scott.

En la anterior guerra fría, un republicano, Eisenhower, y un demócrata Kennedy, impulsaron la seducción sobre nuestros países.

Ahora parece adoptarse el camino inverso, sin comprender que, si Washington triunfa en esta batalla, pierde.

China tiene sus propios mecanismos de financiamiento, que se potenciarán si el BID abandona su esencia.

En efecto, en Pekín se restregaran las manos de alegría, como ya lo hicieron cuando Trump decidió abandonar la Alianza del Pacifico y recordaran la frase de Antonio Porchia : “tú crees que me matas, yo creo que te suicidas”.  

 

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