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Alto nivel de deserción en las universidades

Hay palabras y expresiones que se escuchan desde hace mucho tiempo en nuestro país, como "crisis" y sus derivados: "el país está en crisis"; "atravesamos un período crítico"; "hay que hablar ahora de crisis de crecimiento".

"El hombre vive en una crisis permanente"; "la crisis de la salud". Según el diccionario, crisis es la mutación considerable en una enfermedad tras la cual se produce un empeoramiento o una mejoría. Cambio importante en el desarrollo de un proceso que da lugar a una inestabilidad. De manera que afirmar que la educación está en crisis no es novedad. Lo que debería preocupar es que se haga poco o nada para revertir una situación tan delicada que tiene que ver con la educación de los jóvenes.

En la Argentina, hay aproximadamente 2 millones de estudiantes universitarios y sólo egresan 100.000, es decir un 5%, según dijo el titular de la Dirección de Gestión Universitaria del Ministerio de Educación de la Nación que participó de la Primera Jornada de Capacitación Académica del NOA efectuada en Tucumán. El funcionario afirmó que una universidad potencia el desarrollo de los pueblos. "En Tucumán hay cuatro, de manera que la provincia es un polo de pensamiento y desarrollo muy importante para nosotros", señaló. Consideró que el mayor de todos los desafíos universitarios es conseguir un mayor número de egresados. "Nuestros estudiantes desertan, extienden mucho sus años de cursado y abandonan rápidamente las carreras -detalló-. Todas las posibilidades están presentes en nuestro sistema", dijo. Indicó que la oferta de carreras a distancia son aisladas, faltan confianza y planificación en un sistema muy complejo.

En 2008 se difundió un informe de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación que revelaba que el porcentaje de abandono de los estudiantes fue creciendo en los últimos años y que en 2007 había alcanzado el 60%.

En mayo de 2008, la Dirección de Estadística de la Universidad Nacional de Tucumán reveló a través de un trabajo que el 45% de los alumnos desertaba. De ese total, el 85% quedaba fuera del sistema y sólo un 15% se cambiaba de carrera. Entre las causas, se mencionaban la falta de información, las dificultades para adaptarse a las exigencias académicas, una infraestructura insuficiente para contener la gran cantidad de cursantes y la carencia de una buena orientación vocacional. Se indicaba que el número de desertores equiparaba al de ingresantes, de ese modo se explicaba que desde hace varios años, la población de la UNT siga siendo de unos 60.000 alumnos. En contrapartida, la Facultad de Medicina, que tiene un examen de ingreso y un cupo establecido, presentaba el menor índice de deserción: sólo el 6%, mientras que Filosofía y Letras poseía el mayor: el 60%. A Medicina, le seguían Arquitectura y Educación Física con el 22% y el 24,5%, respectivamente. Entre las de mayor porcentaje de abandono se hallaban Odontología (45,5%), Ciencias Económicas (48%), Psicología (48%), Derecho (52%), Ciencias Naturales (56,5%) y Filosofía y Letras (60%).

La mala formación que reciben en el secundario, la política del mínimo esfuerzo y la falta de hábitos de estudio se incluyen entre las causas de la deserción. El fracaso estudiantil es un espejo de la educación que se brinda a los chicos. Parte importante de la responsabilidad la tienen los docentes: sus alumnos son el resultado de su enseñanza. Han pasado tres años y la realidad parece seguir siendo la misma. Sin un análisis profundo ni acciones que impliquen un cambio significativo en el sistema educativo la crisis tendrá visos de eternidad.