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"Yo estoy enamorada del comandante Schettino"

Lo confirmó frente a la Justicia Domnica Cemortan, la rubia que estaba en el puesto de mando con el capitán Francesco Schettino, al momento de hundirse el crucero "Costa Crucero".

"Sí, es verdad: yo estoy enamorada del comandante Schettino" . Lo dice así, simplemente, porque así de verdadero y profundo es su sentimiento, apenas bajando la mirada, de frente a los fiscales que la están interrogando. Y sus palabras acaban de inmediato en el acta.

Duró casi 5 horas –el miércoles, a partir de mediodía– la declaración de Domnica Cemortan, la bella moldava rubia de 25 años, ex bailarina, ya azafata por contrato para el Costa Crociere, que desde el naufragio del Concordia, el 13 de enero, no hace otra cosa que defender a Francesco

Schettino, según publicó hoy el diario Clarín.

El, casado, una hija adolescente, y con arresto domiciliario, en Sorrento, por homicidio culposo múltiple, desastre culposo y abandono del barco.

Ella tuvo que volver a evocar esa terrible noche en el cuartel de los carabinieri de Marina di Grosseto. Lejos de la fiscalía, en un intento de eludir las cámaras de TV y los periodistas.

Domnica –con el pelo dorado oculto bajo la capucha de un abrigo oscuro, los ojos azules protegidos por enormes anteojos de sol-  salió del cuartel y subió de inmediato a un auto junto a una amiga.

En esas 5 horas, los fiscales Stefano Pizza y Maria Navarro recogieron su versión de los hechos.

"Un testimonio bastante valioso" , explica el jefe de la fiscalía de Grosseto, Francesco Verusio.

"Los testigos son muchos. Estamos cotejando todas las versiones para verificar cómo encajan unas con otras. Aunque la última palabra llegará con el análisis de la caja negra ".

Mientras tanto, Domnica afirma que subió al Costa con el pasaje normal e insiste en describir a Schettino como "dispuesto a hacer lo posible por salvar" a los pasajeros. "Lo amo, no es justo destruir su imagen. Todos se ensañan con él", sostuvo.

Entre él y Schettino hubo 17 conversaciones por celular, pero fueron por lo menos un centenar las llamadas telefónicas de Ferrarini. Durante el interrogatorio se le pidió que explicara todos esos contactos: Ferrarini respondió que se trataba del manejo de la emergencia pero que nada en el relato del comandante del Concordia permitía presagiar el desastre que sobrevino después.