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Violencia contra las mujeres

*Por David Smith. Hace unas semanas fui invitado por el Gobierno Argentino a unirme a la ceremonia en conmemoración de las víctimas del Holocausto, más específicamente, a leer el mensaje del Secretario-General distribuido mundialmente en esa fecha.

Un funcionario del Ministerio de Educación se mostró profundamente impresionado por la sección del mensaje que enfatizaba el papel de la mujer frente al genocidio perpetrado por los nazis contra los judíos: "Madres e hijas, abuelas, hermanas y tías que ... siempre encontraron una manera de levantarse contra quienes las perseguían", decía el mensaje conmemorativo, mientras relataba el papel de las mujeres en los guetos, alimentando a otros, manteniendo a las familias reunidas, exponiéndose siempre a un alto riesgo personal.

"Su valor sigue sirviendo de inspiración... Prometamos crear un mundo en el que esas atrocidades no puedan repetirse".

El citado funcionario quedó aún más conmovido por el siguiente párrafo: "Bien sabemos todos que ese futuro no ha llegado aún", escribió el Secretario-General. "En todas partes del mundo mujeres y niñas siguen soportando violencia, abuso y discriminación".

La violencia contra las mujeres es un hecho que ha resonado a lo largo de los años, durante mi trabajo como corresponsal extranjero y, más tarde, como representante de las Naciones Unidas. Desde mi juventud, como periodista en España e Italia, puedo recordar crímenes "pasionales", una mujer violentamente abusada, e incluso asesinada luego de una disputa doméstica. También los llamados "crímenes de honor". Recuerdo haber informado que una corte en Sicilia, permitió que el asesino, luego de haber admitido su crimen, fuera liberado después de haber probado que su mujer le había sido infiel.

En mis tiempos en Medio Oriente la violencia contra las mujeres tomó otra dimensión, tan horrenda como brutal. En casos extremos, una mujer apedreada hasta la muerte por orden de una Corte. Mutilación genital femenina como un hecho rutinario, en muchos casos con heridas terribles como secuela, sin descontar el impacto psicológico en la siguiente generación de niñas.

Y luego África. En años recientes visité el Congo en misiones para las Naciones Unidas, y la escala de la crisis, aún hoy, resulta inimaginable. Más de 1.000 violaciones denunciadas cada mes, con un promedio de 36 mujeres y niñas cada día. Cientos de miles de violaciones desde que estalló el conflicto armado hace más de una década, marcando el camino de la ONU a clasificar la violación como un crimen de guerra.

Un caso persistió por mucho tiempo en mi memoria. Sifa, una pequeña de 10 años con ojos de niña y una sonrisa maravillosa e inocente, violada por una banda armada de siete hombres en su ciudad natal de Shabunda, en la zona de guerra en el Este del Congo. Sifa le preguntó al médico que me acompañaba durante mi visita a un hospital de víctimas de violaciones, cuándo volvería a su casa. "Uno de estos días, querida", dijo el médico mientras acariciaba una cara angelical, hasta ese momento rescatada de la maldad que había padecido. El médico me llevó aparte para explicarme que había operado a Sifa tres veces. "Nunca volverá a su casa, y jamás podrá ser madre", dijo.

Es cierto que aprendí hace mucho que el hecho no atañe a regiones, culturas o grupos determinados de mujeres dentro de una sociedad. Globalmente, las Naciones Unidas llegan a la conclusión de que una mayoría de mujeres es víctima de la violencia a lo largo de su vida, siendo la forma más común la violencia física infligida por sus parejas.

En países como Australia, Canadá, Israel, EEUU, 40 a 70% de las víctimas femeninas de asesinato son asesinadas por sus parejas, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. El costo generado por la violencia de pareja en EEUU excede los 5,8 miles de millones por año, considerando los costos de atención médica y las pérdidas de productividad. Una mujer es reportada asesinada por su pareja o ex pareja cada 6 días en Colombia.

Para el Secretario-General, Ban Ki-Moon, el tema es de importancia primordial y requiere atención urgente. "Las raíces de la violencia contra la mujer yacen en la discriminación persistente contra las mujeres", dijo cuando lanzó su campaña "Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres. Los hombres deben enseñarse unos a otros que los hombres de verdad no violan ni oprimen mujeres".

Los objetivos de la campaña se basan en el concepto de que ha pasado demasiado tiempo para que esto siga siendo un hecho mantenido en silencio. Por ello las Naciones Unidas piden que sus estados miembros aprueben y hagan cumplir leyes nacionales que castiguen todas las formas de ese tipo de violencia; que produzcan planes de acción nacionales que incluyan el trabajo conjunto de las agencias gubernamentales para impedir tal violencia; que los países no produzcan más informes poco detallados sino que refuercen la recopilación de datos acerca de este tema; que los gobiernos incrementen la conciencia pública a cualquier costo.

Con tal propósito, recientemente las oficinas de la ONU en la Argentina reunieron a periodistas de varias provincias en un taller diseñado para ayudar a los medios nacionales y provinciales a focalizarse en este hecho con un propósito positivo, con las herramientas para convertirlo en un tema de derechos humanos más que en asunto silenciado.

Escuchamos a los periodistas decir cuán a menudo un caso de violencia contra una mujer era presentado como una instancia aislada, como un tema de seguridad o policial pero ciertamente no como un tema de derechos humanos. Uno de los participantes dijo "Por ejemplo, el caso de la cajera del supermercado que recibió un disparo, puede ser tratado como un caso de robo potencial pero no como la víctima de un ex marido celoso".

En las semanas que siguieron al taller, vimos una serie de historias detallando violencia contra las mujeres en la Argentina. El ataque de público conocimiento a Wanda Tadei, que murió, de manera terrible, quemada en febrero de 2010, disparó datos que clamaban por acción. Durante el año desde su muerte, 26 mujeres en Argentina fueron prendidas fuego por sus parejas; 13 de ellas resultaron muertas.

En el período de dos semanas a finales de enero de este año, siete mujeres fueron quemadas por sus parejas o familiares, cuatro en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, tres en Corrientes. Cuatro de ellas han fallecido.

Casos extremos, quizás; aunque las estadísticas a nivel nacional confirman la misma historia. En 2010, 207 mujeres fueron asesinadas por sus parejas en la Argentina. En los dos primeros años de funcionamiento, en la ciudad de Buenos Aires, la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de la Nación atendió a más de 12.000 casos, 80% de los cuales cuentan con víctimas femeninas. La ONU apoyó la creación de esta oficina, al igual que la apertura de otras similares en las provincias.

Al hablar con los periodistas del taller me serví de a mis experiencias en África, Medio Oriente, Europa y EEUU para reforzar el mensaje de que el tema es universal: "Si pensamos que está pasando en el Congo pero no en Córdoba, en Sicilia pero no en Santa Fe, si pensamos que sólo se trata de los demás, estaremos callando este tema una vez más".

Echando una mirada alrededor del salón, viendo las caras de las nuevas generaciones de periodistas argentinos asentir al respecto, me di cuenta de que el muro de silencio está siendo derribado. Ojalá que lo sea de una vez y para siempre.

Las opiniones vertidas en este espacio, no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes

*Por David Smith Director de Naciones Unidas. Centro de Información para Argentina (CINU)