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Una voltereta del Gobierno

* Por Osvaldo Pepe. Sorpresivamente, la ministra Garré admitió que los 944 kilos de cocaína secuestrados en el aeropuerto de Barcelona pudieron haber sido cargados en la Argentina. Un cambio radical en la estrategia del Gobierno y un mensaje hacia afuera y hacia adentro de la Rosada.

Sorpresivamente, la ministra Garré admitió que los 944 kilos de cocaína secuestrados en el aeropuerto de Barcelona pudieron haber sido cargados en la Argentina. Un cambio radical en la estrategia del Gobierno y un mensaje hacia afuera y hacia adentro de la Rosada. Hacia adentro, corrigió al ministro del Interior, quien había asegurado que la droga se introdujo en el avión en la escala de Cabo Verde. Y hacia afuera, el impacto cayó en la Fuerza Aérea. A las pocas horas, y luego de declarar ante el juez y de tratar de despegar del caso a su fuerza, el comodoro Jorge Ayerdi fue relevado. Estaba a cargo del sector militar del sospechado aeródromo de Morón, que también tiene una jurisdicción civil. Garré había advertido sobre eventuales cambios en el control de los aeropuertos. Efectivamente, hubo un cambio clave: la ministra sabía muy bien de lo que estaba hablando.

Más allá del relevo, la frase de Garré es apenas la punta del iceberg: al abrir la puerta a la posibilidad de que la droga se haya cargado en el país, en verdad está diciendo mucho más que eso. Si la droga se cargó acá, es que la droga entró y permaneció en el territorio nacional, ya que los expertos consultados coinciden en señalar que la Argentina no tiene capacidad para producir esa cantidad de cocaína. Acá sí se elaboran precursores químicos de cocaína, pero no se trata de un país que se encuentre entre los productores de esa droga.

De modo tal que el problema se invirtió. Ya no es que la droga haya salido del país, sino que antes entró al suelo argentino y que en ningún caso fue detectada. Se puso blanco sobre negro la laxitud en los controles y la ineficiencia en los mismos. En todo caso, el Gobierno no puede eludir su responsabilidad. También tiene otra: la de no haber instalado en la agenda política la quemante cuestión del narcotráfico. Lo mismo hizo con la seguridad. Hasta que le dio rango de ministerio.