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Un fin de semana con Bono

El rock and roll tiene reglas muy claras que trascienden nombres y generaciones. Bono (50) asegura conocerlas muy bien: "La ley primera es no ser aburrido", sostiene el líder de U2.

El rock and roll tiene reglas muy claras que trascienden nombres y generaciones. Bono (50) asegura conocerlas muy bien: "La ley primera es no ser aburrido", sostiene el líder de U2. Lejos de convertirse en un cliché en su género, el músico irlandés predica ese dogma lúdico tanto arriba como abajo del escenario. Por ello no resulta extraño que en sus días libres desde que desembarcó en el país se haya entregado a los placeres que ofrece nuestra tierra. A cinco años de su última visita, el artista llegó a la Argentina en el marco de su tercera gira por América del Sur, el 360º Tour, que comenzó el viernes 25 en Santiago de Chile. Aunque pensaba quedarse unos días del otro lado de la cordillera, hasta la fecha de su primer show en el Estadio Unico de la ciudad de La Plata, el miércoles 30 de marzo, cambió de planes y adelantó su arribo para la madrugada del día sábado.

Tour porteño

Bono y el guitarrista The Edge (David Evans, su nombre de bautismo) descansaron un par de horas durante la mañana y la tarde del sábado en la intimidad de sus suites del Hotel Park Hyatt, en Recoleta. Apenas cayó el sol, salieron a recorrer la ciudad. La primera escala fue el restaurante Fervor, la conocida parrilla porteña de la calle Posadas y Callao. Desde el hotel reservaron dos mesas, una para la banda y otra para siete miembros del staff y algunos asesores.

Cerca de las nueve y media de la noche, Bono y The Edge llegaron al lugar acompañados por el bajista Adam Clayton, el baterista Larry Müllen Jr. y el mánager del grupo, Paul McGuinnes. En su segunda visita al restó (la primera fue en el marco del último recital que dieron en el país en 2006), eligieron lomo a la parrilla acompañado de un colchón de hojas verdes. Todos brindaron con un vino tinto nacional, excepto Bono, que optó por una gaseosa light. Después de una prolongada sobremesa, The Edge regresó a su habitación del hotel y Bono continuó la noche en Isabela, un pub superchic de la zona de Palermo Hollywood. El relacionista público Gaby Alvarez fue el encargado de recibirlo junto a Héctor Lanusse, gerente del lugar. Bono llegó al bar por consejo de sus dueños, unos empresarios irlandeses conocidos del músico. Se ubicó en el patio del bar, alrededor de un fogón, junto a unos veinte amigos. Permaneció en el lugar hasta las cuatro de la mañana, cuando decidió cerrar su primera excursión porteña en la disco Tequila. Ocho guardias de seguridad siguieron cada uno de sus movimientos.

Con ritmo de arrabal

El domingo 27, Bono disfrutó del exclusivo show Rojo Tango, en el Cabaret del hotel Faena+Universe. Esta vez lo acompañó su mujer, Ali Hewson, recién llegada al país. Se ubicaron en una de las mesas de primera fila, junto a The Edge y su esposa, Morleigh Steinger.

La propuesta, ideada por el productor Antonio Ruiz, combina lo mejor del dos por cuatro con un menú diseñado por el chef Mariano Cid de la Paz. Bono repasó celosamente la carta y eligió sus tres platos: langostinos marinados en suave escabeche con salsa romesco y vinagreta de nueces; sorrentinos rellenos de hongos patagónicos con crema de finas hierbas; y un tradicional brownie con dulce de leche y merengue. Otra vez, evitó el vino. Mientras tanto, las cinco parejas continuaban bailando al ritmo del Quinteto Viceversa, la orquesta en vivo liderada por los hermanos Grecco, con las voces de Esteban Riera y María José Rojas.

Bono contempló la escena absorto. Y sólo rompió su concentración para capturar con su cámara de fotos las impactantes imágenes de un cuadro llamado "Oblivion", donde una pareja se desnuda mientras suena un tema del maestro Piazzola en un solo de violín. También aplaudió de pie el cierre del espectáculo y lo comparó con las mejores producciones internacionales. Conversando con Marcelo Tokman Ramos, ex ministro de Energía de Chile durante el gobierno de Michelle Bachelet, elogió el vestuario de Tango Rojo y el desempeño de los artistas.

La sobremesa incluyó varias rondas de tequila y una apuesta interesante: arengados por los bailarines, Bono y The Edge se animaron a improvisar algunos pasos de tango. Alertado por las risas, John Cusack, que se encuentra hospedado en el hotel mientras filma su nueva película en el país, irrumpió en la sala y terminó invitando a los músicos a compartir unas copas en The Library Lounge. Así, Bono cerró un fin de semana intenso, apenas el preámbulo de lo que será su estadía en Argentina hasta el 4 de abril, fecha en que partirá a Brasil, la siguiente escala del tour.