DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Taekwondista viaja a los Juegos gracias a un burdel

El neozelandés Logan Campbell vendió su prostíbulo "de clase alta" tras clasificar a los Juegos Olímpico de 2012. Si no fuera por el local, Campbell no hubiera podido con los gastos.

Un luchador de taekwondo, Logan Campbell, abrió un burdel en 2009 con el fin de recaudar el dinero necesario para los gastos de su preparación con miras a los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

El oriundo de Nueva Zelanda, de 25 años,  pudo cumplir su sueño, pero periodistas locales descubrieron la manera en que el deportista financió su carrera y se armó un debate sobre la ética y conveniencia de esa iniciativa.

La prostitución es legal en ese país y por eso Logan montó en Auckland un burdel "de clase alta", porque no quería que su sueño olímpico volviese a ser la ruina de sus padres, quienes costearon mayoritariamente su preparación para los Juegos de Pekín 2008 ante la nula ayuda oficial.

"Mi madre quiere una cocina nueva desde hace diez años, pero no ha podido tenerla porque ha invertido todo su dinero en mi taekwondo", contó el taekwondista, quien agregó que para pelear por su plaza en Londres'2012 tuvo que recaudar 200.000 euros aproximadamente.

Campbell aseguró que desde "el taekwondo no recibía ningún fondo", pero las cosas cambiaron cuando su historia salió en los medios de comunicación.

"Los patrocinadores empezaron a financiar el taekwondo, y a partir de entonces no necesité más el negocio", expresó el deportista.

Tras el logro de clasificar a los juegos y de conseguir patrocinadores, Logan vendió el prostíbulo el año pasado después de las críticas recibidas por la Federación de su país y el Comité Olímpico Internacional. Ambas instituciones le manifestaron que no era un negocio apropiado para un deportista e incluso le avisaron de que podría ser vetado para los Juegos.

 
Por último, el luchado se refirió a su ex burdel, donde trabajaban una docena de mujeres a diario con tarifas de 230 euros por dos horas.

"Es un buen negocio para hacer dinero. Me sentiría peor vendiendo cigarrillos que haciendo esto, algo que es seguro y sano. Llevo un lugar con clase. Aquí las chicas tienen unos 20 años, están aquí por voluntad propia y ganan más dinero que yo", cerró Campbell.