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Se suman problemas para el próximo gobierno

Por Raúl Vives* Los cálculos electorales van y vienen. Y entre tanto, la economía espera. Quedan un poco más de tres meses para que la incertidumbre política quede develada y sea electo un nuevo gobierno.

La fortuna parece estar del lado de la presidenta Cristina Kirchner, quién sería reelecta. Al menos eso es lo que dicen la mayoría de las encuestas y cree buena parte de la opinión pública. ¿Será así?

Como se dijo, habrá que esperar que se cuenten los votos. Pero hasta tanto llegue esa instancia decisiva, abruman los pronósticos y análisis sobre los retos y problemas que deberá abordar el nuevo gobierno: atraso cambiario, fuga de capitales, falta de competitividad, crisis energética, escasa inversión, alta inflación, baja creación de empleo. Sobre esto hay menos certidumbres que en la política.

El kirchnerismo ha clausurado cualquier debate sobre los temas económicos o de eventuales correcciones hasta octubre. Mientras el ciclo de recuperación se extienda no hay ningún incentivo a reconocer dificultades con los precios o la energía. Mucho menos en vísperas de un proceso electoral.

Del lado de la oposición, surgen discursos oscilantes: la economía no parece ser un eje electoral provechoso, en tanto las encuestas dicen que esa no es una de las mayores preocupaciones sociales; y por otro, escasean las propuestas con algún grado de innovación.

CICLOS RECURRENTES

La política aborda la economía pensando en el conteo de los votos; pocas veces lo hace pensando en resolver los problemas o lograr romper con los recurrentes ciclos de alzas y bajas de la Argentina.

En cualquier caso, el resultado electoral no modificará la agenda de temas económicos que se viene. Las restricciones energéticas, en boga con cada invierno, ahora se encuentran en un límite difícil de superar sin cambios significativos en el esquema seguido en los últimos ocho años.

El conflicto en Salta, entre el gobernador Urtubey y el ministro De Vido, es apenas un emergente de la escasez que sufren las industrias desde hace al menos tres años. Esto ocurre pese a los 50 barcos que están previsto traer gas licuado a un valor de 33 millones cada carga.

Un precio que supera en al menos diez veces el precio que reciben los productores locales. En la cuestión energética el punto a tener en cuenta es que la importación de combustible subsidiada ya está chocando con los recursos fiscales disponibles y el saldo comercial de la Argentina.

En este punto, como en los otros temas de agenda económica, la pregunta relevante es si la política optará por salidas facilistas, o las abordará con acciones de largo plazo.

¿Tratarán de resolver la caída de competitividad o el menor superávit comercial con una devaluación o redoblando los mecanismos de protección a la importación?

La tentación existe y está a mano. El secretario Guillermo Moreno es el exponente más conocido de una de estas dos opciones fáciles.

La pregunta no es fortuita ya que son claros los problemas de la Argentina en el comercio exterior. Este año la administración de Cristina Kirchner podrá exhibir un superávit de su balanza comercial. Pero vale recordar que esto se explica por el extraordinario aumento de los precios de la soja, el trigo y el maíz.

Las materias primas que exporta la Argentina no aumentarán 33% cada año como ocurre en este ejercicio.

¿Cómo hará entonces en el futuro para mantener en orden las cuentas externas si esos precios sufren apenas un leve retroceso?

La fuga de capitales, que rondaría este año los 10.000 millones de dólares es también financiado con los dólares que ingresan por la producción agraria.

LIMITE CAMBIARIO

Un capítulo especial es el precio del dólar, o más preciso en el lenguaje de los especialistas, el tipo de cambio que también está en un límite. Existen una cantidad de sectores que están ingresando en la línea roja de competitividad, con dificultades para mantener su producción y rentabilidad.

¿Alguien toma nota que hubo un proceso similar en la segunda mitad de los '90 con la convertibilidad?

Cambian los tiempos y los discursos. Los problemas siguen, o se repiten con increíble periodicidad.