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Prueba de fuego para Moreno: ser diplomático y negociar

Por Carlos Burgueño. El debut oficial de Guillermo Moreno como secretario plenipotenciario para manejar el comercio interior y exterior argentino tiene ya fecha, lugar y rival determinado.

Será el próximo lunes 19, en Montevideo, ante el equipo del ministro de Industria brasileño, Fernando Pimentel. Será un día antes de la cumbre de presidentes del Mercosur en la capital uruguaya, donde la Argentina y Brasil tendrán un nuevo round sobre la aplicación de las licencias no automáticas (LNA), mecanismo generalizado entre ambos países en los últimos tiempos para defenderse mutuamente.

Hasta ahora Moreno era el secretario fuerte del Gobierno, especializado en dos tareas: el comercio interno y frenar importaciones. La de Montevideo será la primera vez en que el funcionario deberá conocer el otro costado del manejo de la política de importaciones y exportaciones: dar explicaciones a su par de otro país sobre por qué frena ingresos de productos y tratar de convencerlo para que esa otra persona no frene ventas nacionales.

Instinto

En otras palabras, en sus nuevas funciones, Moreno deberá desarrollar el instinto natural de la diplomacia comercial bilateral y multilateral, una virtud en la que hasta ahora no mostró mayores habilidades.

Moreno cuenta con un arma personal para el capítulo negociador con Pimentel y sus negociadores brasileños, la mayoría provenientes de la histórica escuela de la cancillería brasileña de Itamaraty o de la asesoría económica e industrial de la Federación Industrial de San Pablo (FIESP). En ambos casos, se trata de funcionarios con cierto currículum y entrenamiento negociador, probablemente desacostumbrados a Moreno y sus legendarios arranques épicos que tantos comentarios provocan en sus interlocutores nacionales. El arma morenista para estas discusiones con los hombres de Pimentel será Beatriz Paglieri, en los papeles, la secretaria de Comercio Exterior. Sería la funcionaria que complemente la supersecretaría morenista en el segundo mandato de Cristina de Kirchner, la que tendrá que hablar y negociar con los brasileños la aplicación de trabas para las exportaciones e importaciones de ambos países. La Argentina y el Estado vecino deben, además, forjar una especie de bloque ante Uruguay y Paraguay que critican el instrumento y lo relacionan con lo peor del Mercosur. Entre ambos funcionarios deben lograr que Brasil continúe respetando las LNA locales, sin aumentar las propias, algo que sólo se puede conseguir negociando y esperando luego un acuerdo a nivel presidencial entre Cristina de Kirchner y Dilma Rousseff. El argumento que hasta ahora venía sosteniendo Buenos Aires es el superávit crónico a favor del país vecino, que superaría los u$s 5.500 millones este año.

Actualmente, la Argentina traba a través de las LNA unos 600 productos. Entre los que afectan particularmente las exportaciones brasileñas figuran alectrodomésticos (lavarropas, heladeras, aire acondicionado), línea blanca no eléctrica (cocinas, estufas), alimentos (frutas y vegetales envasados), textiles (telas denim), calzados y artículos de vidrio.

Polémica

Sin embargo, el mayor nivel de déficit lo producen automóviles, vehículos de transporte,
minerales de hierro, tubos para oleoductos y la siderurgia. Si Moreno quiere equilibrar rápidamente el déficit, debería avanzar en estos capítulos, mucho más polémicos que las telas de jeans.

Las LNA son un mecanismo habilitado por la Organización Mundial del Comercio (OMC) para regular el comercio internacional con el objetivo de evitar distorsiones y casos de dumping. La medida establece un período de 10 días de traba, plazo máximo para que un Gobierno deba autorizar o rechazar (argumentando por qué) el ingreso de un producto. Una de las especialidades de Moreno como secretario de Comercio Interior fue durante todos estos años tomar como un dato menor ese período y decidir personalmente el tiempo en que un bien debe estar en la aduana antes de entrar en el mercado interno. Sus principales y últimas víctimas fueron los alimentos (fideos, salsas, snacks, enlatados), libros, automóviles de alta gama, juguetes, herramientas, textiles chinos, bicicletas, neumáticos y bebidas (cervezas, espirituosas). A partir de sus nuevas responsabilidades, el funcionario y Paglieri tendrán un rol que antes debían cumplir colegas de la Cancillería e Industria: dar explicaciones a secretarios y ministros de otros países sobre por qué se traban importaciones.