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Por qué los votantes K también compran dólares

Por Alejandro González. Durante los últimos días se abrió un debate sobre cómo podía explicarse que después del contundente triunfo político de la Presidente, no solo continuó sino que se intensificó la demanda de dólares por parte del público, gran parte del cual había dado su apoyo al gobierno.

¿Existe una contradicción entre lo que implica en el plano ideológico votar al gobierno K y por el lado financiero ahorrar en dólares? El gobierno defiende la economía "nacional y popular" mientras que los compradores de dólares serían, en ese forma de ver la situación, una suerte de "vende patrias" dispuestos con su egoísmo a sacrificar el interés nacional a cambio de incrementar el patrimonio.

Hace ya algunas décadas el sociólogo Chris Argyris planteó su teoría de la acción, que contiene por un lado la que denomina "teoría expuesta" y, por otro, la "teoría en uso". Su análisis va más allá de lo que podría ser describir la cínica defensa de postulados de los que se habla pero cuando se trata de actuar no se los aplica. "Haz lo que yo digo y no lo que yo hago", dice el refrán popular. Su teoría es más que eso. Según ella, las personas pueden exponer ciertas creencias, que contienen un sustento lógico, y actuar sobre la base de otras, que también tienen su lógica, aunque pueda ser contradictoria con la anterior. Agrega que no necesariamente la gente es consciente de la inconsistencia que puede aparecer entre la prédica y la acción. Como la "teoría en uso" casi nunca se revela, queda sin reconocerse ni estudiarse. La mejora social, de este modo, partiría de poder identificarla, comprenderla y propiciar que la sociedad logre aprender sobre la base de sus acciones reales y no tanto sobre lo que se expone como pensamiento generalizado. La "acción" se origina así a partir de las causas reales de la conducta, y no sobre lo que se expone.

El caso del voto K y los dólares prueba que mientras la teoría expuesta señala que la defensa del "modelo" exige mantener una cartera de activos en pesos, y correr los riesgos consecuentes, la teoría en uso orienta a la gente a tratar de protegerse de la posible pérdida del valor de la moneda buscando el tradicional refugio de dolarizar el portafolio de inversiones, es decir, ahorrar en dólares.

Dicho de otra forma, la teoría expuesta es una visión que sus autores llaman "progresista" y que incluye el apoyo "valiente" de la moneda local, mientras que la teoría aplicada es decididamente "conservadora", prefiriendo la seguridad de las divisas al riesgo patriótico de quedarse con los pesos.

No debe sorprendernos ni indignarnos que ello ocurra. Ni tampoco debemos ver como un ejercicio de hipocresía que muchos de los más activos funcionarios críticos de la compra de dólares ya tengan un volumen importante de sus ahorros en monedas extranjeras. Para ellos cabe la explicación de que la actividad política implica mucho riesgo, en nuestro país es mayor, y es comprensible que sus participantes intenten proteger su patrimonio personal de esos vaivenes, inclusive, manteniendo una parte en el exterior, a resguardo de las persecuciones que a veces sobrevienen cuando ya no se ocupan los lugares del poder. Para esas personas, también, la teoría en uso es netamente "conservadora".

Hay más ejemplos. La teoría expuesta prescribe que todos tenemos nuestro corazón con la educación y la salud que brinda el estado a la población. Es la mejor, es libre, es gratuita, está al alcance de todos. El hospital público, las escuelas y universidades estatales. Sin embargo, la teoría en uso marca otra cosa. Se ha comprobado, por ejemplo, que hasta una gran parte de los funcionarios de más alto rango, de los directivos de hospitales, escuelas y universidades gerenciadas por el estado, suelen elegir recibir esos servicios de entidades privadas. Tienen las prestaciones de salud de empresas de medicina prepaga y envía a sus hijos a escuelas privadas. Mientras tanto, el gobierno parece dispuesto a lanzarse a un nuevo desafío entre lo "expuesto" y lo "aplicado". Es la cuestión del recorte de los subsidios. Expone la teoría de que las personas de ingresos medios y altos deben declinar los subsidios que reciben en las tarifas de servicios tales como electricidad, gas, agua y cloacas. Luego se agregarán los aumentos en el transporte junto con el alumbrado, barrido y la limpieza que prestan las municipalidades. Se intenta que con el empuje de los líderes políticos y la adhesión de las estrellas televisivas, el público su sume voluntariamente ahora o acepte sin protestar después, que parte de sus gastos cotidianos se incrementen en forma significativa. Algunos años atrás, la respuesta ante aumentos semejantes fue la resistencia y muchas acciones legales frenaron los aumentos. La teoría en uso que se aplicó fue sencillamente la de de tratar de minimizar los costos para incrementar los beneficios personales. ¿Podrá el glamour de las figuras del espectáculo y de la política cambiarla y hacernos resignar satisfechos las ventajas que tenemos al consumir luz y gas baratos?