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Perversa muerte de un espía enloquece a los ingleses

Un criptólogo británico apareció desnudo dentro de un bolso de mano. Como el caso sigue sin resolverse, las teorías se disparan: ahora dicen que buscaba autosatisfacción en estados de asfixia.

El pasado 23 de agosto, Gareth Williams, matemático de 31 años que trabajaba para el servicio secreto británico MI6, apareció muerto en su domicilio en Londres. El caso no hubiera causado tanto ruido si no hubieran encontrado el cadáver desnudo dentro de un bolso deportivo en el baño de su departamento. Enseguida, la prensa comenzó a especular sobre su homosexualidad. Y se habló de un asesinato a manos de "un amante gay" o que "se travestía" en secreto. Nada fue confirmado y todas las opciones son novelescas. La hipótesis del asesinato porque "conocía secretos de Estado" o variantes similares no fueron confirmadas ni desmentidas porque el gobierno de Gran Bretaña es fiel custodio de una política que les lleva a "no confirmar ni negar si determinado individuo trabaja para las agencias de inteligencia".

El colmo de los rumores fue el presunto hallazgo en su casa de aparatos de sadomasoquismo.
Sus padres niegan todo y denuncian un complot para desacreditar a su hijo y diseminar confusión alrededor de la muerte. Ahora, una policía que tiene la misma estatura que Williams se metió en un bolso semejante. Logró cerrar la cremallera desde el interior y poner un candado a través de una pequeña abertura. Buscaron confirmar si el joven pudo haber intentado buscar placer sexual dentro del bolso, muriendo asfixiado al no poder abrir el bolso.

La autoasfixia erótica, también llamada hipoxifilia, consiste en buscar el estímulo sexual y alcanzar el orgasmo vía impedir la respiración para restringir la irrigación del cerebro. Esta peligrosa práctica (que incluye ahorcamiento, cubrir vías respiratorias o la cabeza con bolsas de plástico, capuchas, máscaras, cinturones o incluso mediante el aplastamiento por medio del trasero de la pareja) fue causa de muerte de miles de experimentadores sexuales, entre ellos varias celebridades.

Un caso fue el del diputado conservador inglés Stephen Milligan, hallado sin vida en 1994 con medias de mujer, una bolsa en la cabeza y una naranja en la boca.

Otro fue la muerte del cantante de la banda de rock australiana INXS, Michael Hutchence, cuando en noviembre de 1997 apareció ahorcado por un cinturón en el hotel Ritz Carlton: su cuerpo pendía de una correa alrededor de su cuello, atada al picaporte de la puerta. El cuerpo del músico fue hallado sobre sus rodillas y con el rostro hacia el suelo, al parecer buscando provocarse una "asfixia controlada". Un error de cálculo le llevó a perder la conciencia y luego la vida.

El 4 de junio de 2009, David Carradine fue hallado muerto en una habitación del hotel Park Nai Lert en Bangkok, Tailandia. Aunque en un primer momento los medios informaron que el protagonista de la serie Kung Fu se había suicidado ahorcándose en soledad, luego se supo que su muerte fue accidental por asfixia erótica autoinfligida.

En estos casos, el placer del orgasmo aumenta a causa de la producción de endorfinas cuando se acerca el estado de asfixia. En los casos de autoasfixia el juego es con la muerte porque, al llegar a la asfixia parcial, la persona pierde la conciencia y el control del objeto con el que se evita el paso del aire, causando daños cerebrales parciales, permanentes o la muerte.

Mientras tanto, Scotland Yard no puede descifrar las causas de la muerte del joven espía que –paradójicamente- se dedicaba a descifrar códigos de mensajes interceptados por el centro de escuchas telefónicas del Gobierno Británico.

El tiempo dirá, o no, si la versión fue una operación para ensuciar el crimen de un súper espía o un real caso de autoasfixia erótica.

Si estamos ante el segundo caso, el común denominador de estas víctimas no sólo es su escaso apego a la propia vida sino el muchísimo menor interés que tienen por lo que se dirá de ellos tras su muerte.

Porque la búsqueda del placer puede ser mortal. Pero morir así es un verdadero papelón.