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Perspectivas

* Por Bernardo Kliksberg. La crisis económica mundial ha arrojado a la desesperanza a importantes sectores del mundo desarrollado, particularmente a los jóvenes.

La crisis económica mundial ha arrojado a la desesperanza a importantes sectores del mundo desarrollado, particularmente a los jóvenes. Encontrar un "primer empleo" es una tarea que está más allá del alcance de muchos jóvenes por más empeño que pongan.

La insistencia en las políticas ortodoxas, que "calman" a ciertos actores en los mercados, agita en cambio y arrincona a gruesos sectores de la población.

En América latina, con diferencias según las subregiones, las percepciones han ido en otra dirección. Así, en el Latinobarómetro se ha reducido notablemente el grupo de los que cuando se les preguntaba si sus ingresos les bastaban, decían que "no le alcanza y tiene grandes dificultades".

Era el 24 por ciento en 2003. En 2011, bajó al 10 por ciento (la proporción más baja desde 1995, cuando se inició la medición). Al interior de ese promedio general, las diferencias son marcadas. En República Dominicana, el grupo que manifiesta tener serias dificultades económicas es, en 2011, el 23 por ciento. Sigue Honduras, con un 19 por ciento. Del otro lado de la tabla, son solo el 5 por ciento hoy en Argentina y en Brasil.

Otra pregunta clave respecto de los que indican estar "Muy o algo preocupados" por quedarse desempleados varió totalmente en sus resultados. En 2002, eran el 76 por ciento. Hoy son muchos menos de la mitad, el 35 por ciento. Se redujeron en un 3 por ciento entre 2010 y 2011. Argentina y Uruguay encabezan la tabla de los países donde hay menor preocupación, con 17 y 23 por ciento.

Las expectativas de la ciudadanía de América latina son hoy muy diferentes de las de hace una dé-cada. No es un tema subjetivo. Tiene que ver con que en muchos países hay ahora un modelo que los representa, que trabaja para ellos. Se ha construido gracias a las luchas de la población y está en marcha teniendo como parámetros principales de éxito sus logros en términos de inclusión, calidad de vida, empleo, educación, salud... lo que más le importa a la población.

Pero la ciudadanía sabe que hay mucho trecho por recorrer. Por eso avisa que se debe trabajar sobre los altísimos niveles de disparidad, el peso desproporcionado de grupos de intereses sobre el poder, la igualdad efectiva ante la ley. Existe una amplia heterogeneidad de situaciones respecto del estado de esas luchas.

Según indican las respuestas, los ciudadanos están protagonizando un verdadero cambio de paradigma respecto de la democracia, en amplias áreas de la región, que tiene según ellas una expresión más alta en el sur. Dejaron definitivamente atrás la visión de que podían esperar salvadores providenciales de dictaduras militares. Confían plenamente en la democracia como el mejor sistema posible.

Pero saben que hay niveles diferenciados de democracia y aspiran a marchar a una que garantice cada vez más derechos. Junto a los derechos políticos, reclaman hoy los derechos económicos y sociales. No los viven como concesiones, sino como el reconocimiento de derechos que hacen a la calidad misma de ciudadano. Pero por sobre todo, cada vez más, se preparan no a ser espectadores, sino participantes a pleno de la lucha por defender y profundizar el modelo que les ha hecho recuperar la esperanza.