Peligro de muerte: colectiveros y choferes con anteojos de sol
Por Sebastián Sainz. La ley de tránsito tiene muchísimas reglamentaciones y si bien señala que la visión no debe ser perturbada, en ninguna parte esclarece el uso de lentes de sol, un abuso que crece día a día. ¿Qué esconden detrás de esos anteojos? ¿Alcohol, drogas, o quién sabe qué?
Por Sebastián Sainz
@sainzseba
ssainz@diarioveloz.com
Mediodía de una jornada a pura nube. Los rayos de sol imperceptibles para los ojos de cualquier humano, menos para el colectivero de la línea 135. Su mirada, oculta detrás de las gafas negras y reflejada por el retrovisor, queda retenida en la memoria. La preocupación marcha a rienda suelta y las repeticiones de aquel ejemplar alimentan lo que se vive cuadra a cuadra, en cualquier barrio, en diferentes colectivos.
Cuántas veces uno fue testigo y cómplice de los chóferes de ómnibus que fumaban cigarrillos, escuchaban música con auriculares o manejaban con anteojos de sol, a pesar de que el día estuviera nublado. Las diferentes modificaciones que se realizaron en la ley de tránsito y el aumento de controles, provocaron una notable disminución de esos casos. Sin embargo, hay cosas todavía para mejorar, como el uso de lentes oscuros.
Queda en claro que para conducir es necesario pasar un examen de aptitudes físicas y psíquicas, tal cual demanda la ley N°24.449. Por tanto, el sentido de la visión es primordial a la hora de entregar el carnet de conducir.
Con todo esto, se cae de maduro entender que con el uso de anteojos negros uno pierde en visibilidad. Ahora, qué pensar de un conductor de un transporte público que maneja con la vista en desventaja en una jornada nublada, donde el sol no asomó.
¿Lo usará por una cuestión de moda, quizás un tema de verguenza o simplemente quiere esconder alguna resaca? No se sabe, pero si es cierto que alguien conciente de la responsabilidad que conlleva manejar un colectivo entendería que el uso de gafas de sol es riesgoso para las vidas ajenas.
@sainzseba
ssainz@diarioveloz.com
Mediodía de una jornada a pura nube. Los rayos de sol imperceptibles para los ojos de cualquier humano, menos para el colectivero de la línea 135. Su mirada, oculta detrás de las gafas negras y reflejada por el retrovisor, queda retenida en la memoria. La preocupación marcha a rienda suelta y las repeticiones de aquel ejemplar alimentan lo que se vive cuadra a cuadra, en cualquier barrio, en diferentes colectivos.
Cuántas veces uno fue testigo y cómplice de los chóferes de ómnibus que fumaban cigarrillos, escuchaban música con auriculares o manejaban con anteojos de sol, a pesar de que el día estuviera nublado. Las diferentes modificaciones que se realizaron en la ley de tránsito y el aumento de controles, provocaron una notable disminución de esos casos. Sin embargo, hay cosas todavía para mejorar, como el uso de lentes oscuros.
Queda en claro que para conducir es necesario pasar un examen de aptitudes físicas y psíquicas, tal cual demanda la ley N°24.449. Por tanto, el sentido de la visión es primordial a la hora de entregar el carnet de conducir.
Con todo esto, se cae de maduro entender que con el uso de anteojos negros uno pierde en visibilidad. Ahora, qué pensar de un conductor de un transporte público que maneja con la vista en desventaja en una jornada nublada, donde el sol no asomó.
¿Lo usará por una cuestión de moda, quizás un tema de verguenza o simplemente quiere esconder alguna resaca? No se sabe, pero si es cierto que alguien conciente de la responsabilidad que conlleva manejar un colectivo entendería que el uso de gafas de sol es riesgoso para las vidas ajenas.