Orejitas que deschavan tus emociones
Los usuarios de estas "orejas de gato" ya no podrán ocultar lo que dice sus cerebros: las orejitas caídas, paradas o temblorosas hablan por ellos.
En el maremagnum de extravagancias electrónicas que producen todos los años los japoneses, este extraño dispositivo, llamado "Necomimi" ("oído de gato"), tiene una particularidad que lo hace diferente: regala a los otros, no al usuario, la oportunidad de descubrir sus estados emocionales. No todos, evidentemente. El simpático producto detecta las señales cerebrales (no son otra cosa tus emociones) y las transmite al dispositivo, que hace cambiar la posición de las orejas de gato según lo que siente el usuario.
Esta "manito" a la expresividad le da una inesperada vuelta de rosca a las "extensiones corporales" como las que propone el artista australiano Stelarc, que causó un escándalo cuando se hizo implantar una tercera oreja conectada a Internet en un brazo o se agregó otro brazo mecánico, a modo experimental.
El accesorio parece ridículo. Sin embargo, ofrece curiosas prestaciones, según explican en uno de los videos sus inventores, de la firma Neurowear. ¿Algunos ejemplos? Si estás relajado, las orejas se caen. Si te concentrás, se elevan hasta ponerse tiesas. Si sentís una sensación agradable, se sacuden.
El hecho de que el cacharro capte y decodifique las señales eléctricas que recibe del cerebro puede servir para que preste servicios más útiles, como ayudar a personas con discapacidades mentales a mostrar sus sentimientos y frustraciones o conocer las emociones de los niños o personas con la capacidad de expresarse disminuida, sin necesidad de verbalizarlas.
Evidentemente, es una tecnología intrusiva y podría ser usada para monitorear a trabajadores a los cuales se les exija una concentración desmesurada y constante, o para vigilar a empleados que tratan con clientes con los cuales no debe tener ningún compromiso emocional.
Pero por esa dualidad tampoco hay que culpabilizar a la tecnología sino a los usuarios. Como se sabe, el martillo sirve tanto para sacar un clavo como para romper una cabeza.