No sólo se bañaba con jabón: también se lo comía

Hay adicciones peores, pero ésta debe ser una de las más raras. La joven recuerda que le gustaba mucho el olor del detergente en polvo que tenían el saco de su mamá y las sábanas de la cama. Claro, a muchos les gusta eso pero no es suficiente para que te mandes al buche una sustancia tóxica. Eso es exactamente lo que Tempestt sintió cuando agarró un cachito de jabón en polvo y lo lamió. "Me puse el polvo en la lengua y lo sentí tan dulce, y a la vez picante... me sentí tan bien. Me enganché al toque", dice la estudiante de enfermería.

La joven traga-jabón sabía que la cosa era peligrosa para su salud, pero le gustaba tanto que no pudo dejarlo. Desde el momento en que se despertaba daba rienda suelta a sus ansias de comer el producto sin hacer caso de las etiquetas que advierten sobre el peligro de la ingesta.

Tempestt comenzó lamiendo las pompas de jabón de su piel en la ducha, y metiéndose cachos de jabón en la boca, chupándolos. El hecho de comer jabón se "sentía" más limpio que sólo lavarse con él, y la joven afirma que llegó a un punto en que se manducó hasta 5 panes de jabón por semana.

Pero pasaron seis meses de darle y darle al jabón y al detergente que Tempestt empezó a darse cuenta de los peligros a los que estaba expuesta, así que fue al médico. Se la diagnosticó inmediatamente: tenía Pica, una rara enfermedad que hace que la gente coma sustancias que no son nutritivas, como metal, tiza e incluso arena. Está causada por una deficiencia mineral, pero en el caso de Tempestt, se cree que la enfermedad ha sido causada por el estrés. El novio la dejó, antes de dejar la facultad y ella dice que eso fue devastador.

Finalmente, los médicos lograron que abandone su adicción en septiembre de 2010, y Tempestt espera no volver a ella, aunque sabe que tiene que estar alerta porque la tentación sigue siendo fuerte.