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Los economistas desconcertados

* Por Daniel Muchnik. No se trata tan solo de una juventud angustiada por la alta desocupación la que ha dado forma al movimiento de los indignados en Europa.

No se trata tan solo de una juventud angustiada por la alta desocupación la que ha dado forma al movimiento de los indignados en Europa. En el mundo académico cunden el desconcierto, las críticas despiadadas y la necesidad de encontrar explicaciones coherentes frente a lo que está ocurriendo. Es que el continente, de Alemania y Austria hacia el oeste ya no es lo que era hasta el 2007, la crisis avanza y también el desentendimiento entre integrantes de la moneda única. Los alemanes, ciudadanos del país -locomotora acusan de vagos a los habitantes de las naciones mediterráneas y éstos últimos demuestran que de ninguna manera tienen más privilegios ni beneficios. Quizás unos vivan en países más previsibles que otros, pero no hay nada más. Es la fuerte desazón la causa de tanto encrespamiento que termina por tirar a la basura el Himno a la Alegría, de la 9º Sinfonía de Beethoven, que es la música de la Comunidad Europea, un canto a la fraternidad universal.

Un llamado Manifiesto de Economistas Aterrados circula en librerías, facultades de altos estudios y redacciones. El texto, que lleva la firma de cuatro especialistas presenta un cuestionamiento a los expertos que intervienen en el debate público. Lo hacen, considera el Manifiesto, para justificar la sumisión de las políticas oficiales europeas y norteamericanas a los vaivenes y exigencias de los mercados financieros. Esta gran crisis -agregan- exige una refundación del pensamiento económico. Las mutaciones del sistema desde hace treinta años se basan en la hipótesis de la eficiencia informativa de los mercados financieros. Sin embargo lo ocurrido se ha encargado de demostrar que los mercados no son eficientes y no permiten una asignación eficaz del capital.

Según datos aportados por Simon Johnson, economista del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), que reproduce el analista Moisés Naim, seis conglomerados financieros controlan activos equivalente al 60 % del Producto Bruto Interno de los Estados Unidos. A mediados de los años noventa esa proporción era del 20 %. El sector financiero ha alcanzado una influencia de proporciones. Y el colapso de 2008 no le puso frenos. Por el contrario ha aumentado la concentración de poder dentro del universo bancario.

No faltan docentes universitarios en Europa que no pueden contestar todos los interrogantes formulados por los estudiantes de Economía. ¿Cómo entender que Grecia, Irlanda y Portugal acepten las condiciones abusivas de los préstamos concedidos por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional? Se sabe que en Grecia las condiciones de financiación son peores que antes del momento en que pidió ayuda. ¿Pero por qué le impusieron a las naciones mediterráneas condiciones imposibles de cumplir? Hasta ahora Grecia ha argumentado que la nueva ayuda es para no entrar en default. No hay una respuesta única a este arrinconamiento Puede intentarse diciendo que los países buscan ganar tiempo para que los bancos privados (alemanes, franceses, españoles) que les prestaron acepten los números en rojo y puedan sortear la quiebra. Otra es que los técnicos de los organismos financieros mundiales no entiendan nada de nada y por lo tanto quedan enredados en sus torpezas. Pero la principal conclusión es tener en cuenta que los ajustes reiterados y la austeridad a fondo no son herramientas que posibiliten un cambio inmediato o un crecimiento sostenido.