Llanto a pedido
Un oficio prácticamente en extinción sobrevive en las lágrimas de esta joven taiwanesa.
Liu Jun-Lin es una joven taiwanesa que se gana la vida llorando a moco tendido en cuanto funeral la requieran. A sus treinta años ha forjado un próspero negocio en función de sus "genuinas" lágrimas que fluyen durante su oficio de plañidera.
Su llanto fácil no es producto del azar. Liu se preparó desde muy niña en el arte de llorar y fue rigurosamente entrenada por su abuela cuando apenas tenía 11 años. Su temprana orfandad y los apremios económicos que sufría su familia, llevaron a su abuela a iniciarla en el negocio del llanto por encargo. Ensayaba todas las mañanas sus 'lágrimas de cocodrilo', e incluso muchas veces debía ausentarse del colegio para atender algún pedido de lágrimas en un funeral.
Su trabajo lo ejerce con tal profesionalidad que la ha transformado en la llorona más famosa de Taiwán. Su gran virtud es emitir sonidos prolongados y angustiados que inundan los oídos de los asistentes al velorio como si fueran una mezcla entre llanto y canto.
"En cada funeral al que asisto he de sentir que esa familia es mi familia, por lo que he de poner mis propios sentimientos en ello. Cuando veo a toda esa gente afligida, me pongo todavía mas triste", afirma Liu orgullosa de su trabajo.
Lo que comenzó para Liu como un trabajo individual, la gran demanda de sus servicios le ha permitido armar una mini-empresa familiar. No sólo la acompañan su hermano A Ji, quien toca instrumentos tradicionales de cuerda en los funerales, sino también un grupo de plañideras contratadas que la asisten y refuerzan con sus llantos desconsolados. El servicio se cotiza en US$600 y está garantizado. "A veces, antes de empezar, la familia del fallecido no nos trataba bien. Pero después de la actuación, lloraban y nos daban las gracias", confirma la famosa llorona.