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¿La maldición de Cromañón persigue a los ex-Callejeros? Una cruz maldita los sigue

El baterista Eduardo Vázquez condenado por el crimen de su pareja. El Pato Fontanet internado por una crisis sicótica justo cuando su mujer quedó embarazada. Un secreto lo atormenta. Entrá y enteráte cuál es. Por Boimvaser

Por Jorge D. Boimvaser
info@boimvaser.com.ar


"he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición, escoge pues la vida para que vivas vos y tu descendencia" 
La Biblia, Libro de Deuteronomio, capítulo 30 verso 19.

Un artista, un tipo que hace música no puede poseer un alma maldita. El arte todo lo cura. Hay excepciones. Richard Wagner fue un director de orquesta que usaba guantes cuando interpretaba obras de autores judíos, y al concluir la función los tiraba. Fue el músico inspirador de Hitler, aunque el creador del nazismo hubiera sido igual un demente genocida, existiera o no la obra de Wagner.

Pero los músicos de Callejeros como todas las víctimas de la masacre de Cromañón llevan una cruz maldita que son los muertos en el local de Once y los suicidados posteriormente. Cifra exacta no se conoce, pero arriba de 220 y padres destrozados que aún siguen llorando la muerte absurda de sus seres queridos.

Patricio Santos Fontanet fue noticia impactante dos veces en una semana. Primero cuando se supo que iba a ser padre, después fue internado por un brote sicótico. Una grave descompensación de la que no es fácil recuperarse. Y las secuelas posteriores para criar un hijo ya anuncian un drama familiar de proporciones.

Algunos ex compañeros de su banda cuentan una historia de la cuál fuimos protagonistas después de una larga investigación sobre lo ocurrido en el local de Once.

En septiembre del 2007 publicamos un informe con una copia de una fiscalía como fuente imposible de ser desmentida. En ese papel, una veintena de chicos sobrevivientes de Cromañón, reconocieron frente al Ministerio Público (Juan Manuel Sansone, ya retirado de la Justicia) que habían visto a una mujer  mayor, cuyos rasgos eran idénticos a Susana de Fontanet –madre del cantante- distribuir fuegos artificiales desde su ubicación en el palco VIP de Cromañón.

Un incidente de desmentidas e insultos que recibimos de parte del padre del entonces guitarrista de la banda, Aldo Delgado, produjo la intervención del juez de instrucción Alberto Baños.

Nos citó a declarar y a un careo con Delgado.

Parece extraño que haya sido un simple periodista y no el trámite lógico del proceso judicial quien le entregara al juez Baños el acta levantada por la fiscalía donde se involucraba directamente a la madre de Fontanet como la persona que introdujo las fatídicas bengalas y los llamados "tres tiros" esa noche de diciembre del 2004.

Poco antes de este incidente en Tribunales, algunos músicos de la banda se entrevistaron con el abogado Roberto Damboriana (fuimos intermediarios de esa consulta) y le relataron no solo lo que aquí publicamos sino una confesión impresionante.

"Los organizadores de los recitales eran solo el Pato Fontanet y en menor medida  el manager Diego Argañaraz. El resto de los músicos solo subíamos a los escenarios y tocábamos, nada más que eso",  le dijeron a Damboriana.

"¿Pero porqué declararon en la causa que todos participaban de la organización de los recitales?",  quiso saber el penalista.

"Por espíritu de cuerpo todos nos hicimos responsables",
le contestaron.

El autor de este informe obvio no participó de esa reunión, aunque después Roberto Damboriana nos contó que él no aceptaba asumir la defensa del grupo si ellos no decían toda la verdad en el expediente. 

"Yo los preciso fuera de la cárcel y no a todos adentro si los defiendo. Además Fontanet se tiene que hacer cargo de su responsabilidad",
  nos dijo después cuando rechazó tomar la causa.

Con el paso del tiempo y la condena judicial los vínculos entre los músicos se deterioraron mal.

Pero el estigma que siguió llevando el ex cantante de Callejeros nunca desapareció. Que su propia madre fuera quien introdujo los elementos que desencadenaron la tragedia lo atormentó mal todos estos años.

Antes del juicio, algunos abogados de las víctimas de la masacre debían seleccionar quienes serían llamados a declarar. Me preguntaron si iría pues mi testimonio figuraba en el expediente. Obvio que no me iba a negar, pero si pasaba al estrado contaba todo. Incluso lo que le dije al juez Baños en un alto de la declaración. Casi literalmente fue así: "Doctor, mi esqueleto me llevó a más de 150 recitales de Los Redondos. Conozco lo que ocurre como pocos. Si el policía que estaba en la puerta de Cromañón llegaba a suspender el recital, lo linchaban. Por esta vez, el cobani ese no tuvo la culpa de lo que ocurrió".

Después, en forma extraña, una abogada de las víctimas me comunicó que prescindían de mi declaración. No pregunté el motivo. Una vez más tuve la impresión que todas las partes tenían algo que ocultar, qué nadie decía toda la verdad ni estaban del todo inquietos por que se ventilase hasta la última gota de duda para esclarecer la terrible jornada.

Patricio Fontanet arrastra el recuerdo aunque alguna vez quiso negar la participación de su madre en el ingreso de las bengalas, pero una veintena de sobrevivientes que juraron haberla vista no puede tildarse de alucinación colectiva.

La crisis sicótica que lo afecta no cae del cielo como una maldición bíblica así porque sí. Justamente el texto del libro sagrado con que comenzamos este informe le deja a cada cual decidir qué lugar ocupa en este mundo. Y el Pato eligió mal. Una lástima por él.