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La corrupción galvanizó la protesta

* Por Ricardo Roa. Como el 8 de noviembre, hubo una multitud que ganó la calle, pero hubo más gente y la corrupción fue el eje.

Nota extraída del diario Clarín

Fue igual y diferente. Como el 8 de noviembre, hubo una multitud que ganó la calle a una misma hora en todo el país y que no tuvo líderes ni oradores ni consignas partidarias: todo el mundo fue por sus propios medios. Esta vez hubo más gente pero la diferencia no estuvo sólo ahí sino en que la corrupción fue el eje más notorio de la protesta.

Había cerca de dos millones de personas reclamando y Cristina Kirchner despachaba cataratas de tuits desde el avión que la llevaba a Venezuela. Fueron 61 en total y ni uno solo sobre la gigantesca movilización.

La Presidenta prefirió hablar de otras cosas, como los autoelogios por el reparto de libros escolares, lo bonita que había quedado la Casa Rosada y un cuadro del Papa que le regaló un sindicalista. También, del encuentro horas antes con el nuevo arzobispo de la Ciudad, quien le recordó una frase del asesinado obispo Angelelli que ella tuiteó: "Con un oído en el Evangelio y el otro en el pueblo". Pero esa noche Cristina decidió no hacerla suya quizá porque el oído en el pueblo lo tenía tapado por el ruido del avión.

Dos millones de argentinos reclamando contra la colonización de la Justicia mientras los senadores del oficialismo la aprobaban sin tampoco prestar oídos a la protesta y escapándose luego rápido del recinto. Todos salvo Boudou, que se demoró y debió refugiarse en su despacho.

¿Cómo hizo el Gobierno para ponerse en contra a tanta gente? Tergiversando el sentido de la reforma: la gente quiere más justicia, no menos justicia. Más jueces libres, no más jueces condicionados.

La gente marchó con un alto estado de conciencia sobre la crítica situación que atravesamos: otra diferencia notable fue que los Kirchner desplazaron a Boudou como símbolo de la corrupción. En una de las consignas que salieron de los mismos autoconvocados, directa y sarcástica se leía: "Néstor, el Lavanauta". Una manera de burlarse del personaje El Eternauta, que la militancia le inventó a Kirchner.

En esto tuvo que ver el escándalo que desde el programa de Lanata sacude a Lázaro Báez y descorre el telón que tapaba la plata sucia de Santa Cruz. Lo previsible pasó ayer: Baéz se aferró a la memoria de Kirchner para que el poder lo siga protegiendo. Llamó a una conferencia de prensa, leyó un texto y no aceptó preguntas. Fue igual a admitir que no tiene respuesta a la denuncia (ver pág. 4).

Báez es el decano de un club de hombres de negocios que integran Cristóbal López, De Vido, Jaime y otros. El núcleo del poder económico K. Toda gente con muchos secretos pero ningún misterio: conciben la política como un instrumento de provecho personal.

El jueves la sociedad mostró no estar temerosa ni resignada ni desengañada de la democracia. Ese día Cristina dijo que estaba indignada por el fallo sobre la ley de medios. La gente también está indignada, pero con ella. Y por eso salió a la calle.