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John Wayne Gacy: "Pogo", el payaso asesino

El joven Jeffrey Rignal nunca sospechó que un hombre que tuvo una buena intención iba a terminar con su vida.

El 22 de mayo de 1978, un joven llamado Jeffrey Rignall decidió salir a tomar una copa en algún bar del New Town de Chicago. Mientras caminaba por la calle, ya de noche, un automóvil se le apareó; un hombre de peso excesivo y de mediana edad, se ofreció para llevarlo a la zona de tabernas de moda. El joven Rignall, no sintió desconfianza de aquel hombre, tenía la costumbre de viajar a dedo, aceptó la invitación y ascendió al automóvil. No sospechó que, en un segundo, lo iba a atacar desde el asiento del conductor y a taparle la nariz y la boca violentamente con un pañuelo impregnado de cloroformo.

 

Lo siguiente que el joven pudo recordar fue la imagen de su secuestrador totalmente desnudo frente a él, exhibiendo una colección de objetos de tortura sexual y describiendo puntillosamente cada uno de ellos, cómo funcionaban y con exactitud cuánto dolor y daño podrían llegar a producir en un ser humano. Rignall pasó toda la noche sufriendo en su cuerpo, ultrajado una y otra vez, el accionar de esos aparatos, cuya dolorosa teoría, su verdugo con cierto deleite, continuaba explicando.

A la mañana siguiente, el joven torturado y ultrajado, despertaba bajo una estatua del Lincoln Park de Chicago, vestido, lleno de heridas, con el hígado destrozado para siempre por el exceso de cloroformo. Se encontraba traumatizado... pero vivo.

Tenía el triste privilegio de ser una de las pocas víctimas, que sobrevivieron a su paso por la sala de torturas de John Wayne Gacy.

 

John Wayne Gacy era para sus vecinos un hombre normal, cordial, de baja estatura, con un gracioso bigote y algo relleno, pero tras esta fachada de buen ciudadano                               americano, se escondía el homicida de treinta y tres adolescentes, muchos de cuyos cadáveres fueron hallados enterrados en su propia casa. Nació en Chicago el 17 de marzo de 1942. Hijo de John Stanley y Marion Gacy. Fue un niño frecuentemente golpeado por su padre alcohólico. A muy corta edad sufrió una herida que provocó un importante traumatismo en la cabeza y que tiempo después le causaría constantes desmayos.

 

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Fue gerente de un restaurante en el Estado de Iowa. En 1968 fue detenido por la policía por haber sodomizado a un joven empleado y haberle pagado para que no testifique en su contra. El joven decidió denunciarlo y esto sumergió a Gacy en un estado de locura homicida, contrató a otro muchacho al que asesinó para vengarse del anterior. Por este hecho fue condenado a diez años de prisión, de los cuales solo cumplió tres. Al salir de la cárcel, su mujer le solicitó el divorcio y Gacy se trasladó a Illinois.

 

A sus víctimas las recogía en bares de homosexuales, las conducía a su casa, y después, las saturaba de consumo de drogas y alcohol, hasta que caían inconscientes.

 

Posteriormente los maniataba o esposaba para tener sexo con ellos, siempre torturándolos, luego de su muerte, los enterraba en un espacio debajo del piso de su casa.

 
Gacy tenía treinta y seis años. Si se atendía exclusivamente a las apariencias externas, era un hombre de negocios respetable y comprometido con la comunidad; un contratista que también hacía diseño interior y mantenimiento. Había trabajado en la política local y llegó a encabezar un desfile del Día de la Constitución Polaca en el que participó Rosalynn Carter, la esposa del presidente Jimmy Carter; incluso salió en una fotografía de publicidad con la primera dama.

 

Se disfrazaba regularmente como payaso, para entretener a los niños en orfanatos y durante acto caritativos. El nombre del payaso: Pogo. Llevaba viviendo en su casa desde 1972 y era muy conocido en el barrio.

Gacy, en su primera confesión, de la que fueron testigos media docena de detectives, declaró haber matado a veintiocho varones, la mayoría de ellos enterrados debajo de la casa y los últimos arrojados al río Des Plaines.

 

La División Criminalística de la policía de Chicago, se dedicó a trabajar tan a fondo en la casa y la propiedad de Gacy que al final sólo quedaron las paredes exteriores, el techo y las vigas de soporte. Como dijo el forense del condado de Cook a los periodistas, la policía buscaba cualquier tipo de evidencia física (un anillo, una hebilla de cinturón un botón) que ayude a identificar a las víctimas. Fue necesario llegar hasta tales extremos porque Gacy sólo recordaba el nombre de unas pocas de ellas.

 

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Cuando todos los cuerpos habían sido encontrados, el número total de víctimas ascendía a treinta y tres (veintinueve dentro y debajo de la casa y cuatro en el río). Oficialmente, John Gacy era uno de los peores criminales contemporáneos.

 

Al principio Gacy proporcionaba detalles sobre los homicidios pero después de consultar con su abogado, dejó de hablar.

 

Gacy era un hombre perspicaz, frio, con un alto coeficiente intelectual, pero más importantes todavía eran su verborragia y sus dotes para la manipulación, con los que lograba neutralizar el temor y curiosidad de sus víctimas. Su vida secreta pasó desapercibida al entorno social. Era como un arácnido que sólo podía matar a sus víctimas cuando las tenía en el centro de su telaraña.

 

En su casa se encontraron anillos de graduación, documentos de propiedad de automóviles y otras posesiones de sus víctimas; guardaba un trofeo de cada una de ellas. En una ocasión, Gacy incluso le vendió a un empleado suyo el coche de uno de los chicos inmolados.

 

La fiscalía acusó a Gacy como autor de todos los homicidios. Los abogados de Gacy basaron su defensa en que no era culpable por insania. La fiscalía replicó que los pasos que Gacy había dado para atrapar a sus víctimas, inmovilizarlas, torturarlas, matarlas y esconder sus cuerpos demostraban que eran crímenes conscientes y premeditados y que sabía claramente distinguir entre el bien y el mal en el momento en que cometió cada hecho.

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Después de un juicio de casi seis semanas, que se celebró en 1988, Gacy fue declarado culpable del homicidio de treinta y tres personas y condenado a veintiuna prisiones perpetuas y doce penas de muerte. Fue ejecutado por inyección letal el 10 de mayo de 1994.

Después de su ejecución, el cerebro de Gacy fue extraído y fue analizado por la Dra. Helen Morrison, quien entrevistó a John y a otros asesinos seriales en un intento por aislar los rasgos comunes en su personalidad.

 

Los abogados de Gacy contrataron a un psiquiatra forense para que examinara el cerebro de Gacy después de morir. Los resultados revelaron que no había anormalidades. Sus últimas palabras, previo a la ejecución de la pena de muerte fueron: ¡Bésenme el c...!¡nunca sabrán donde están los otros!...en 1998, mientras se realizaban reparaciones en el estacionamiento trasero de la casa de la madre de Gacy, donde él había vivido, las autoridades encontraron restos de, al menos, cuatro personas más.

 

Muchas veces el mal anida en las entrañas del alma de algunos hombres que parecen, pero sólo parecen, buenos.