"Esto es una revancha, no una guarderia"
Eso le gritó Patricia Merkin, fundadora y directora
de Hecho en Buenos Aires a un vendedor que apareció
borracho después de 5 días de no responder los teléfonos.
No lo dijo pero lo pensó:
"Limpiate la profecía de muerte del culo vos mismo"
Tenía razón.
El fuego se calma a partir de una trama: la propia;
y ayuda a los que apuntan contra sí mismos
haciéndolos parte de la solución.
Una galería de bordes que nació con la bomba del 2001,
ahí donde el Estado ni siquiera lo intentó y todos
nos dimos cuenta que habíamos reventado.
El milenio de los tipos de abajo empezó en una
redacción clandestina de un edificio viejo
sobre Avenida San Juan, mientras los nuevos ricos invertían
los pesos de la convertibilidad en las canchas de tenis debajo la autopista.
“Nos dijeron que acá no había nadie”
Así se mandaron y lo ocuparon.
En 2003, Ibarra les entregó el espacio en Tenencia Precaria.
En 2013, la legislatura habilitó el uso por 20 años
para seguir exiliando la mierda del futuro.
"No vendas merca, vende revistas" le decía a los nuevos.
El 70% del precio de tapa iba al vendedor.
Los redactores cobraban como podían y
cuando no había guita, ofrecían pagar con tomates de huerta propia.
El balance siempre fue rengo: con una tirada de 10.000 ejemplares en el boom de las revistas alternativas y sin la menor intención de disputar grieta, la publicidad casi no existió.
Una multiplicación de panes para celíacos.
Merkin se fue del país en la final del mundial 78,
huyendo de un país sin excusas: Vivió en Israel,
Francia, Costa Rica e Italia y en todos lados
entendió que los muertos duelen más
en los esfuerzos que hicimos que en
los huecos de la democracia.
Volvió en medio del EFECTO TEQUILA
y la República simplificada, y mirando las
tenazas del corralito, pensó algo que
rompió el negocio de lo contra-cultural:
Crear una revista que depende de lo pendiente para existir.
Patricia Merkin está muerta.
Que los Hechos la dejen de pie.
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