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Gadafi, el fútbol y Maradona

*Por Pablo Mantese. El exdictador, Muamar Gadafi, tenía entre sus excentricidades una pasión muy grande por los deportes.

Accionista de la Juventus por muchos años y dueño de un equipo de hockey sobre hielo (ECD Iserholn) a finales de los 80, siempre apoyó desde el poder a su hijo Al Saadi, que fue un futbolista con una carrera bastante modesta, y se codeo con la elite del fútbol mundial.

Entre 1989 y 1995 Gadafi llegó al Atalanta de la mano de Tamoil, su empresa petrolera, para convertirse en el principal sponsor del equipo. En 1998 firmó un convenio por diez años para lucirla en el pecho de la Juventus, institución de la cual era hincha, pero el convenio se cortó a los dos años ya el que exdictador compró el 5,31% de las acciones del equipo de Turín en u$s 31,5 millones, pasando a formar parte de su junta directiva.

Además de su participación en la Juventus, adquirió el 33% del Triestina, equipo de la tercera división del fútbol italiano, y varias veces intentó comprarle el Milan a su amigo Silvio Berlusconi, aunque nunca logró que el primer ministro italiano se lo vendiera. También intentó entrar a la Fórmula 1, pero jamás le dieron lugar en ese círculo.

Por otro lado, el excoronel movió los hilos para que su hijo Al Saadi llegara a jugar en Perugia, Udinese y Sampdoria de Italia, aunque entre los tres clubes sólo logró ver acción en un encuentro (casualmente contra la Juventus del cual el padre era accionario) y diez minutos. Fue asesorado por el canadiense Ben Johnson (quien ganó la medalla de oro en Seúl 88 en los 100 metros, pero fue descalificado por haber dado positivo en el control antidoping) para ganar velocidad y por Diego Maradona, quien cobró u$s 1 millón para trabajabar como sus consejero personal.

Maradona llegó a conocer a Muamar Gadafi en la boda de Al Saadi, quien le regaló su característica túnica militar, algo que no puede ser utilizado por quienes no pertenecen a las fuerzas de Libia, y le dio un beso en la boca como es costumbre por esos lados del mundo. Esa fue la única ocasión en la que se vieron, pero el exentrenador de la Selección argentina siempre mostró respeto y admiración por el exdictador.

Otro que mantuvo conexiones con la familia Gadafi fue Carlos Bilardo, quien se hizo cargo de la Selección de Libia entre 1999 y 2000 cuando Al Saadi era el presidente de la federación. Si bien arrancó con el pie derecho, quedó afuera de la Copa Africana de Naciones y renunció a su cargo.

Durante 2003, la familia Gadafi compró el Al-Ittihad de Arabia Saudita, donde Al Saadi hizo las veces de jugador y dueño. Su mayor logro fue haber concretado un amistoso contra el Barcelona en Trípoli, donde el equipo catalán se impuso por 5 a 0. En aquel equipo vistieron la camiseta azulgrana Juan Román Riquelme y Javier Saviola.

Otras de las recordadas excentricidades fue la de haber contratado en 2008 al brasileño Ronaldo por u$s 500 mil para que diera el puntapié inicial en un torneo en Trípoli. El detalle es que el por entonces jugador de Corinthians viajó en el avión privado de Gadafi ida y vuelta sólo para que pateara una vez la pelota. Toda una muestra de lo que el poder y la impunidad pueden lograr.