"Fuimos hechos el uno para el otro"
El director y la bailarina de Crash, mezcla de danza, teatro y música, hablan de la intimidad de su relación, lejos de El cisne negro. El francés y su trabajo social. Y el no de ella al Bailando de su ex.
El es verborrágico e intenso; ella, en cambio, tímida de palabras suaves. Redha Benteifour habla hasta con los ojos. Coreógrafo y referente de la música contemporánea en Francia, es el creador de Crash, la obra de danza, música y teatro físico que se pondrá en escena en septiembre, y que tiene a Paula Robles como su musa. El destino quiso que la bailarina, en vez de saltar a la fama por su gran pasión –la danza–, fuera reconocida por ser la ahora ex mujer del varón más conocido de los medios, Marcelo Tinelli. Pero ella es mucho más que eso.
–¿Por qué eligió la Argentina?
Redha Benteifour: –Vine hace tres años a visitar a un amigo que vive en Patagonia. Es una larga historia cómo la vida te va llevando hacia las circunstancias. Vine a Buenos Aires, de vacaciones, nada que ver con el trabajo, y conocí a mucha gente. Descubrí una ciudad increíble, con una energía impresionante, con movimiento; muy alternativa. Me junté con gente muy interesante y al poco tiempo empecé a dar seminarios en La Cava, trabajé con chicos en Moreno. Fue muy enriquecedor y muy fuerte. Cuando volví a Europa, trabajé en coloquios sobre América latina acerca del arte como transformación social. Y también me junté con gente latinoamericana. Volví al país dos años atrás y empecé a desarrollar esta idea. Quería explorar la memoria de la gente, como concepto universal. Pero debía pensar cómo hacer un espectáculo de danza, y además tener algo para decir. El cuerpo tiene mucho para decir acerca de la memoria. Explorar la memoria emotiva en el cuerpo, que va más allá de la palabra, en el sentido teatral. El cuerpo registra emociones conscientes e inconscientes, además del legado de nuestros padres y de generaciones en generaciones.
–¿Qué significa Crash?
B.: –Lo que se rompe adentro; el accidente adentro, afuera, social, político, individual y común. Todo. Y encontré esta energía increíble en Buenos Aires. En el arte, la música, la pintura, el graffiti. La ciudad está viva. Entonces tuve que escribir un guión y quise integrar la música en vivo y algunas palabras en el show. Encontré un socio argentino y de una generación más joven para que escribiera el guión. Un argentino podía tener la visión de su país y su historia. Yo quise traer algunos bailarines europeos para hacer el puente, pero quise mostrarlo aquí. Había que encontrar la gente adecuada para trabajar. Esa fue la parte más fantástica.
–¿Hizo audiciones?
B.: –No. Hace dos años conocí a Paula y Gustavo (Carrizo) y fue un flash. Yo no sabía quién era ella.
–¿No sabía que era bailarina?
B.: –Me habían avisado que me iba a encontrar con una bailarina. Le expliqué mi proyecto, que iba a necesitar mucho compromiso emocional y social de los actores. Hablamos y todo fue muy conceptual. Entonces le pedí si podíamos juntarnos en el estudio, que es el lugar donde se sabe la verdad. Trabajamos durante una semana y le dije que quería trabajar con ella. Fue como encontrarse con alguien de la familia. Establecimos una relación muy profunda. Y debíamos hacerla acá porque el sabor que tiene es de acá, a pesar de la mezcla. Tiene el corazón y el alma argentinos. Fue una relación muy intensa. Fuimos hechos el uno para el otro. Es una aventura. El show es el resultado de una relación humana y artística. Traspasó todos los límites.
–Puede ser riesgoso.
B.: –Muy riesgoso. Todos caminamos por una delgada línea. Es un desafío para todos, y en ese desafío está la felicidad. Ahí está lo interesante porque todos somos parte de lo mismo.
–Paula, ¿cómo fue cruzarse con Redha?
Paula Robles: –Fue increíble. Me quedé escuchando todo lo que decía. No audicioné porque él no trabaja así. Fue un trabajo duro, muy intenso y profundo. Descubrí cosas mías con esta forma diferente de trabajar. Se siente que transmite lo que él quiere. Te crea una magia.
–¿Fue algo nuevo para su trabajo de bailarina de todo este tiempo?
R.: –Totalmente. Es un trabajo constante, es ir descubriendo cosas todo el tiempo.
–Usted hizo un trabajo al revés. Empezó en el San Martín, siguió en la televisión, para luego terminar en un escenario en serio.
B.: –Pero ella es una bailarina de verdad, además creo que es una verdadera artista. Una bailarina es una máquina, y después están los artistas. Cuando sos artista no podés mentir. Hay muy bellas máquinas pero no tienen la sensibilidad. Creo que Paula tiene la dignidad del artista. Es algo que se siente en el cuerpo, es algo sociológico. Ella tiene la determinación, el compromiso de una bailarina, sabe lo que es bailar. Son horas de entrenamiento, la barra, ensayos, comprometerse.
–¿Un compromiso de vida?
B.: –De vida. Una bailarina hará incluso televisión y tendrá el mismo compromiso. Hay que hacer chachachá con compromiso; con la misma responsabilidad con tu cuerpo y con la gente. Es una parte de uno que se entrega. Ahí está la diferencia y por eso ella es una bailarina. Todos mis bailarines traen pasión, y Paula respeta su pasión. Con sólo ver a alguien dar un paso a la izquierda y otro a la derecha, se nota quién es un verdadero bailarín; con sólo verlo entrar al estudio, en su caminar, se nota. Puede ser un gran bailarín o "next!" (chasquea los dedos). Es algo orgánico lo que se ve en los bailarines reales. Paula apoya una mano en la pared y se nota que es una bailarina.
R.: –Tal vez no se sabe, pero yo paralelamente a la televisión, hice otras cosas: danza aérea, estuve con una compañía de circo. No es tan popular y masivo. Pero también disfruté mucho de lo que hice en la tele y aprendí. Es parte de mi vida y de mi formación. Hoy me encuentro plena trabajando con Redha.
–¿Tienen proyectos de seguir? ¿Hasta cuándo?
B.: –Ahora que nos encontramos es para toda la vida.
–Bueno, Maurice Béjart vino a la Argentina y eligió a Jorge Donn como primer bailarín. Tal vez usted haga lo mismo.
B.: –Es así y para toda la vida. Así trabajo con mi compañía, con relaciones muy profundas. Y puedo porque conozco a la persona, así se puede hacer más. Por eso trabajo con gente durante tanto tiempo, porque nos conocemos mejor y así hacer mejores cosas, y pueden bailar mejor. Creo que Paula está en su mejor momento, está en la cima y puede hacer todo. Tenemos que aprender uno del otro. Somos una pareja, porque ahora la conozco, me conoce. Y podemos hacer mucho.
–¿Se pelean?
B.: –Nunca. Nos entendemos muchísimo.
R.: –Me encanta, y no solamente cuando compone. Redha es fascinante. Es un maestro porque saca lo que uno no ve de uno mismo. Crea una confianza en uno mismo, dónde uno puede llegar a explorar. Se mete en lo profundo y te moldea como si fuera arcilla. Mientras trabajás, sentís su energía.
–En El cisne negro se ve la poderosa relación de un coreógrafo y su bailarina...
B.: –Yo no soy así, ¡gracias a Dios! La película retrata el mundo del ballet; me recordó mis tiempos en el Opera de París. Y ese es el drama del ballet, que empiezan de tan chicas. Tenés que ser la estrella a los 16, 17 años y no tuviste vida. Tenés que dedicarle a la danza 24 horas al día. Y para los grandes roles se necesita la madurez de una mujer, no de una chica. ¿Cómo puede una chica de 16 años interpretar Carmen? No tienen vida, no salen como cualquier chica. Vomitan para estar siempre flacas, están completamente anoréxicas, no comen. Es muy cruel. Los coreógrafos necesitamos encontrar la puerta para abrir y conectarnos con nuestras bailarinas. Pero conectar artísticamente y la mejor parte, necesitamos tocar su corazón y que sientan confianza. Cuando un artista abre su corazón, al instante es muy vulnerable.
–Entonces tiene mucho poder, puede hacer lo que quiera.
B.: –Uno tiene que estar ahí para cuando caen. En mis tiempos de bailarín, conocí un coreógrafo que era destructivo. Hay que ser muy fuerte, y no sólo físicamente. Porque mentalmente podés destruir tu físico. Para mí, de esa manera no funciona. Es muy oscuro. Bailar ya es doloroso, ¿quién quiere algo así? Un bailarín no es como un actor. El bailarín no lo hace por el dinero. Yo no voy a torturar a mis alumnos.
R.: –Yo estoy enamorada de Redha (risas). Creo que en el proceso de entrenamiento de esta obra, fuimos viviendo varios crash. Hay momentos de ruptura donde es necesario atravesar varios límites. Redha tiene esa capacidad, de encontrar esa unidad entre el trabajo de todos. Hay confianza entre los compañeros.
–¿Y si se van de gira con Crash?
R.: –En su momento se arreglará.
–¿Tiene ganas de irse?
R.: –Me encantaría. Encontraría la manera y tengo confianza en que las cosas se arreglen y pueda irme.
–Circulan versiones de que vuelve al Bailando. ¿Es así?
R.: –No. Pongo mucha energía en las cosas que hago. No podría.