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Falta de perspectiva

*Por Alberto Rubio. El año que comienza inaugura la segunda década del siglo XXI. Las tensiones, propias y globales, del período que termina y las expectativas del tiempo electoral que se inicia ¿nos han permitido percibirlo?

Creo que no. Por alguna o varias razones, que no es el caso aislar, Argentina ha perdido el hábito de las miradas en perspectiva. A diferencia de aquella poco interpretada generación de los ochenta (siglo XIX) nos preocupa el hoy y como mucho el cercano corto plazo. Algo así como una comunidad carente de nietos.

Sin embargo hoy el futuro es objeto de diseño, no de pronóstico. Programas de largo plazo, consensuados entre los actores institucionales, sociales y empresarios, que se reflejan en políticas sectoriales específicas, para que las coyunturas por venir sean resultado de decisiones previas y no sorpresas imprevisibles. En ese marco, los inversores productivos valorizan riesgos y toman decisiones.

Los especuladores pueden no hacer daño cuando sólo son burbujas en una corriente firme de espíritu de empresa, pero la situación es seria cuando la empresa se convierte en burbuja dentro de una vorágine de especulación, así se expresa John Maynard Keynes en el capítulo 12 de su Teoría General cuando trata sobre El Estado de las Previsiones a Largo Plazo. Y termina diciendo: cuando el desarrollo del capital en un país se convierte en subproducto de las actividades propias de un casino, es probable que se realice mal.

No cisnes negros, sino océanos azules. Nada más límpido y carente de condicionamientos que el futuro. De allí que las economías maduras, al mismo tiempo que se ocupan de los problemas del presente, diseñan la década.

Hay un caudal de información, pública y accesible, que así lo muestra. Las sociedades avanzadas, que ya no corresponden sólo al hemisferio norte del mundo, exhiben una interesante diversidad de enfoques y también de similitudes. Las más ambiciosas, no sé si decir las más progresivas, hacen planes para el 2025 y hasta para el 2050. El mundo ha reinstalado la idea de progreso y se mueve a ese ritmo. Un horizonte mejor, que requiere el compromiso del crecimiento. El progresismo que no impone los sacrificios del crecimiento termina transformado en regresismo.
El espíritu de progreso, de empresa, que identifica la dinámica de los países emergentes es vocación de avance, de saltos hacia adelante, de perfeccionamiento.

Si algo se destaca en la sociedad actual son los efectos de una poderosa alianza estratégica entre ciencia (investigación), tecnología (desarrollo) y empresa (innovación).

¿Subscribimos a esta cultura global, de la cual resulta la nueva gestión del crecimiento y la expansión, para dar respuesta a las grandes preguntas que conforman la agenda crítica de la época? Sobreabundancia de especulaciones acerca del 2011. Vacío de ideas en debate para la década.

Energía, transporte, agua, estrategia comercial, recursos humanos capacitados para el perfil productivo de un plan estratégico adecuado a las oportunidades de la región y el mundo, marco jurídico consistente, son cuestiones en espera. Hay que tenerlo en cuenta.