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Estado y mercado en tensión

*Por Julio César Moreno. La gran crisis financiera y económica mundial que estalló en 2007, con fuertes réplicas en varios países europeos y, en general, en el mundo entero, puso al rojo vivo un tema que parecía enterrado por la historia: la crisis del capitalismo.

Y es así que hay pensadores que están nuevamente de moda, como Karl Marx, y hay una especie de "revival" del marxismo como crítica del capitalismo, de su intrínseca tendencia a generar crisis de gran intensidad, que atraviesan los mares y se expanden como olas embravecidas y verdaderos tsunamis por todos los continentes. Sin embargo, esa suerte de resurgimiento del marxismo acaece sólo dos décadas después de la caída del Muro de Berlín y de la posterior implosión de la Unión Soviética y toda su área de influencia, que fueron un clamoroso mentís a las previsiones de Marx. La cuestión, pues, forma parte de un debate que incluye muchos aspectos y que es de una gran complejidad.

Puede decirse, en efecto, que el marxismo se mantiene vivo como crítica del capitalismo, pero que fracasó como teoría de la revolución y de la construcción de una nueva sociedad. Por otra parte, no faltaron pensadores y partidos políticos de orientación marxista que sostuvieron que la URSS y la Internacional Comunista traicionaron el verdadero pensamiento de Marx, sobre todo durante el período de Stalin. La Unión Soviética fue uno de los grandes vencedores de la Segunda Guerra Mundial, y el Ejército Rojo hizo flamear en 1945 la bandera roja con el martillo y la hoz en los altos del edificio del Reichstag. Pero menos de medio siglo después, el régimen soviético se derrumbó, no como resultado de una invasión extranjera, sino por sus propias e insalvables contradicciones y de sus grandes fracasos en todos los planos. Con una agravante: que la caída de la URSS no fue sucedida por el reformismo democrático, como muchos anhelaban, sino por la irrupción de un "capitalismo salvaje" -que hubiera horrorizado a Marx- y el mantenimiento de formas autoritarias de gobierno.

Queda finalmente China, que es la segunda potencia mundial y que logró en dos décadas un monumental crecimiento económico, inspirado en el modelo lanzado por Den Xiao Ping hace poco más de 20 años: la conjunción de régimen político comunista y economía de mercado. Y este exitoso "comunismo de mercado" no figuraba en la visión histórica del marxismo ni de ninguna otra teoría política. Como tampoco figuraba la revolución árabe en curso, que al parecer está menos atada al islamismo ortodoxo y violento que a una democracia que otorgue a la ciudadanía derechos políticos y pluralismo, así como progreso e igualdad de oportunidades. Queda también América latina, que tras la violencia y las dictaduras de las décadas de los años 60, 70 y parte de los 80, recuperó la democracia hace más de un cuarto de siglo, aunque con una deuda pendiente: establecer un nuevo equilibrio entre Estado y mercado, que garantice a los latinoamericanos la vigencia de esos mismos principios que hoy animan a todos los pueblos del mundo. La pobre discusión política que hoy impera en la Argentina no debe hacer olvidar esos grandes objetivos comunes.