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¿Es posible "leer el pensamiento"? (III)

La respuesta es afirmativa y todos somos potenciales "lectores del pensamiento". Descubra algunas modalidades de esta curiosa condición humana.

El mentalista Randall Brown y el neurólogo George Beard abrieron una nueva perspectiva sobre un viejo y controvertido tema. Los aportes de ambos enriquecieron tanto al Ilusionismo como a la Ciencia.

Los herederos de Randall Brown

Las experiencias de "lectura de la mente por contacto" que realizaba Brown fueron una gran fuente de inspiración para otros artistas que, luego, se las ingeniarían para perfeccionarlas y hacerlas aún más enigmáticas.

El primero y más destacado oportunista fue Washington Irving Bishop (1856-1889), quien habría accedido al secreto de la técnica de "lectura muscular" mientras se desempeñaba como asistente de Brown.

Por ese tiempo Bishop tenía la doble tarea de asistir y representar a Anna Eva Fay (1851-1927), una de las más famosas mentalistas y médium teatral que formó parte de la larga lista de espiritistas fraudulentos que engañó, en 1875, al crédulo investigador William Crookes (1832-1919). Agrego este dato porque algunos historiadores sugieren que Bishop obtuvo de Brown el secreto de la "lectura muscular" a cambio de revelarle algunos de los trucos de la "cabina espiritista" que realizaba Fay con suma habilidad, y que Brown incorporaría para ampliar su show junto a su esposa Lillie May como médium [Banachek, op. cit. p. 14].

Pero el mérito mágico de Bishop fue darle una mayor teatralidad a la lectura muscular. Pasó a la historia por la incorporación de la ilusión de "conducir vendado" un carruaje tirado por caballos y, mientras mantenía contacto físico con uno de los ocasionales pasajeros, encontraba un objeto oculto en algún lugar de la calle [Wiley, B. H. The Thought Reader Craze: Victorian Science at the Enchanted Boundary, pp. 184-185]. Efecto que también fue muy bien explotado publicitariamente por otros mentalistas que lo sucedieron.


Otra particularidad de Bishop fue que mientras se manifestaba en contra de los fraudes espiritistas, incluso denunciando en la prensa a su ex empleadora Eva Fay (New York Daily Graphic, 12/04/1876), por otro lado ingresaba al negocio de los charlatanes autoproclamándose como un psíquico genuino. Es más, esto último le trajo serios conflictos con sus propios colegas y, durante una gira por Europa, fue demandado judicialmente por el gran ilusionista John Nevil Maskelyne (1839-1917), viéndose obligado a huir de Inglaterra para evitar pagar una multa de 10.000 libras por presentarse como un verdadero dotado paranormal [Randi, J. (1992) Conjuring. St. Martin's Press, N.Y., p. 206].

Interés científico

En ese mismo país, en 1881, Bishop fue invitado por miembros de la Royal Society de Londres para realizar algunas demostraciones a fin de indagar sobre sus supuestas capacidades de "lector de la mente". Se llevaron a cabo dos encuentros (28/05 y 11/06) en la casa del Prof. G. Croom Robertson, editor de la histórica revista británica Mind, y con la asistencia de los notables George J. Romanes, Francis Galton y el Prof. Ray Lankester.

El pícaro Bishop sostenía que él ignoraba su modus operandi en la "lectura de la mente" y sólo deseaba que esto fuese investigado adecuadamente y explicado satisfactoriamente. También se acreditó con una carta favorable del Dr. William B. Carpenter (1813-1885) como que sus experiencias eran dignas de atención científica.

En todas esas experiencias Bishop trabajó vendado con un pañuelo y dos trozos de algodón debajo que cubrían sus ojos. Era acompañado fuera de la habitación mientras alguien ocultaba un pequeño elemento (moneda, caja de fósforos, tarjeta, estuche) y, a la voz de "listo", Bishop ingresaba para tomar la mano de uno de los participantes y colocándola sobre su frente iniciaba la búsqueda del objeto. Advirtieron que le resultaba más fácil lograrlo con determinados "transmisores" y, en virtud de esta observación, planificaron para el segundo encuentro dos experimentos con cada uno de los cuatro participantes. Con Galton, Robertson y Lankester, el fracaso fue absoluto; mientras que con Romanes tuvo un éxito parcial y otro total.

Las conclusiones de esta comisión fue la siguiente:

"De este breve resumen de los resultados obtenidos siguiendo los propios métodos del Sr. Bishop, se verá que todo su poder para localizar objetos o lugares pensados por una persona a quien le ciñe su mano, es incuestionablemente sorprendente. Por supuesto, la hipótesis que inmediatamente se sugiere para explicar el modus operandi es que el Sr. Bishop se guía por las indicaciones dadas inconscientemente a través de los músculos de su sujeto ― la presión diferencial jugando su rol significativo como las palabras 'caliente' y 'frío' en el juego infantil. El propio Sr. Bishop no rechaza esta hipótesis, pero insiste en que, si esto es verdad, él no lo hace conscientemente. Él describe sus propios sentimientos como los de una abstracción de ensueño o 'ensoñacion', y su hallazgo de un objeto oculto, etc., como una 'impresión transmitida' sobre él. Pero, si bien puede ser (y por supuesto no tenemos formar de probar esta afirmación), todos nuestros experimentos vienen a demostrar que la hipótesis en cuestión es la verdadera, y que el Sr. Bishop debe todo su éxito por un proceso de interpretación, sea consciente o inconscientemente, de las indicaciones que le suministraban sus sujetos ―involuntariamente y sin saberlo― a través de los músculos."

Por último, llevaron a cabo otros experimentos atendiendo algunas afirmaciones de Bishop acerca de su ocasional capacidad de leer los pensamientos sin valerse de la contracción muscular, o sea extrasensorialmente. "Los experimentos consistían en que el sujeto mirara alguna letra del alfabeto que el Sr. Bishop no podía ver, y éste intentaba leerle en sus pensamientos qué letra era. Si bien tuvo éxito en este experimento la primera vez que lo intentó, después falló tan frecuentemente que consideramos sin dudarlo que el único éxito se había debido a un accidente, y por lo tanto concluimos que si el Sr. Bishop tiene algún poder de 'lectura del pensamiento', propiamente dicho, él no ha podido demostrarnos evidencia del hecho" [Romanes, G. J. (1881) "Thought Reading" Nature 24, June 23, pp. 171-172].

Lo significativo fue que otro informe independiente, en un país diferente y con otro "mind-reader" famoso, fue coincidente con la teoría de "lectura muscular" propuesta por el Dr. George Beard en 1874. Cuando él leyó este trabajo publicado en una revista científica de tanto prestigio, de inmediato envió a Croom Robertson su artículo "On the Physiology of Mind-Reading" (Popular Science Monthly, Feb. 1877) y que, evidentemente, los integrantes de la comisión inglesa desconocían. Luego Robertson se lamentaría diciendo que si hubiera conocido ese artículo, difícilmente hubiese perdido el tiempo con los poderes de Bishop [Robertson, G. C. (1881) The Physiology of Mind Reading. Nature 24, July 14, Letters to the Editor, p. 236].

Este trabajo produjo algunas derivaciones inesperadas que merecerán su espacio en la próxima entrega.