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El vidente que ayudó en 'el milagro de los Andes'

Ante un nuevo aniversario del rescate de la tragedia aérea, revelamos la historia del vidente holandés que cumplió un rol clave.

 Mucha agua ha corrido bajo el puente sobre el denominado psíquico holandés Gerard Croiset (1909-1980). Durante la década del '70 su fama trascendió a nivel internacional gracias al denodado esfuerzo de su compatriota Wilhelm Tenhaeff (1894-1981), parapsicólogo que venía investigando sus supuestas capacidades extrasensoriales hacía tiempo. Desde que se hicieron públicas las "asistencias psíquicas" de Croiset para intentar resolver casos policiales (crímenes, desaparición de personas, etc.), su popularidad creció vertiginosamente. Tan es así que, incluso, se incorporó al pensamiento mágico rioplatense a través de una impactante tragedia que -hasta el día de hoy- también se recuerda como "el milagro de los Andes".

Nace un nuevo mito  

El viernes 13 de octubre de 1972, se produjo el accidente de un avión Fairchild F-227 de la Fuerza Aérea Uruguaya en la Cordillera de los Andes; de cinco tripulantes y cuarenta pasajeros a bordo tan sólo sobrevivieron dieciséis personas, entre ellos Carlos Miguel , hijo del conocido artista uruguayo Páez Vilaró y uno de los integrantes del equipo de rugby Old Christians, que viajaba en el avión.


Por más de 70 días el mundo estuvo en vilo por alguna novedad sobre el destino de los integrantes del accidentado vuelo 571. Durante ese período, se inició una nueva historia para el legajo de Croiset cuando Páez Vilaró -llevado por su comprensible desesperación de padre- decidió recurrir a los "servicios" del afamado vidente holandés a efectos de obtener algún dato útil que pudiera ayudar a localizar a los accidentados. Fue así que pasó a ser célebre en los medios periodísticos la frase que Croiset habría pronunciado respondiendo a la consulta: "Hay vida y hay muerte".


Ahora bien, con tanta 'precisión' en la respuesta, ¿cómo no salir airoso? Veamos las posibilidades de semejante ambigüedad y cómo puede gestar un aparente acierto:

  • Si todos sobrevivían, ¿a quién interesaría que también dijo "hay muerte"? Ya lo afirmó Croiset: "hay vida".
  • Si todos morían, ¿quién podría demostrar que en el momento del accidente, o cuando Croiset emitió su videncia, aún no había alguien exhalando su último suspiro?

Claro, así cualquiera es vidente. Si tiramos la monedita tendremos igual "certeza".

¿Lo dijo o no lo dijo?

Pero lo más interesante del caso es que, cuando se hacía referencia a este episodio, se seguía alimentando un mito por parte de periodistas y parapsicólogos , enfatizando el rol decisivo del vidente holandés Gerard Croiset. Pero nada más lejos de la verdad si tomamos en cuenta el propio testimonio de Páez Vilaró en una entrevista televisiva en la que aclara que no fue Croiset precisamente el dueño de esa frase 'profética':

"La Cordillera de los Andes estaba a distancias  de miles de  kilómetros de aquel holandés que desde Enschede, la ciu dad donde vivía, nos iba a guiar con su mente. Pero el caso más ex tra ño no es éste. Es el caso de que el Profesor Croiset, con sul ta do pa ra que nos ayudara, en ese momento estaba siendo ope ra do, es taba sien do objeto de una operación quirúrgica, y le pasó los po deres al  hi jo. Se interesó en el caso y, como quien pasa la pelota en un partido de rugby para hacer el try, le pasó la mente al hijo y le di jo atendelo tú el caso. Y  fue el hijo de Gerard Croiset el que en in fi nitas e in ter mi tentes comunicaciones nos fue acercando y me fue acer cando más fe y más refuerzos de  fe  para acercarnos al avión." [VER VIDEO "Brujería, ¿verdad o mentira?" - Informe a Fondo, ATC, 9/10/89]


¿Transferencia de poderes?

Es menester aclarar que en la literatura parapsicológica no existe ninguna referencia a que alguno de los cinco hijos de Gerard Croiset tuviera poderes parapsicológicos. La única mención que podría tener alguna relación es la que relata el biógrafo Pollack cuando dice: "Croiset está persuadido de que sus dos hijos mayores y uno de sus tres nietos (Gérard III) heredaron sus dones psíquicos. Pero el profesor Tenhaeff no ha visto ninguna prueba de ello." [Pollack, J. H., Croiset The Clairovoyant: The Story of the Amazing Dutchman. Doubleday, Garden City, New York, 1964; versión en castellano: Los Ojos del Milagro. Croiset el Clarividente. Edit. Sudamericana, Bs.As., 1967)].


Tampoco existe mención alguna acerca de que Gerard Croiset haya tenido la capacidad, o al menos lo haya intentado alguna vez, de traspasar sus 'poderes' a alguien. Incluso, en un reportaje que le preguntaron si estaba formando discípulos,  respondió: "No puedo hacerlo. No sólo no tengo tiempo, sino que tampoco sé si podría hacerlo." [Revista Radiolandia  2000, Buenos Aires, 3/11/98, p. 52]

Además, resulta difícil imaginarse a alguien que está siendo operado interrumpa la labor del quirófano para pasarle los poderes a un hijo.

El relato de Páez Vilaró continuó con la supuesta descripción que hiciera el hijo de Croiset sobre la caída del avión, cerrando con aquella célebre frase -"hay vida y hay muerte"- de la cual se dedujo que había sobrevivientes. Tampoco habló directamente con el hijo de Croiset puesto que no entendía el idioma, aunque casualmente había cerca un profesor de holandés que hizo las veces de traductor. Otro dato interesante que agrega es que decidió emprender un magnífico operativo de rescate en base a esa descripción, y lo más paradójico es que culmina diciendo que llegaron hasta el Cerro Picasso "sin encontrar absolutamente nada." ["Brujería, ¿verdad o mentira?" - Informe a Fondo, ATC, 9/10/89]

Lo cierto es que nadie encontró a los sobrevivientes. Fueron dos de ellos, precisamente Fernando Parrado y Roberto Canessa  quienes, después de una heroica travesía de varios días, encontraron al arriero chileno Sergio Catalán, quien les terminó brindando el ansiado socorro.


Conclusión

Si los datos que supuestamente aportó algún vidente hubieran sido precisos (como en algunos medios se había sugerido), ¿por qué no los encontraron? No olvidemos que tuvieron más de dos meses. Parrado y Canessa hallaron auxilio 69 días después del accidente (el 20 de diciembre de 1972).

Si este hecho fue tan significativo, ¿por qué se ignoró olímpicamente en el film "¡Viven!" y en el documental "¡Viven! ¿Milagro en Los Andes"? Ambos están basados en la historia oficial, reconstruida y asesorada por los propios protagonistas.


En la revista dominical Viva (Buenos Aires, 21/12/97) la nota de tapa fue "A 25 años de la tragedia de Los Andes". Entre excelentes infografías, fotos y conmovedores testimonios de los protagonistas, el caso del vidente holandés brilló por su ausencia, ¿por qué?  Tal vez la clave haya que encontrarla en las palabras de Canessa cuando explica los motivos del regreso al lugar donde vivieron ese doloroso episodio: "Había que quitarle el velo a la fantasía. Nuestros hijos nacieron con esta historia y tienen que conocerla al detalle. Si no, queda todo entre bambalinas y se mezcla lo que es la publicidad, la promoción y el marketing con la realidad".