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El vértigo legislativo

Por Mariano Spezzapria* La sanción de once leyes en tan sólo dos semanas podría decir mucho a favor de la productividad del Congreso, pero el apuro legislativo sirve más para entender el estado presente de la política argentina que para evaluar el desempeño de los diputados y senadores con alguna dosis de rigor.

El Presupuesto 2012, la nueva prórroga de la emergencia económica, la modificación del Estatuto del Peón Rural, la Ley Antiterrorista y la regulación del papel para diarios formaron parte de un denso paquete de proyectos que impulsó el oficialismo sobre este fin de año, bajo la férrea conducción de la Presidenta.

En los últimos dos meses, Cristina Kirchner estuvo lejos de la figura del dirigente que "hace la plancha" luego de un rotundo triunfo electoral. Es más, comenzó a gastar ese capital político con decisiones impopulares -pero necesarias- como la eliminación de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos.

El descontento que provocará esa medida -maquillada hasta el momento por la política comunicacional del Gobierno- comenzará a sentirse en marzo del año que viene, cuando empiecen a llegar a los hogares las boletas con los aumentos. Mientras tanto, el kirchnerismo avanza a paso redoblado sobre sus "enemigos".

Se trata de una lógica de acumulación política basada en los opuestos, o por lo menos presentada de esa manera ante la opinión pública. La batalla emprendida por el Gobierno contra el Grupo Clarín es el último eslabón de una larga cadena que comenzó a enhebrarse con la misma llegada del kirchnerismo al poder.

Sin embargo, la aprobación de la ley que regula la producción y distribución del papel para diarios constituyó un paso atrás para el oficialismo, porque perdió buena parte del consenso que había logrado con la Ley de Medios al desatender objeciones de diversos sectores políticos y empresarios.

Por caso, no contó en esta oportunidad con el apoyo del Frente Amplio Progresista que lidera Hermes Binner, ni tampoco con el respaldo de los diarios del interior que se vieron históricamente relegados por Papel Prensa. La sombra de Guillermo Moreno en el control de la importación de papel espanta a más de uno.

Más consenso logró el oficialismo con la ley que fijó un límite a la tenencia de tierras por parte de extranjeros y la modificación del Estatuto del Peón Rural, pese a la protesta del gremio que conduce Gerónimo Venegas. A fin de cuentas, el único senador que votó en contra de la norma fue Carlos Menem.

UN TROPIEZO

El resbalón más notorio lo tuvo el oficialismo con la llamada Ley Antiterrorista, porque si bien logró sancionarla con rápido trámite en el Congreso, recibió por ello una andanada de críticas que, en algunos casos, provinieron de dirigentes de sus propias filas y de aliados cada vez menos circunstanciales.

La voz más altisonante fue, en este escenario, la del juez de la Corte Raúl Eugenio Zaffaroni, quien directamente calificó como "un disparate" a la nueva norma y sugirió que el Gobierno se dejó presionar por el GAFI, el organismo internacional que combate el lavado de dinero.

De acuerdo a como quedó redactado el articulado de la ley, no habría riesgo de que los jueces la interpreten de un modo tal que terminen criminalizando la protesta social. Sin embargo, las declaraciones del titular de la Unidad de Investigación Financiera, José Sbatella, poco contribuyeron a despejar dudas.

El funcionario dijo que los medios de comunicación podrían incurrir en un acto terrorista al informar sobre corridas cambiarias y retiros de depósitos de los bancos, tal como sucedió en los días posteriores a la reelección de la Presidenta. Una advertencia desafortunada que el Gobierno debió desmentir.

CORTOCIRCUITOS

La arremetida oficialista en el Congreso puso en un segundo plano los cortocircuitos que se vienen registrando en la alianza de poder que sostiene a Cristina Kirchner. Pero no alcanzó para taparlos, porque Hugo Moyano volvió a exhibir en público sus diferencias con el Gobierno y con la propia Presidenta.

Ocurrió durante un encuentro con empresarios del transporte de cargas en el que también se esperaba la presencia de Daniel Scioli. Pero en ese momento, el Gobernador se mostró junto a la Presidenta en un acto en Lomas de Zamora, dejando en claro que a la hora de la verdad, su posicionamiento es invariable.

Todo ello pese a que debió reunirse con su vice Gabriel Mariotto a puertas cerradas para tratar de frenar las divisiones en su administración. "Hablaron de todos los temas de manera descarnada", definió un estrecho colaborador del Gobernador. Luego Mariotto salió a bajar el tono de la polémica.

Cristina sobrevuela las internas, incluso las que ella misma provoca, como el enojo de Moyano. Sabe que su capital político es inmenso y no vacila en usarlo, a juzgar por lo que sucedió esta semana en el Congreso, que trabajó con inusual rapidez. Pero políticamente corre el riesgo de incurrir en un "abuso de posición dominante", la misma categorización que el Gobierno atribuye a sus adversarios de ocasión en el mundo económico.