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¿El pánico le gana a la prudencia?

El virólogo Pablo Goldschmidt sostiene que estamos produciendo una catástrofe social y económica injustificada porque el Coronavirus no es ni por lejos más grave que otras gripes.

coronavirus argentina
coronavirus argentina

Pablo Goldschmidt es un virólogo que trabaja en Francia y sabe de qué habla. Tiene una mirada diferente y sin duda polémica. Consulté con varios médicos y doctores en farmacia y todos encuentran razonables los argumentos del virólogo argentino. Solamente dicen —en off— que  temen quedar pegados ante la opinión pública sí la propagación del Coronavirus no se detuviera.

La teoría de Pablo es que estamos produciendo una catástrofe social y económica injustificada porque el Coronavirus no es ni por lejos más grave que otras gripes comunes que causaron más muertes  y no tuvieron la repercusión mediática de esta pandemia. Lo que sigue son algunas conclusiones de este virólogo. Los que quieran escuchar la nota completa tienen un link para hacerlo. Es tan importante leer y escuchar lo que dice el virólogo como ejecutar al pie de la letra las recomendaciones de los médicos y las autoridades sanitarias.

Conclusiones del virólogo Pablo Goldschmidt

“Las opiniones mal fundamentadas expresadas por expertos internacionales, replicadas por medios de comunicación y redes sociales repiten el pánico innecesario que ya vivimos anteriormente. El coronavirus identificado en China en el 2019 provoca ni más ni menos que un resfrío fuerte o gripe, sin diferencia hasta hoy con el resfrío o la gripe tal como la conocemos”.

“Las afecciones virales respiratorias son numerosas y las provocan varias familias y especies virales, entre los que se destaca el virus sincicial respiratorio (sobre todo en bebés), los de la influenza (gripe), los metapneumovirus humanos, los adenovirus, los rinovirus y varios coronavirus, ya descriptos hace años. Llama la atención que a principios de este año se hayan disparado alertas sanitarias mundiales como consecuencia de infecciones por un coronavirus detectado en China, COVID-19, sabiendo que cada año hay 3 millones de recién nacidos que fallecen en el mundo de neumonía y 50.000 adultos en los Estados Unidos por la misma causa, sin que se emitan alarmas”.

“Muchos microorganismos se transmiten por saliva o tos en los humanos. El resfrío, transmitido por la saliva y por la tos, es provocado por más de 150 rinovirus. Diez millones de personas se contagiaron por la saliva y por la tos con el agente de la tuberculosis en el 2018, de los cuales 1 millón eran niños y 205 mil murieron. Lo mismo sucedió con la meningitis bacteriana, transmitida por la saliva, que afectó a más de un millón de personas en un año. El sarampión se transmite también por saliva, de ahí la urgencia que se impone para proteger con vacunas a la población”

“Nuestro planeta es víctima de un nuevo fenómeno sociológico, el acoso científico-mediático, desencadenado por peritos solamente sobre la base de resultados de análisis de diagnóstico molecular de laboratorio. Se fueron replicando comunicados emitidos desde China y Ginebra, sin que se los confronte desde un punto de vista crítico y, sobre todo, sin subrayar que los coronavirus siempre han infectado a los humanos y siempre provocaron diarreas y lo que la gente llama resfrío banal o resfrío común. Se extrapolaron previsiones absurdas, como en el 2009 con el virus influenza H1N1”.

“Un resfrío puede presentarse como una enfermedad benigna y autolimitada; pero es sabido que todas las enfermedades respiratorias, por más banales que se las considere, pueden afectar severamente a las personas fragilizadas, a personas con problemas cardiocirculatorios de más de 65 años, a personas con trastornos metabólicos, a inmunodeprimidos, trasplantados y, sobre todo, a las personas mal alimentadas y sin abrigo, y a las que no tienen acceso a equipos de salud competentes que les proporcionen medicamentos eficaces. Esta situación, claramente puesta de manifiesto para tantas otras enfermedades, se repite en todas las infecciones y el COVID-19 no es excepción”.

“El primer paso para que un virus infecte a una persona depende de la capacidad del virus de reconocer “cerraduras” o proteínas en la superficie de las células de ciertos órganos, no todos. Una vez que se pegue a su cerradura, puede penetrar en la célula y poner a su servicio toda la maquinaria celular del sujeto infectado para replicarse. Se ha podido determinar que hay individuos con muchas “cerraduras”, otros con pocas y otros con “cerraduras” más fáciles de abrir, lo cual está determinado por los genes. Por otra parte, hay un aparato defensivo de proteínas codificadas en el ADN que se conoce con el nombre de “reactoma”. En pocas palabras, todos los humanos somos seres vivos únicos frente a la agresión microbiana y frente a las transformaciones malignas de nuestros tejidos. Por ende, en ciertos individuos, un virus del resfrío banal puede hasta provocar una enfermedad gravísima si infecta las vías respiratorias inferiores y lesiona al pulmón”.

“Quienes lanzaron las alertas internacionales no tuvieron en cuenta datos que muestren si este virus u otros similares circularon en años anteriores. O si las personas que ya estuvieron expuestas a otras variantes de coronavirus tienen una protección parcial o total contra la cepa del 2019”.

“En primer término, es oportuno contrastar los datos de mortalidad y morbilidad con el número de casos positivos (los confirmados por laboratorio con relación al número de casos graves o el número de personas fallecidas). Lo primero que surge de los datos, más allá de los criterios biológicos referidos a la capacidad individual para enfermar y defenderse de la agresión viral, son dudas respecto de las cifras, si no se considera que las personas afectadas tuvieron o no acceso a servicios de salud competentes y equipados, y si recibieron a tiempo los tratamientos con fármacos adecuados”.

“Si no hay una justificación biológica de predisposición individual, la diferencia podría deberse a la calidad de las instituciones médicas, a las razones que hicieron que pase el tiempo antes que las personas afectadas acudan a los centros de salud, o la calidad de la capacitación de los centros médicos y a la disposición de recursos para tratar enfermedades respiratorias agudas. Debemos imponer moderación y valernos de datos concretos. No hay ninguna prueba que demuestre que el coronavirus del 2019 es más letal que los adenovirus respiratorios, los virus influenza, los coronavirus de años anteriores o los rinovirus responsables del resfrío común”.

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