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El Indio Solari habló sobre el Parkinson: "La decrepitud es nefasta"

"Yo tengo Parkinson, que no es de ahora, pero con el tiempo empieza a manifestarse más. A mí no se me manifiesta temblando sino con rigidez", dijo el Indio Solari.

Tsunami, el documental sobre la vida del Indio Solari realizado por Mario Pergolini, se estrenó el lunes por la mañana. El film está disponible para ver a través de la página web de Vórterix, pero tal fue el furor de los fanáticos del ex líder de Los redonditos de ricota que se colapsó el sitio.


"Yo tengo Parkinson, que no es de ahora, pero con el tiempo empieza a manifestarse más. A mí no se me manifiesta temblando sino con rigidez", dijo el Indio Solari.

El rockumental Tsunami. Un océano de gente (dirigido por Julio Leiva y Maximiliano Díaz) se propone reflejar el fenómeno artístico y social, que es un recital de los Fundamentalistas del aire acondicionado. En este caso, se trata del show del 12 de Marzo en Tandil, jornada histórica que convocó a más de 200 mil personas.

Pero en medio de ese ritual rockero, el Indio Solari se explaya como nunca sobre el Parkinson que padece, sobre cómo afecta su vida y la idea de la muerte.

"Odio la decrepitud. Son esos 30 años que la ciencia nos ha dado después de los 50 [...]. El ser humano tiene estos 30 años a costa de una cosa espantosa que para mí es la decrepitud. Uno empieza a ver menos, a escuchar menos, un buen día se cagó encima. La decrepitud no es una sobrevida agradable, te duele todo, qué sé yo. Y yo debo estar entrando en eso, evidentemente", explica el Indio Solari.

El artista no se detiene ahí, y habla de su relación con la enfermedad: "No le encuentro ninguna gracia. Yo soy un adorador de la juventud y es algo que se escapa de las manos. Y un día, van y te dicen 'me parece que el papel picado ya no va', je. Yo me aferro a la vida, si no me pego un 'corchazo' y se terminó [...] Lo he pensado más de una vez, sí. No ahora. En este momento no estoy tan mal. Hay gente que sirve para viejo y otra que no (...). Creo que el ser humano tiene 50 años de vida genética y de plenitud genética. [...] Quiero vivir lo más que puedo, pero intelectualmente creo que la decrepitud es nefasta".