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El ahorro y la palabra empeñada

*Por Emilio J. Cárdenas. Hace apenas un par de semanas, la posibilidad de que el populista Ollanta Humala fuera el nuevo presidente del Perú comenzó a crecer y a preocupar a muchos, por todo lo que significa entronizar en el poder a alguien cuya visión ciertamente no concuerda con el sistema capitalista, que es ciertamente el que ha puesto al Perú actual en un camino claramente ascendente.

Humala propone disimuladamente el colectivismo, con bastante habilidad y con toda suerte de cortinas de humo y disfraces.

Esa posibilidad de cambio de rumbo, sin embargo, parece ahora haber disminuido un tanto porque las encuestas sugieren que en la segunda vuelta Keiko Fujimori derrotaría a Ollanta Humala. Keiko lidera por un margen del 6%, que ha venido creciendo. Así Humala terminaría –otra vez– como frente a Alan García, quien –viniendo de atrás en las encuestas– terminó desbancándolo en la última elección presidencial.

No obstante, la opción de Humala en la presidencia no es descartable. Para nada. Y, pese a la imagen de presunto "moderado" que intenta proyectar el "bolivariano", la desconfianza que genera en los operadores es enorme. Comprensible, ciertamente.

Por esto la administración de Alan García está tratando de impedir que, a la manera de los Kirchner (que nacionalizaron nada menos que unos 24.000 millones de dólares, que estaban antes administrados por las AFJP argentinas) Humala termine dándole un "manotazo" a los ahorros de los peruanos que se construyeron pensando en que estaban destinados a cubrir el futuro de quienes hicieron aportes a los Fondos de Pensión, que ya tienen activos del orden de lo 30.000 millones de dólares.

Así lo ha anunciado el ministro de Hacienda, Ismael Benavides, que está tratando de lograr que el Parlamento –en su actual composición– proteja a los ahorristas del riesgo serio de perder todos sus ahorros para el futuro. El respectivo trámite parlamentario progresa aceleradamente.

La sospecha que abona el esfuerzo es que Humala tratará de convertir esos ahorros en gasto inmediato. Posiblemente de consumo.

Al hacer el anuncio, Benavides se refirió explícitamente a lo sucedido en la Argentina, como un grave riesgo a evitar en el Perú. Por la tremenda injusticia que supone y por el impacto adverso que tendría sobre la confiabilidad de un país que se anime a tomar una medida confiscatoria semejante.

Humala –cabe apuntar– es abiertamente partidario de un sistema estatal de jubilaciones y pensiones, como todos los "populistas-estatistas". Todo lo contrario a confiar en el sector privado, que tan exitoso ha sido, por ejemplo, en Chile. Aunque lo cierto es que –en sus desconcertantes marchas y contramarchas proselitistas– ha dicho que no intentará "destruir" el sistema privado, pero hay que querer creerle y éste es su pequeño-gran problema, como sugiere su descenso en las encuestas, pese a los esfuerzos de Mario Vargas Llosa por movilizar a los peruanos en su favor. O quizás precisamente por ello.

El ministro Benavides propone concretamente que la ley transforme a un eventual "manotazo" sobre los ahorros privados en los fondos de pensión en una ofensa constitucional, esto es en una obvia e inaceptable violación del derecho de propiedad de los ahorristas. Hablamos de proteger a unos 4,7 millones de peruanos que han elegido la cobertura privada, hoy expuestos al "Ollantazo".

La intención de Benavides es ponderable. El tiempo, en cambio, es escaso. Pero sólo haber planteado el problema, comparando el Perú con la Argentina, es –en sí mismo– sano. Porque no se puede perjudicar a algunos y disolver el ahorro nacional peruano, como si ésas fueran cuestiones sin mayor importancia. Como sucedió entre nosotros.

(*) Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas