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Dolor, emoción a una década del 11-S

*Por Carlos Burgueño. Lloraron los hombres y las mujeres; los norteamericanos y los extranjeros. Los chicos y los grandes. Lloraron los blancos, los negros, los árabes, los latinos, los anglosajones y los europeos. Lloró Barack Obama y lloró George Bush (h).

Lloraron sus esposas, Michelle y Laura, y también Rudolph Giuliani y Michael Bloomberg.

Lloraron los sobrevivientes, los familiares de las víctimas y los voluntarios de aquel 11 de septiembre de 2001. Lloraron los turistas y los curiosos.

De alguna manera, todos participaron ayer del emocionante y profundo acto que la ciudad les dio ayer a los más de 2.980 muertos por aquel atentado terrorista contra las Torres Gemelas del que ayer se cumplieron 10 años y que cambió la historia de este país y del resto del mundo.

El tiempo dio un guiño a la ceremonia. Luego de casi una semana de clima inestable, con jornadas de verdaderas tormentas tropicales que amenazaban la posibilidad de desplegar a pleno todas las etapas preparadas para el nuevo memorial inaugurado ayer, finalmente el cielo dio un guiño y un fuerte azul acompañó al menos las primeras horas de la ceremonia.

Exactamente a las 7, los grifos de las dos cascadas que recuerdan a las víctimas comenzaron a lanzar agua y el acto comenzó así oficialmente.

A las 8.10 se hicieron presentes Barack Obama y George W. Bush, con sus esposas Michelle y Laura, seguidos de cerca por el alcalde Michael Bloomberg. A pocos metros caminaba el único político especialmente invitado: Rudolph Giuliani, el gobernante de Nueva York en el momento de los ataques, un hombre que por sus acciones en aquellos días de septiembre de 2001 y posteriores se convirtió en una leyenda. Todos se ubicaron detrás de un importante cristal blindado.

«En un día de sol perfecto, pero de 10 años atrás, nadie pudo pensar lo que sucedió aquí», fueron las palabras de Bloomberg que abrieron las ceremonias .»Diez años han pasado desde aquel día de azul cristalino y, desde entonces, hemos vivido en parte en la luz y en la sombra. Desde acá se recordará por siempre a los que perdimos en Nueva York, Washington y Pennsylvania», completó el alcalde de Nueva York.

A las 8.46 se dio el primer minuto de silencio. Fue cuando se recordó el primer atentado. El del vuelo 11 de American Airlines, que se estrelló contra la primera torre y dio comienzo a aquel día trágico. A las 8.48 comenzó el discurso de Obama.

No era una jornada para mensajes políticos. Por eso el presidente de los Estados Unidos eligió el salmo 46 para sus palabras de reflexión -que pronto se convertía en trendingtopic en la red social Twitter-. Éste habla de Dios «como nuestro refugio y fortaleza. Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque desaparezca la Tierra y se traspasen los montes al corazón del mar». Concluye el salmo con algo que ya advirtió George W. Bush hace 10 años a Al Qaeda: «El Señor está con nosotros».

Comenzó entonces el destino más importante del acto: la mención de cada una de las víctimas por parte de algunos de los familiares, mientras el celista YoYoMa y una orquesta de cámara acompañaba con acordes de música de réquiem. Se eligió que sean grupos de 30 los que dijeran los nombres de los fallecidos y que se despidan con un saludo especial en el momento que cada hijo, hija, esposa, esposo, nieto o nieta les tocara mencionar a su ser querido.

Algunos lo hicieron en su idioma de origen (italiano, español, alemán, mandarín o árabe). Fue quizás ése el momento de más lágrimas. Incluyendo a un Obama abrazado por su esposa Michelle. Un Bush con gesto firme quería evitarlas, pero su esposa Laura no dudó en no evitarlas e invitar con un gesto a su marido a que se seque las suyas.

A las 9.30 comenzó el segundo tiempo de silencio, cuando se recordó al vuelo del United 175 que chocó contra la segunda torre. En ese momento tomó el micrófono Bush y aparecieron los primeros aplausos de la mañana. Eligió para su mensaje recordar una carta de Abraham Lincoln a una madre (Lydia Bixbi) que había perdido a sus cinco hijo durante la guerra civil norteamericana en el siglo XIX. La frase fue «los sacrificados por la patria están hoy en el altar de la libertad».

Peter Negron, hijo de una víctima, abrió el discurso de recuerdo a los familiares. Amigos y compañeros de trabajo de los fallecidos pudieron comenzar a recorrer los dos monumentos del nuevo memorial. Se trata de dos grandes piletas cuadradas, donde permanentemente cae agua reciclada desplazada en las bases donde hasta 10 años antes se levantaban las Torres Gemelas.

A las 9.37 comenzó el tercer momento de silencio, que recordó al vuelo de American 77 que chocó contra el Pentágono. Habló allí Andrew Cuomo, el gobernador de Nueva York y el hombre que defendió que la construcción del nuevo Word Trade Center no cayera en la lógica del ajuste de reducción del gasto público.

James Taylor y Paul Simon acompañaran con templadas canciones.

El cuarto momento de silencio se dio a las 9.59, cuando se recordó la caída de la torre sur. Comenzó allí la flautista clásica Emi Ferguson a tocar «Amazing Grace», una pieza elegida como himno por muchas de las víctimas.

A esa altura, pequeños grupos de nuevos amigos, abrazos, llantos, personas arrodilladas mirando al cielo, desmayos y aplausos se multiplicaban por todo el playón. A las 10.03 fue el quinto minuto de silencio por el vuelo de United 93, recordando la caída del avión que tenía como destino el Pentágono en Washington, pero por una revuelta de los pasajeros cayó finalmente en Shanksville, Pennsylvania.

A las 10.28 se vivió el último minuto de silencio. Cuando se recordó la caída de la torre norte. Fue el turno de Rudolph Giuliani, acreedor de los aplausos más importantes de la tarde.

Pasadas las 16, ya sin sol y con las amenazas de lluvia nuevamente sobre Nueva York terminaron de leerse todos los nombres de las víctimas y oficialmente terminó el acto.

Desde hoy, el memorial quedará abierto para el público en general.

Después de la visita a Nueva York, Obama rindió homenaje con una corona de flores a las 40 víctimas del vuelo 93 que se estrelló en Shanksville (Pennsylvania). Después se dirigieron hacia el Pentágono, para realizar otra ofrenda floral en el tercero de los escenarios de aquellos ataques. Al estrellarse en ese punto el tercer avión secuestrado murieron 184 personas.

* Enviado Especial a EE. UU.