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De Massera a Juan Suris: breve historia de la mafia china en la Argentina

Crímenes en la comunidad china: esta es una parte de la historia, no es la única ni es la verdad revelada, pero al menos resulta una aproximación a los submundos nuestros.

Prólogo necesario. A comienzos del siglo 19, China se debatía entre dos naciones. El místico país que desarrolló milenarias costumbres antes y después de Gautama el Buda, y la China donde la pandemia del consumo de opio la estaba diezmando mal. Traficantes ingleses habían instalado miles de fumaderos, donde los cuerpos iban a consumir la sustancia. Hasta el Emperador cayó en la adicción, pero pudo sobreponerse y tras eliminar a casi 3000 mercaderes (entonces habitaban 300 millones de personas), logró salvar la plaga de muertes y delitos que devinieron como consecuencia de los fumaderos. Fueron juicios sumarísimos, encontraban a los traficantes y los mataban en el acto. No había garantismos para salvar a los ingleses que manejaban el vicio del opio. Palo ya la bolsa, para usar un argentinismo. (¿Qué hacemos con los narcos que le venden "paco" a los chicos y los arruinan de por vida?).

China creció hasta ser hoy el país más poblado del mundo. A poco de llegar al poder la última dictadura militar, el entonces Almirante Eduardo Massera creó una fundación (trucha) de supuesto intercambio cultural con la República de China (Taiwán). El proyecto no tenía nada que ver ni con la cultura, ni con el turismo. China se sacaba de encima contingentes humanos y pagaba por eso. La organización que dirigía Massera los ingresaba a la Argentina y cobraba fortunas por esa falsa inmigración. Las familias chinas llegaban en barcos, y ya se había planeado que se dedicaran a lo que hoy abundan, los súper chinos. Así se fueron desarrollando desde hace 40 años. Familias que apenas aprendían el lenguaje ya estaban al frente de esos almacenes grandes que fueron desplazando a los antiguos almacenes de barrio. ¿Vos pensás acaso que los chinos vienen por cuenta propia y sin saber nada de nada de la Argentina se dedican a abrir bocas de consumo, se contactan con proveedores y mueven esa infernal masa de dinero? No es tan simple, pero tampoco un gran secreto.

Los chinos que desembarcan en nuestros puertos son llevados con su consentimiento y ellos tienen que ir reintegrando el dinero que en Taiwán pagaron para bajar en algo la densidad de población. No es que tienen que pagar peaje o protección, saben que están obligados a devolver el dinero que se pagó por ese tráfico de personas del cuál son víctimas. Nuestro abuelos inmigraron de una forma diferente, los que vienen de Oriente son otra cosa.

El negocio no terminó con la salida en escena de Eduardo Massera y sus socios, siguió en otras manos.

Esta gente de los súper es muy vulnerable, pero los que manejan negocios en el país son fuertes, muy fuertes. Cuando Guillermo Moreno le puso candado a las importaciones, cualquiera que recorriera las góndolas del Barrio Chino (China Town) del Bajo Belgrano podía observar que para China no había prohibiciones.

Tienen depósitos fiscales propios y han seguido importando como si nada. Y su red de influencia crece día a día en el negocio de la venta minorista de alimentos.

Pero la nueva inmigración no es gratis, tiene que pagar por instalarse en la Argentina y tener súper donde trabajar y alojarse.

Quienes no lo hacen son intimados y después de un tiempo prudencial si no cumplen son asesinados. Que la justicia, la Policía y la política se desentiendan de esos crímenes es parte de la hipocresía local.

La gente de La Fundación Alameda se llena la boca denunciando "trata de personas" pero de este asunto de los chinos nunca dicen nada. Gustavo Vera sabe por qué calla, pero ese es otro tema.

Juan Suris participó de una organización que hizo lo mismo que Massera hace 4 décadas, traficar personas desde Oriente. El socio-amigo de Leonardo Fariña sigue detenido en Bahía Blanca y entre las escuchas telefónicas con que cuenta el juzgado federal justamente hay evidencias de su gestión para desembarcar contingente de familias chinas en el Puerto de Bahía Blanca.

Después eran entregadas a los encargados de ubicarlos quienes con el tiempo les cobran los servicios, y quien no paga, muere. El ex intendente de Bahía Blanca, Cristian Breitenstein, un hombre fuertemente vinculado con China, era el referente de Suris. Nada es casual en este mundo, y la relación de Suris con los operadores portuarios de Bahía Blanca tampoco.

Los jefes de la llamada "mafia china" en Buenos Aires tienen varios centros de operaciones, uno de ellos situado en el "pent house" de un edificio próximo al Barrio Chino del Bajo Belgrano.

El otro, más desapercibido, funciona en las cercanías de la Estación Belgrano R (Residencial). De ahí salen las órdenes letales para quienes no pagan lo invertido en esos contingentes de tráficos de personas.

Igual que hace 200 años cuando el Emperador fumigó a 3000 traficantes de opio, hoy se procede en circunstancias diametralmente diferentes, pero la metodología es la misma.

Quien no cumple se lo mata sin más vueltas.

Repetimos que esta no es la única verdad, sino apenas una de ellas.

Y cuando te enteres que sicarios chinos matan a almaceneros de barrio, recordá que el negocio detrás de esa muerte es fabuloso. Aunque La Alameda nunca lo mencione, ese es el gran drama del tráfico de chinos en la Argentina. Desde Massera a Juan Suris, no hubo muchos cambios.