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Cuando salvar vidas es una vocación

*Por Tomás Rivas. Los guardavidas de la Popular de Mar del Plata, una de las playas más concurridas del país, contaron a lanacion.com cómo es su trabajo.

"Si laburás acá, podés laburar en cualquier playa del mundo. Mirá que yo hice esto en Australia, en México. pero esto es otra cosa". Al igual que sus compañeros guardavidas, Blas está orgulloso de su trabajo.

Los encargados de brindar seguridad en una de las playas más recurridas de la costa atlántica contaron a lanacion.com cómo es trabajar salvando vidas, recordaron anécdotas de sus años en la arena y explicaron cómo vivieron los cuatro días que duró la búsqueda de Franco, el chico que murió ahogado en su balneario quince minutos después de terminada su jornada.

Jorge, el Turco, es uno de los referentes de la Popular. Tiene 43 años y hace 20 que trabaja en estas playas. "Cuando era chico veía al guardavidas como alguien que estaba en la playa y podía manejar situaciones, tomar decisiones. Me tentó por ese lado. Después me di cuenta de que podía ser una buena salida laboral y que me podía servir como forma de vivir", cuenta este bañero que tras dos décadas de vocación conserva una infinidad de anécdotas.

La que primero viene a su cabeza es la "Virgen Milagrosa del Mar". En el verano de 1995, el Turco divisó a una niña de 6 años que se ahogaba en su playa. Tanto él como su compañero corrieron hacia el agua pero el panorama era complicado. En un momento, la niña se hundió.

Desesperados, comenzaron a buscar por abajo del agua cuando de repente la pequeña salió a la superficie, abrazada a un objeto. Nadaron hasta ella y la llevaron hasta la costa, donde se dieron cuenta de que aquel objeto era una imagen de una Virgen de yeso.

En cuestión de minutos, los visitantes de la playa crearon un pequeño altar en la arena que permaneció allí durante todo el verano. Varios, incluso, aseguraron haberse curado de distintos males. "Cuando nos fuimos, el 31 de marzo, se hizo una peregrinación. Esa imagen todavía está en la Catedral de los santos Pedro y Cecilia de Mar del Plata", cuenta el Turco, que sin embargo muestra cierto escepticismo respecto del misterioso fenómeno.

Mientras la charla se detiene cuando dos jóvenes se acercan a uno de los espigones y el Turco corre hacia el agua para alejar el peligro con su silbato, se acerca Bruno, el novato del grupo. Hijo de un reconocido guardavidas marplatense, debuta esta temporada en la Popular y trata de absorber la experiencia de sus compañeros. "Mientras habla con vos, él está atento a cien situaciones diferentes en toda la playa", dice con tintes de admiración sobre su colega, y subraya que "ese grado de atención te hace ganar 10 segundos que pueden significar la vida de alguien".

Leyenda o realidad. Consultado sobre la veracidad del mito que afirma que los guardavidas son grandes conquistadores, Bruno desmiente entre risas. "No es tan así. Si ganás en la calle, vas a ganar acá también. Pasa por un tema de personalidad".

El Turco vuelve del mar tranquilo porque la pareja salió del agua y recuerda la vez que unos recién casados tuvieron problemas para salir del agua. Asustado, el hombre comenzó a agarrarse de su mujer y a hundirla por la desesperación. El Turco, tras socorrerlos, debió presenciar una fuerte discusión en la playa con revoleo de alianzas incluido.

Detalles que salvan vidas. Más serio, el Turco vuelve a los conceptos clave de su trabajo. "Es muy importante observar los detalles. Por ejemplo, cuando mirás a la gente en el agua, lo más probable es que veas todas nucas. Si ves una cara, tenés que prestarle atención. Si alguien mira hacia nuestro lado es probable que esté necesitando algo".

El caso de Franco Sotelo. Unos 100 metros hacia el norte, en el otro puesto de la playa Popular, está José Luis Simón, otro histórico. Tiene 41 años, 23 como guardavidas, y vivió muy de cerca el angustioso proceso de búsqueda de Franco Sotelo, el joven que se ahogó hace una semana.

El miércoles pasado, José Luis y sus compañeros habían extendido media hora su turno, que habitualmente termina a las 20. Por eso, cuando a las 20.45 Franco -que por primera vez visitaba la playa- decidió nadar en el mar prácticamente de noche, sólo habían pasado 15 minutos de la partida de los guardavidas.

"Me afectó muy profundamente. Pensá que el pibe tenía la edad de ella." Ella es Sofía, la hija de José Luis. Acaba de cumplir 15 años y mientras contesta mensajes en el celular espera a que su papá termine de trabajar para volver a casa.

Durante los días de búsqueda, José Luis trabajó fuera de su horario para dar con el cuerpo de Franco. Muestra heridas y moretones en todo el cuerpo producto de los golpes contra el hormigón y los fierros de los espigones y asegura que la noche anterior a la aparición del cadáver le pidió a su padre, en el aniversario de su muerte, que le devuelva el cuerpo de Franco a su familia para que puedan despedirlo como corresponde.

Cuando el cuerpo apareció, José Luis estaba en plena búsqueda en las playas del norte con algunos familiares de la víctima y fue él, horas más tarde, el encargado de explicarle al gobernador Daniel Scioli sobre los detalles del hallazgo.

Normas que no se cumplen. "Nos da mucha bronca porque nosotros nos rompemos el alma trabajando y la gente no respeta las señales. En otros países, si hay un cartel de stop, la gente para. Si hay un semáforo en rojo, la gente no cruza. Acá las señales no se respetan y eso se traslada también al mar. Hay que estar absolutamente atento todo el tiempo. Por eso te digo que si trabajás en estas playas podés trabajar en cualquier parte", insiste Blas, compañero de turno de José Luis.