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Cristina demora su lanzamiento hasta junio (eligió teatro)

* Por Ignacio Zuleta. El irresistible descenso de Mauricio Macri a una candidatura porteña habilitó la mesa de arena del oficialismo para analizar las consecuencias en el proceso electoral nacional. Cristina de Kirchner hizo ese ejercicio anoche en su despacho de Casa de Gobierno, donde las luces permanecieron encendidas hasta tarde.

Allí escuchó a sus asesores políticos hablar sobre cuáles son las consecuencias en el voto del peronismo, el de la oposición y cómo deben acomodarse los próximos pasos de la estrategia.

Hasta ahora el Gobierno había demorado los grandes anuncios a la espera de que terminasen de instalarse todos los candidatos de la oposición, arco que queda reducido a los radicales Ricardo Alfonsín, Elisa Carrió y al peronista disidente Eduardo Duhalde. Por el mismo motivo se demoró hasta la exasperación la publicidad de los decretos de reglamentación del régimen electoral, que se conocieron el 15 de abril pasado, el mismo día cuando estalló la interna del peronismo federal. Fue consecuencia de que esos decretos demostraron que habrá efectivamente primarias el 14 de agosto, algo de lo cual esos peronistas disidentes dudaban y con argumentos.

La baja de Macri, sin embargo, no modificará por ahora el silencio de Cristina de Kirchner sobre su candidatura, asunto que nunca menciona en sus charlas con funcionarios, entornistas y asesores como los que se acercaron anoche a su despacho. Para desalentar cualquier especulación, dejó en claro la fecha y el escenario del anuncio de una aceptación de la candidatura. Será en el mes de junio en el Teatro Argentino de La Plata con un formato de acto prolijo y con escenografía dirigida a los sectores medios, es decir sin bombos ni barras y bien en el estilo que cultiva el anfitrión de ese día, Daniel Scioli.

No quedó claro en la reunión de anoche cuál será de la fecha. Debe ser antes, claro, del 24 de junio, fecha de presentación de las candidaturas nacionales.

No hay ese mes ninguna efemérides partidaria que justifique el acto; el peronismo ha dejado de recordar hace rato el 4 de junio, fecha del golpe militar que derrocó al Gobierno conservador y exaltó a la vida pública a Juan Perón. Podría la Presidente usar el 20 de junio, pero es una fecha patria que está en disputa partidaria: allí ha hecho actos la oposición del campo y no sería de buen gusto que se llevase el Día de la Bandera del monumento de Rosario al auditorio de La Plata, que se ha convertido en santuario de los grandes actos del kirchnerismo.

En la mesa de arena del oficialismo quedaron para analizar varios enredos aún sin solución hacia adelante:

# La baja de Macri en el escenario nacional deja a un sector del electorado que se identifica con el centro y el centroderecha sin representación. Macri, como antes Carlos Reutemann, basaron sus especulaciones presidenciales en un análisis corriente en los asesores y opinólogos a los que escuchan más de lo que les conviene, que dice que hay un lugar vacante en el centroderecha nacional que alguien tiene que ocupar. El «Lole» santafesino y Macri han decidido que por ahora no son ellos quienes lo representarán.

# Esto abre un campo para trabajar en todos los partidos para una zafra en ese electorado que no vota kirchnerismo ni radicalismo pero que va a ir a algún lado. Eso ha despertado a Eduardo Duhalde, quien este fin de semana, mientras se recuperaba de una gripe, se alegró en estos términos: «Esto se está poniendo lindo». Hasta ahora el manual del opinólogo argentino decía que el duhaldismo tenía terminal en Macri. Esos términos se dan vuelta: Duhalde cree que lo que Macri significa puede ir a parar a su postulación. 

# A esta altura de la campaña, admiten los candidatos que la elección no se hace en las alianzas ni las roscas que imaginan los políticos y sus consejeros, que fantasean con juntar el agua y el aceite creyendo que si dos dirigentes de distintos palos acuerdan algo, ese consenso se va a trasladar al electorado. La elección se hace, al final, en la urna, cuando el votante puede llegar a juntar lo que la dirigencia no pudo unir. El cuadro que deja hoy la salida de Macri de la competencia es el de una polarización entre Cristina de Kirchner y Ricardo Alfonsín, con un Duhalde allá abajo pero que puede convertirse en referente de un sector moderado de centroderecha.

# Más que alimentar las fantasías de Duhalde, la orfandad de ese electorado le señala a Cristina y a Alfonsín la necesidad de poner un llamador hacia esos sectores. Esto empapa el debate sobre los candidatos a vicepresidente. Cristina de Kirchner necesita un vice que arrastre votos en un distrito de los grandes, que le permita un triunfo en primera vuelta. Con Buenos Aires confiado a Scioli y con una Capital Federal en donde Macri hará una buena elección, le quedan Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Tucumán para sacar un vice que le agregue votos que ante la disponibilidad del sufragio que libera Macri tiene además que representar a esos sectores moderados. En síntesis, ese vice debe salir no de la Casa de Gobierno, donde Cristina acapara la representación del kirchnerismo, sino de una de esas provincias y que además actúe como llamador de los moderados.

# Lo mismo le ocurre a Alfonsín, que acapara la representación del radicalismo puro y que necesitará llamar también al voto moderado que libera Macri con la misma fuerza con la que tiene que retener las alianzas con el socialismo. La cercanía a Francisco de Narváez es lo más parecido a lo que necesita, pero la figura del «Colorado» sólo atrae por el morral con el cual hace política; sus consignas más bien ahuyentan al voto radical clásico y, desde ya, a los socialistas. Está en necesidad de que le surja un conmilitón que atraiga a los moderados -un Ernesto Sanz, diríase- o a un extrapartidario que cumpla esa función de ampliar la convocatoria.

# A Alfonsín lo corre en esa faena el armado de Elisa Carrió, que buscará quebrar la polarización Cristina-Ricardo acentuando su ataque al oficialismo. La pregunta es si en ese escenario binario Carrió podrá birlarle la posición de máximo opositor al hijo de Raúl, que tiene un partido nacional con un local en cada pueblo. Alfonsín no tiene el beneficio que significó para Cristina que Pino Solanas declinase su postulación a la presidencia, algo que podría significarle al kirchnerismo un drenaje de votos que podrían verse atraídos por el cineasta. Solanas es en realidad el inventor del peronismo tal cual se lo conoce hoy, y especialmente de la versión setentista en la que quiere referenciarse el kirchnerismo. Sus películas de aquellos años recrearon a un peronismo hasta entonces representado en la línea llamada de los zapatos café con leche, que solían usar los Torcuato Fino de aquellos años, emblema superado por el Perón que llamaba a la insurgencia en «La hora de los hornos» o la «Actualización doctrinaria». Sin Pino en la pelea se devalúa algo el rol colector de Martín Sabbatella, pergeñado para frenar a un Pino que ya se bajó. Carrió es para Alfonsín lo que era Pino para Cristina, pero sigue en carrera. Ya tiene el llamado al sector moderado con el armado actual con Alfonso Prat Gay y Patricia Bullrich, pero además convoca a votos radicales que puede írsele a Alfonsín.

# En esa mesa de arena del oficialismo queda aún sin dictamen el análisis de las elecciones provinciales. La de Catamarca mostró el regreso de la polarización peronismo-radicalismo, un fantasma que de nacionalizarse es una complicación para el oficialismo. Cada vez que ocurrió, en un país en donde hay menos peronistas que no peronistas, tuvo dificultades. Más rico en especulaciones es lo que ocurrió en Chubut, en donde el candidato de Mario Das Neves ganó, o empató al menos, la elección contra el postulante del kirchnerismo. ¿Quién votó al dasnevismo?, se preguntan en el Gobierno. Das Neves no «garpaba», no pagaba, es un dirigente lateral, sin proyecto nacional, identificado en el diluido Peronismo Federal que casi ya no existe. ¿Por qué ese electorado eligió a un partido que no le abre futuro porque su jefe se va a la casa? La pregunta en la mesa de arena del kirchnerismo es si esa adhesión a un candidato que no le ofrecía mucho no es el testimonio del rechazo al oficialismo en los sectores medios que se verificó en las elecciones de 2009.