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Cómo fue la boda de Luisana y Bublé

* Por Por Silvina Ajmat. Los preparativos comenzaron el día anterior. Había que levantar la carpa, ambientar la pista y comenzar a armar el pequeño escenario (4x7mts aproximadamente) para las actuaciones especiales de la noche.

La estancia Villa María parecía un castillo salido de un cuento de hadas. Situada aproximadamente a un kilómetro del camino de acceso, escondida entre la arboleda muy lejos de los medios y los curiosos que quisieran asomar las narices en la fiesta de casamiento de Luisana Lopilato y Michael Bublé, la casona se alzaba iluminada con románticos haces de colores. Sobre el parque se dispuso una carpa para albergar a los 300 exclusivísimos invitados al evento, ambientada por el reconocido decorador Martín Roig. Las mesas, enfundadas en impecables manteles blancos y rodeadas por desnudas sillas de madera, se ubicaron en varias filas dejando espacio suficiente para el tránsito alrededor de las mismas. Vestidas con vajilla de primera, cada una tenía un gran candelabro de cristal como centro de mesa, velas pequeñas y un bouquet de flores blancas. En el centro de la carpa una fila de bolas de espejos atravesaba el techo  y dos grandes árboles blancos se erigían para delinear el ámbito de las mesas principales. En un ala contínua, grandes y lujosas arañas de cristales coronaban el lugar.

Los preparativos comenzaron el día anterior. Había que levantar la carpa, ambientar la pista y comenzar a armar el pequeño escenario (4x7mts aproximadamente) para las actuaciones especiales de la noche. Así, los técnicos y colaboradores circularon por la estancia desde las 10 de la mañana del sábado, para que todo esté a punto a las 18, hora a la que se había citado a la gente para la ceremonia religiosa.

Los invitados llegaron puntualmente. Rodolfo Ranni y su esposa, Jorge Ibáñez, Patricia Sosa, Guillermo Francella, Marley, Adrián Suar y Griselda Siciliani, Osvaldo Laport y Viviana Sáez, Erica Rivas, Cristian Sancho, entre muchos otros famosos, desfilaron por la entrada desde antes del atardecer, ataviados con sus mejores atuendos. Es que no hay que olvidar que Michael Bublé es un artista internacional, y era sabido que las fotos de ese momento trascenderían las fronteras argentinas.

La ceremonia religiosa fue breve y sencilla, pero no por eso menos emotiva. Luisana hizo su entrada triunfal con el despampanante vestido diseñado para ella por Sylvie Burstin, con un ajustado corsé que resaltaba su curvilínea figura y una falda con muchos volados de tul y bordados. Michael, de impecable smoking Gucci, sonreía satisfecho. Pasadas las 19 los novios ya habían dado el sí ante Dios, y se dejaron ver en la entrada, donde cientos de curiosos y fotógrafos se agolpaban a la espera de la foto de la pareja.

Cumplida la misión, comenzó el festejo. El catering, a cargo de la empresa EAT, siguió a rajatabla el menú elegido por los novios, y no faltó buena bebida para brindar. Alrededor de las 22, luego de la entrada, subió al escenario Ricardo Montaner, el invitado especial para agasajar a la novia. Ya se sabía que Luisana había pedido con insistencia que el cantante interpretara sus hits en la boda y Michael, respetando sus dichos ("Quiero todo lo que la haga feliz"), resignó un momento el protagonismo para dar lugar a que se luciera otro artista.

"Después de que han pagado la entrada creo que merecen que los complazca", dijo el artista, a modo de introducción, para comenzar un mini recital que abarcó seis canciones. Entre tema y tema, iba intercalando algunos comentarios divertidos para amenizar la velada, con su simpático histrionismo. Aunque, según pudo saber hola.com.ar, también deslizó una que otra ironía: "Quiero que todos levanten sus celulares", dijo en tono de broma, en una especie de queja contra los anfitriones que les prohibieron a todos los invitados llevar sus teléfonos a la fiesta. Todos rieron sintiéndose identificados con el chiste: "¡Nadie tiene ningún celular! Yo que les prometí a mi gente de Twitter: 'Tranquilos que yo les voy informando lo que pasa en la boda, yo les voy mandando mis fotos exclusivas'. ¡Dios mío!", comentó, para carcajada del público.

También aprovechó su momento ante el micrófono para reclamarle a Bublé que debería hablar español: "Yo pensé que ya se lo había aprendido. Pero bueno le voy a regalar un CD mío para que se aprenda el español", dijo, y otra vez, resonaron las risas.

Twittero aficionado si los hay, el cantante no pudo contenerse y ni bien salió de la fiesta y pudo volver a disponer de su celular, comentó a través de la red social sus impresiones sobre la velada:" De verdad Michael y Luisana son una hermosa y cariñosa pareja. ¡La hemos pasado de maravilla! Michael y yo nos prometimos un reencuentro musical muy pronto", escribió.

Tras el concierto de Montaner, la cena continuó celebrándose según lo pautado. Alrededor de las 12, Luisana cambió su vestuario: ingresó con un diseño de Marchesa, también blanco, pero más sencillo y cómodo para la hora del baile. A esa hora Bublé y su banda ya tenían todo listo para empezar a tocar, y ella se trepó al escenario para bailar al ritmo de las canciones de su flamante marido. El le dedicó el tema "Haven´t met you yet", y juntos protagonizaron uno de los momentos más románticos de la noche.

A continuación, se armó el baile y la fiesta empezó a perder su elegancia en pos de la diversión. No obstante, gran parte de los invitados se retiraron alrededor de las 3 de la mañana y sólo los más íntimos acompañaron a los novios hasta las 6, cuando el sol empezaba a despuntar y la suite matrimonial parecía llamar a gritos a los tortolitos.