"Buscaba la muerte y con "el chino" encontré la vida"
La nueva Camila Perisse, con su pareja, tras el infierno. Fue uno de los mayores iconos sexuales de la historia argentina.
Una verdadera precursora en todo sentido. Dueña del cuerpo más deseado de las décadas del ‘70 y ‘80, hasta le llegaron a ofrecer departamentos en pleno barrio de Recoleta por tenerla un noche, un rato o tan sólo un instante. Y aunque reconoce que jamás aceptó una propuesta de esa índole o cayó en la promiscuidad, la vida de Camila Perissé (57) tuvo el capítulo más oscuro de su existencia de la mano de la cocaína, droga que casi termina con todos sus sueños y motivos para vivir.
Radicada en Lobos junto a su pareja desde hace 22 años, Julio "Chino" Fernández (53), la actriz conduce "Camila sin siesta", su propio programa que se emite por AM Radio Antena, todos los sábados de 13:00 a 16:00, y se prepara para encabezar el filme "Helena", de Milka López, en enero. Estrella de los shows televisivos de Tato Bores, fue la primera actriz en el país en realizar un desnudo en escena en la obra "La señorita de Tacna", en 1981, de Mario Vargas Llosa y para una revista. Incesante luchadora de la vida, vivió en los Estados Unidos, donde su "cafetín", como llama al bar que tenía allí, fue publicado en la tapa de un suplemento del periódico "The New York Times". En Nueva York se recibió de personal trainer y, además, es profesora superior de danzas nativas, profesora de inglés, masajista holística y hasta toca (y con mucho talento) la guitarra.
"Soy una mujer sin medida. Siempre doy y pongo todo. Muchos años estuve esperando la muerte, pero hoy me abrazo a la vida y al amor", relata con emoción en su campo preferido de
Lobos. En una entrevista exclusiva con CARAS, Camila se animó a repasar los momentos más duros y felices de su vida.
—Le propongo un viaje en el tiempo, repasemos su vida durante su época dorada.
—Fueron momentos maravillosos.
He trabajado con grandes de la vida y la actuación. Y te puedo decir que muchos padres le han puesto a sus hijas Camila por mí.
Hice cosas muy atrevidas para la época y me han pasado otras increíbles como que varios hombres me ofrezcan departamentos por mi cuerpo. ¡Una locura! Es raro pensar en todo lo que viví hasta ahora, porque el tiempo ha pasado, pero también se ha quedado. Trato de no estar siempre pensando en lo que fui, porque hay gente que quiere que el tiempo no pase más, pero yo no soy así. No quiero parecer de 30 otra vez, así como estoy soy feliz.
Mi época fue tan buena que hubo gente que lo único que quería en la vida era ser como yo. Y yo siempre les respondía que, afortunadamente, no fueron como yo. Lo digo algo en serio y algo en broma... Antes no veía lo que significaba para la gente, pero ahora me doy cuenta de lo que fue mi persona en esa época, la de los `70 y los `80.
—Me quedé pensando en su frase: "Afortunadamente no fueron como yo"...
—Es que luego de tanto éxito, glamour y flashes llegaron épocas muy oscuras, cuando caí en las drogas y hasta estuve internada en un manicomio. Las fotos más fuertes de mi vida, las que me quedaron en el alma y en la memoria, son las que guardo de cuando estaba en el manicomio. Era una institución muy bella, situada en Caballito.
Una casa andaluza divina. Soy muy desordenada con las fechas así que no sabría decir cuándo fue todo esto, y los verdaderos porqués de todo. Recuerdo mucho el día en que me fui y salí con mi bolsito de ese lugar. Antes de cruzar la calle me di vuelta y vi a todos mis "loquitos" con lágrimas en los ojos porque me iba. Fue tremendo, con ellos compartí mucho en la vida.
Yo les digo "loquitos", pero no lo estaban, el tema es que nos vivían metiendo pastillas. Creo que me internaron en 1987, antes de conocer al "Chino".
—¿La internación fue posterior a su época más dura con el consumo de drogas?
—Sí, mi época con la droga fue tremenda, un día me tomaba todo y quizás al siguiente no, pero nunca fui ni promiscua ni alcohólica.
Sabía que en algún momento iba a parar, pero no podía. ¿Sabés cuántos amigos y amigas cayeron en la promiscuidad y murieron de SIDA? En esa época los caballeros (algunos, no todos), traían "bolsitas" para que consumas y luego llevarte a la cama, pero a mí me podrían haber llevado un cargamento de cocaína y yo jamás hubiese aceptado. El foco auto-destructivo estaba muy claro, era la droga...
—¿En ese momento pensaba que lograría superar sus adicciones o que la droga la iba a vencer?
—Internamente tenía la convicción de que sí, que iba a salir, pero la verdad no sabía cuándo podía suceder. Y, ojo, atento, lo logré gracias a mí. No existe nada de afuera que te pueda ayudar. Vos podés ir a un lugar a que te desintoxiquen pero la determinación es única, privada y personal.
—¿Pensó en quitarse la vida en algún momento?
—No sé si quitarme la vida, pero sí te puedo asegurar que en un momento sólo esperaba la muerte.
Para mí ya estaba todo terminado.
No tenía nada más que hacer, hasta que apareció "el Chinito" en mi vida.
—¿El amor del "Chino" la salvó?
—Totalmente. En esa época yo ya había decidido que quería morirme.
Hoy puedo decirte que, sin perder las individualidades, con él nos cambiamos mutuamente. No existe persona conocida o por conocer que se acerque a lo que él significa para mí. Nosotros somos indestructibles. El día que hablé con él por primera vez, me enamoré para toda la vida. Aún recuerdo todo perfecto... Una amiga francesa me quería llevar a un bar. Por ese entonces ya estaba cansada, y si me moría no pasaba nada. En fin, me vestí de negro, con un sombrero y nos fuimos al bar que, casualmente, era del "Chino". Me lo presentaron y esa noche no le di bola, me quedé hablando con un amigo de él. Después desaparecí un tiempo y cuando volví ya no me separé nunca más del "Chinito", fue un 16 de enero, hace 22 años.
—¿Ese día se pusieron de novios?
—¡Qué de novios! El día que volví me quedé a vivir con él en el boliche. Estaba recién separado de su esposa y como le dejó todo, se fue a vivir al boliche. Yo vivía con mi abuela y le caí ahí. El lugar tenía una pieza en medio de los cajones de Coca-Cola. Mirá, parecía una cueva de narcotraficantes. Pero ahí me quedé. Al otro día me desperté y le dije: "¡Chino!, me quiero bañar...", y él, a los gritos y sonriente, me respondió: "Bueno, bajá".
Yo pensé que había un baño con ducha y todo, pero no, estaban los baños del boliche para los clientes.
Me metió ahí, sacó una manguera y con un chorro de agua helada me dijo: "Dale, bañate nomás...". Así se levantó a la mina que todo un país quería (risas). A partir de ahí comencé a cambiar. Yo era como un animalito herido que buscaba un refugio. Estaba entregada y vi cómo él se movía por mí. Finalmente, me di cuenta de que valía la pena vivir. Buscaba la muerte, sí, y con "el Chino" encontré la vida.
—Después de tantos años de situaciones límite, ¿cómo vive hoy?
—Feliz, enamorada, muy emocionada por el éxito del programa de radio, expectante por la película y con muchas ganas de volver al ruedo con todo. Quiero volver al escenario, con tantas cosas... Pero principalmente soy feliz y, para mí, la felicidad es tener la fuerza que se necesita para sobre llevar las infelicidades que se nos presentan. Y yo de esa, tengo hasta para regalar...