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Borensztein: "Viviana tiene una habilidad tremenda para ir por la cornisa"

El hijo de Tato Bores habló de su relación con la periodista Viviana Canosa, de su profesión y de su ex mujer, fallecida, Merlina Licht.

Alejandro Borensztein, arquitecto, escritor e hijo de Tato Bores, sorprendió hace poco con su relación con la periodista Viviana Canosa. Él, de muy bajo perfil. Ella, altamente expuesta. Junto a su hermano Sebastián fue guionista y productor del programa de su recordado papá.

Si bien ya tiene dos hijos, está esperando otro junto a la conductora. Es reconocido por su columna de humor político de Clarín. Y en una entrevista con entremujeres.com, declaró ser "ama de casa" y habló de su relación con Canosa.
Lo que vos escribís a la gente le interesa.

Es posible, pero no soy un improvisador y todo lo que hago -cuando escribo, hago televisión, incluso con la arquitectura- es resultado de mucho esfuerzo y no de mucho talento. Me ponés frente a la cámara y por ahí digo una pelotudez y después me quiero matar años enteros. Yo también soy de la tele y no me gusta ver a los plomos. Me gusta ver a un tipo que hable rápido, con criterio, que no titubee.

¿Hablar poco sugiere un misterio que te hace más inteligente?

Por eso, de última prefiero parecer a despejar todas las dudas (risas). Siento que con lo que hago y expongo de lo mío, me alcanza y me sobra. Me da cierto pudor. Tal vez no me animo. Pero la vida me demostró que todo cambia. 

Un ejemplo claro es que te enamoraste de una persona que habla de su vida en la tele, algo en lo que estás muy involucrado.

Sí. Cuenta de nuestra vida en común. Hay más cosas del "todo cambia" al que me refería antes. Que voy a tener un hijo. Pero también escribir, haber encarado hace cinco años un proyecto sobre política. Y de golpe estar en la página dos del diario Clarín, que justo es el epicentro del quilombo nacional, es increíble. No fue una cosa premeditada. Jamás imaginé que iba a ir por ahí. Mi vida pasa por otro lado: la arquitectura, la familia, producir televisión. Escribí durante muchos años por necesidad. Hice cosas importantes. Sin embargo, la gente me saluda en la calle por mi columna en Clarín.

¿Qué fue lo más importante que hiciste?

Los programas de mi papá. Eramos muy chicos y manejábamos una Ferrari. Salimos a hacer Tato y nos salió bien. Fue fuerte. Mi hermano era un tipo que hacía publicidad y le iba bien. Yo me dedicaba a la arquitectura y me iba bien y mi papá era Bores. Un día pensé que si no lo hacíamos nosotros, se iba a complicar. Los dos me dijeron que estaba loco. Pero se la jugaron y lo hicimos.

¿De qué manera te afectó la muerte de tu ex mujer?
Es muy raro sentir que tenés dos hijos y que sos la única espalda, da miedo. Hoy está todo controlado y bien, pero fue un shock impensado. Y todavía no hay día que no me acuerde de ella. Que no esté. La semana que viene le van a dar el diploma a mi hijo, que se graduó de economista, y me resulta increíble que ella no vaya a estar. Siempre reflexiono sobre la muerte: lo de mi papá está dentro de la naturaleza de las cosas, lo de Merlina no.

¿Te llevabas bien con ella?

El divorcio fue conflictivo. Tuvimos diferencias, distancias. Es difícil separarse. En el fondo, fueron comedia esas cosas. Son situaciones que si le ocurren a un tercero, dan risa. La política también es comedia. Yo quiero pensar todo este lío actual así. Si lo pienso como algo grave, en serio, estamos en problemas. Un domingo que no tenía ganas de escribir por una gripe, anoté lo que pasó en la semana y ya era gracioso en sí mismo.

¿Por qué creés que hay gente que no ve el drama?

Hay microclimas, sobre todo en Capital Federal. La gente mira la problemática de las cuatro cuadras a la redonda. Hay una realidad de un país que sigue empobrecido mayoritariamente. Todo eso sigue pasando en un país donde entra la guita a chorros, es terrible. No es el país de Alfonsín donde no entraba nada. Desde hace diez años, llega mucha guita.

¿Y el 7D qué va a pasar?

Si me manejo por lo que leo, como dice el Grupo Clarín, no debería pasar nada complicado. Pero el gobierno ha tensado la situación a tal nivel que no puede no pasar nada. No se puede volver atrás. No sé qué va a pasar. La verdad cuesta entender el nivel de locura que hay con esta cuestión desde hace años. Esto desemboca en el 7D, que, aclaremos, es terminología militar.

¿A qué llamás locura?

En el fondo, lo que me parece una locura y algo que no pensaba que iba a volver a vivir a esta edad es la división que han hecho. Yo no acepto dos bandos. Es como la teoría de los dos demonios, hay un estado que avasalla derechos, que se pone violento. Si aparece una banda o célula delictiva, la ley debe buscarla. Sin embargo, han creado una fisura que llega a niveles increíbles. No termina con este gobierno. Habrá otro presidente, pero la fisura no se cicatriza por muchas generaciones, esto queda. Hasta hace unos años, uno podía decir que Grondona, Verbitsky y Víctor Hugo (Morales) estaban en el mismo barco. Incluso Magdalena (Ruíz Guiñazú). Durante el menemismo había un conflicto común: un gobierno que estaba llevando adelante políticas muy cuestionables, corrupto y todo un arco mediático estaba unido frente a eso y había superado viejas antinomias. Hoy hay un océano en el medio. Y parece que de eso no se vuelve más. Eso es un paso atrás y es responsabilidad del gobierno.

Volvamos a tu familia, ¿cuándo Merlina se enfermó hacía mucho que se habían separado?

En 2005 y ella falleció en 2010. Cuando se enfermó, yo sabía que quedaba poco tiempo, tenía que resolver. Mucha gente me ayudó y entonces paré para dejar que todo se acomodara. Finalmente resolví el tema de una manera inteligente: mi hijo menor vive conmigo y a mi hijo mayor le alquilé un departamento en el piso de abajo. El tipo tiene su independencia, pero está conmigo. El otro se quedó en casa. Las cosas fluyen, se van acomodando.

¿Cómo se construye una pareja?

Con sabiduría. Con inteligencia. Se trata de saber frenar a tiempo, no hacer las cosas que uno no quiere hacer, respetar al otro como es. Un error más que habitual es querer cambiar al otro. Una de las claves de la pareja es aceptar al otro como es. Se trata de respetar los espacios y tiempos del otro, las necesidades. Es difícil. Pude no haberlo hecho cuando tenía 28 y me casé. Las relaciones tienen una matriz y después es difícil salir de esa matriz. Hay que cuidar el vínculo. Antes de llegar al abismo hay que saber frenar. 

Y con Viviana, ¿cuál de los dos es el que frena?

Yo. Ella tiene una polenta muy particular y si no le marcás dónde parar, tiene una habilidad tremenda para ir por la cornisa. Nosotros tuvimos una relación absolutamente "clandestina", estábamos juntos sin que nadie lo supiera, no salíamos a la calle, estábamos en su casa o en la mía. Los dos ya estábamos separados. Jamás pensamos que iba a pasar a otro nivel la relación. Y un día ella me dijo algo que no me gustó y aceleró. Y le dije: "¿Sabés qué? Fue un placer". Y me fui, convencido de que se había terminado. Caminé cuatro cuadras y me llamó para putearme. Me di la vuelta y volví. Entendí que me estaba puteando porque le dolía y si le dolía, le importaba. Le toqué el timbre y le dije: "Estoy en la puerta, ¿me abrís o me voy?". Abrió en el acto y ahí empezó la relación.

Los varones no suelen interpretar un enojo como un acto de amor.

Es verdad eso. Cuando subí al departamento no había nada más que decir. A partir de ahí la relación fue relación. Cada uno por su lado supo que estaba frente a algo fuerte.

¿Estás hablando de peleas de dos personas temperamentales?

Sí. No hubo ninguna crisis compleja pero hubo chispas con mini explosiones que daban para irse. Sin embargo, hay algo fuerte que nos une. Es una relación de acero. Un día le dije: "Si vos querés, tenemos un hijo".

¿Ella quería?

No. En principio no había pensado en hijos en su vida. Hablamos muchas veces del tema. No es que ella no quería, no lo tenía en sus planes. Y yo lo tenía resuelto. Le dije que teníamos que tener un hijo. Lo pensó varios meses y un día me dijo que sí.

No sabemos dónde va a vivir el niño.

No sabemos. ¿Qué apuro hay? No está claro. Puede ser que nos mudemos todos juntos. Es una movida fuerte. Por ahora nadie le reclama nada a nadie. Vamos manteniendo cierto equilibrio.

Debe ser muy atractiva una mujer con tanta autonomía.

Sí. Fundamental. Es clave que las dos personas tengan autonomía en una pareja. Que los dos estén realizados en sus cosas, sus proyectos. Pero no siempre toca así.

¿Estás feliz?

Estoy bien, soy un tipo feliz. Voy a un mercado antiguo del barrio. Básicamente soy ama de casa, además de escribir y demás. Pongo la ropa en el lavarropas, la cuelgo, preparo la comida cuando no viene la señora. Hago la cama todos los días. La mía y la de mi hijo. Lavo los platos, cocino, voy al colegio. Cuando estaba casado con mi ex, siempre colaboré, compartíamos las tareas. No lo concibo de otra manera. Yo voy y me hago el desayuno. Igual tengo alguien que me ayuda.

¿Cómo fue el día en que te le apareciste a Viviana con las alianzas?

Era su cumpleaños, a los seis meses de estar juntos. No sabía qué regalarle. Ella siempre me preguntaba cuándo nos casábamos y yo le decía que cuando ella quisiera. Y un día le dije que nos casáramos el día de su cumple. Entonces decidí hacer los anillos para ese día. Reservé una suite en un hotel. Ella es muy pública, ese día hacía radio, fueron personas a saludarla y después fue a la tele. No es una vida común. Yo esperaba con los anillitos. En medio de todo ese lío, le cae una ex pareja a su casa para proponerle casamiento con los anillos. Cuando a la noche la pasé a buscar, ella estaba alterada. ¿Qué hice yo? No le iba a dar el gusto de rebotar a dos tipos en el mismo día. No dije nada ni le di nada. Ella estaba angustiada, la situación había sido fea. Comimos y nos quedamos en el hotel. Me quedé con los anillos en el bolsillo durante siete días hasta que se armó una discusión. Y ella dijo: "Basta, ¿qué querés de mí?". Y yo saqué los anillos del bolsillo. Fue perfecto. Yo estaba esperando la frase y ella me dio el pase de Riquelme. Ella es intensa. O venía el pie o me guardaba el secreto for ever.