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Axel habla por primera vez de su paternidad

"En el parto de mi hija, yo corté el cordón umbilical"

Después de girar por América Latina, va por su cuarto Luna Park con el tour que finaliza en Santiago del Estero. En una charla íntima, revela cómo conoció a su mujer, Delfina, y cómo fue el día en que Agueda, su beba que ya tiene un año y 8 meses, llegó al mundo.

Consagrado como uno de los máximos artistas pop argentinos y con más de un millón de discos vendidos, Axel (34) no para un segundo: el 4, 5 y 6 de noviembre llenó el Luna Park, y ahora se prepara para un cuarto concierto, el sábado 26, también con entradas agotadas.
Con su tour ya recorrió las ciudades más importantes de la Argentina y finalizara el 10 de diciembre en Santiago del Estero. "La gente me recibe con mucho cariño. El disco "Un nuevo sol" salió en agosto, y a partir de ahí salí a girar por América: México, Chile, Colombia, Venezuela, Panamá, Costa Rica. ´Te voy a amar´ está entre las diez canciones más escuchadas de México, y dentro de las cinco baladas más escuchadas del continente. Lo tomo, como todo en mi vida, con total naturalidad. No me siento una estrella, aunque en cualquier aeropuerto tenga 200 personas esperándome con carteles con mucha energía", reconoce Axel.

-Y pensar que todo arrancó con clases de piano con una monja filipina.
-¡Tal cual! Cerca de mi casa había un convento, donde mi mama hizo el colegio, y mis papas me mandaron a estudiar piano cuando notaron mi inquietud musical. Iba dos veces por semana, me enseñab una monja que hablaba un español atrasadísimo, y que me marcaba los errores con una campanita. ¡como las que usan los conserjes de los hoteles! Era recta, pero aprendí mucho. Fueron 3 años muy divertidos.

-¿El destino estaba marcado o podrías haber sido otra cosa?
-¡Yo que sé! Me gustaban mucho los deportes, pero la música fue más fuerte. Me encantaba el fútbol, pero por papá tomé clases de tenis. En los actos de fin de curso de la escuela, siempre era el que tocaba una canción folklórica o clásica, y cuando noté que eso me diferenciaba del resto, me localicé aún más. Cuando me iba de vacaciones, necesitaba una guitarra o un piano. De grande, seguí estudiando y se me dio la oportunidad de tocar en bares, en la calle.

-¿Tocaste en la calle?
-Si. En la costa atlántica, en las peatonales. Si no me iba de vacaciones con mis abuelos a Villa Gesell y me sentaba en una esquina a tocar. A veces, ni ponía la gorra, lo hacía porque me fascinaba. Paraban cinco o diez personas y yo era feliz. Eso fue en la época del secundario.

-¿De quién sos fan?
-De Los Beatles, y tuve la posibilidad de conocerlo a Paul McCartney cuando tocó en River. Fui a su camarín, charlé con él, me saqué una foto, le di mi DVD. Fue un momento grosso, Paul me dio la mano, y durante un tiempo no le di más la mano derecha a nadie. Lo empecé a hacer como un chiste y después se me hizo un hábito que duró como seis meses. Me Cartney me hizo un chiste: cuando le di el DVD, me dijo "Ey, Axel, I know you!", pero no creo que me haya conocido; para mí lo hizo para quedar bien. Eso habla excelente de él, porque tiene la humildad de los grandes.

-Le cantás al amor. ¿Sos romántico en lo cotidiano?
-Soy un romántico de barrio, atorrante. Si tengo que ser atento con una mujer, sé cómo entrarle y qué hacer. Me gusta sacarle una sonrisa a la gente, y sé cómo congraciarme para que el otro se sienta bien. Tener mucha memoria me ayuda muchísimo, y también saber qué necesita la otra persona. Le puedo llevar un ramo de mil rosas a mi mujer pero si no era lo que ella quería, no soy un romántico sino un pesado o un meloso. Le escribo canciones de amor, con una filosofía de vida pop.

-¿Cómo es la filosofía pop?
-Tanto el pop como el rock, además de estilos musicales, son filosofías de vida. Si bien tengo alma de rocker porque en los recitales corro, salto, voy abajo del escenario, sigo siendo pop. Soy un tipo espiritual, y me preocupo por el desarrollo, la evolución y el crecimiento de mi espíritu. No podría ser un simple turista en la vida, sin involucrarme en nada profundo. Busco qué hay más allá, qué pasa en el alma, por qué la mente funciona de tal manera. Siempre fui de buscar y encontrar caminos y maestros, que me enseñan todo el tiempo. Viajo por el mundo, conozco gente, abro mi cabeza, eso me hace crecer.

-¿Tus maestros son filósofos?
-Maestros de todo tipo: puede ser un niño de cinco años que me enseña, gente con mucho estudio, o personas retiradas hace 20 años de la sociedad, que me pueden guiar en un monasterio. Me puedo ir una semana a la montaña y aprender de un maestro sobre filosofía, cuestiones de la vida, naturaleza, el cosmos, las estrellas.

-¿Dónde vivís?
-La mitad del tiempo en Adrogué, y la otra mitad en Traslasierra, Córdoba, en una casa en la montaña. Ahí me desenchufo del Matrix y me conecto con la realidad de la vida, con el ser divino, la tierra. Lo que uno ve en la ciudad es un Matrix virtual, la verdad pasa por otro lado. Me gustan las casas minimalistas, claras, luminosas, el contacto con la tierra.

Axel Witteveen, tal su verdadero nombre, está en pareja con Delfina Lauría, con quien tuvo a su primogénita, Agueda. Aunque el artista no suele hablar abiertamente de su intimidad, le confesó a Pronto su historia de amor. "A Delfi la conozco hace 9 años porque es la hermana de Fede, mi manager. Nunca tuvimos mucha relación, era sólo un hola y chau, hasta que en 2007 empezamos a hablar más seguido. Yo estaba en México, y chateaba con todo el mundo para sentirme más cerca de la Argentina. Ahí se cruzó Delfina, me pareció re buena persona, nos pasamos los teléfonos, ¡pero el problema era después contárselo a Fede!", revela el cantante.

-¿Y qué pasó?
-Se lo conté, pero no le gustó nada, ¡lógico! Con el tiempo, cuando vio que yo no estaba jodiendo, lo aceptó. Por suerte, está todo bien con mi mujer, ¡y con su hermano también!

-¿Tus fans la celan?
-¿Sabés que no? Ellas me quieren, y saben que yo soy de todas porque el amor que les tengo a mis fans es inquebrantable e infinito. Desde el momento en que quedó embarazada Delfina, muchos me recomendaron no contarlo por miedo a la reacción de mis seguidoras. A Agueda la mandó el Universo, llegó en el momento exacto, perfecto. Justo estaba terminando un disco, e iba a tener un año y medio para componer y disfrutar del embarazo.

-¿Es cierto que le cortaste el cordón umbilical?
-Sí. Presencié el parto, agarré a la beba, corté el cordón y la llevé a darse su primer baño. Le puse una canción con piano que le compuse para darle la bienvenida al mundo, prendí velas en la sala de parto, fue mágico.

-¿En qué te cambió la paternidad?
-En todo. Mis amigos de toda la vida me llaman "El loco" o "Loquillo", porque soy un tiro al aire y muy revoltoso, pero cuando empecé a crecer me fui disciplinando. La llegada de mi hija me hizo asentar muchas cosas, que tenía un poco descolgadas. Tengo sentimiento de conciencia y responsabilidad, porque tengo que educar a una persona y formarla. Si bien mi hija viene con muchas cosas propias, tenemos que ir moldeándola de la mejor manera. Su nacimiento potenció mi sensibilidad y despertó una manera de amar que no conocía. Antes creía que había amado profundamente y llorado todo por amor, pero de repente se activó un nuevo chip que me sacudió. "¡Apa! El amor tiene dimensiones que desconocía", me dije.

-¿Ella es el centro?
-Absolutamente. Sin dejar de importarme a mí mismo, pasé a ser secundario en mi vida porque la prioridad es mi hija y nadie más. Agueda tiene un año y 8 meses. Y si hace dos años me preguntabas qué era lo más importante en mi vida, te respondía mi carrera, mis amigos, mi familia. Hoy, es mi hija y no tengo ninguna duda.

-¿Qué tipo de papá sos?
-Uno va aprendiendo sobre la marcha porque no se estudia en ningún lado. Busco repetir ejemplos buenos que he visto, y no repetir otras cosas. Aplico también lo que leí e incorporé a lo lago de mi vida. Hace más de una década soy vegetariano, y mi hija lo es también. Creo que es lo mejor para ella, pero cuando tenga 12 años y me pida comer carne, la escucharé y tendrá libertad absoluta. Igual, eso todavía no es problema porque sigue tomando la teta.

-¿Te cuesta irte de gira y dejarla?
-Sí, pero está bueno eso del desapego. No quiero que me hija me extrañe. Si estoy en México, la veo por Skype y hablamos, ¡porque no sabés lo que charla esa niña! Nunca le pregunto si me extraña; no quiero que ella me extrañe. El amor es libertad, y le enseño a ser desapegada.

-¿Por qué decidieron llamarla Agueda?
-Mi abuela, Memé, se llamaba Agueda. Aunque mi novia no la conoció a mi abuela, le gustaba su nombre. Siempre le dije a Delfina que ella iba a ser la encargada de elegir el nombre porque para mí es la madre quien debe hacerlo. Durante la gestación, el bebé y la mamá son uno, y tienen un vínculo sumamente íntimo, del que no participa el padre. A mí me encantaba la idea de que se llame Agueda, pero no dije nada. Un día, Delfi tuvo un sueño en el que llamaba a nuestra hija "Agy", apócope de Agueda. Empezamos a averiguar, y el nombre significa la virtuosa, honesta, derecha. Ahí lo definimos.

-¿Vas por el varón?
-Ahora que tengo una nena, me encantan, así que lo que venga va a estar bien. Al menos un hijo más quiero, pero no ya.