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Accidentes que no son tales

La negligencia de los automovilistas en las rutas nacionales, con trágicas consecuencias, debe ser sancionada ejemplarmente.

Semanas atrás, un ómnibus con pasajeros que circulaba a 130 kilómetros por hora por la ruta nacional 9 ocasionó un accidente con el trágico saldo de un muerto y varios contusos y heridos. Tal como quedó documentado en un testimonio fílmico que registraron tres jóvenes que viajaban en otro vehículo por la misma autovía, el ómnibus venía violando las velocidades máximas establecidas y, por este motivo, ellos mismos denunciaron el hecho y advirtieron sobre el peligro en la estación de peaje y en un puesto de Gendarmería Nacional.

Lamentablemente, nada se hizo al respecto y minutos después, el ómnibus se "accidentaba" -recordemos que lo que se puede evitar no debería considerarse "accidente"-, con el resultado conocido, que coincide con el índice estadístico, según el cual un 53 por ciento de los accidentes ocurre en rutas nacionales.

El ministro del Interior, Florencio Randazzo, distinguió a los tres jóvenes por esta acción y destacó que el compromiso manifestado es el que se requiere de toda la población para reducir las tasas de siniestralidad vial.

También en estos días, la Cámara Penal de Apelaciones de Vera, provincia de Santa Fe, revocó el fallo de primera instancia que había absuelto por falta de suficientes pruebas al chofer que conducía el ómnibus en el que fallecieron nueve alumnos, una docente del colegio porteño Ecos, el chofer del camión con el que chocaron y su acompañante, el 8 de octubre de 2006, en la ruta provincial 11. El fallo expresó que el chofer "actuó con imprudencia o negligencia" al momento de ocurrir el hecho, ya que podría haber bajado la velocidad o buscado la banquina.

Si, como se estima, este año se incorporarán 700.000 vehículos cero kilómetro al mercado interno, y cerca de 600.000 motos y ciclomotores, es imperioso el compromiso de todos los actores involucrados para mejorar la seguridad vial. Resulta lamentable que la Argentina ocupe el tercer lugar con 1310 muertes por accidente por millón de vehículos, detrás de China (2033) y Rumania (1414), con un saldo promedio de 22 personas por día que pierden la vida, cifra que no contabiliza a quienes fallecen pasadas las 24 horas o más, o a quienes afrontan terribles secuelas.

La invasión de carril y el exceso de velocidad son los móviles que más se repiten en los accidentes de tránsito. La red vial en la Argentina alcanza actualmente los 239.677 kilómetros de extensión y es bien sabido que el deplorable estado de muchas rutas es también el origen de un altísimo porcentaje de los siniestros.

Sin embargo, es importante señalar que los esfuerzos también dan sus frutos: entre el 23 de diciembre de 2010 y el 1° de enero del actual, se produjeron 60 muertes menos en accidentes de tránsito de las que estaban previstas; fueron menos los que manejaron alcoholizados, y fueron más también los que no se excedieron en la velocidad y los que usaron cinturón de seguridad.

Desde estas columnas, aplaudimos que se sancione ejemplarmente a quien no cumple la ley como forma de prevenir nuevos hechos de tránsito con resultados luctuosos. También es deseable que nuestros legisladores modifiquen el Código Penal aumentando las penas, para que los delitos derivados de hechos de tránsito con consecuencias graves o fatales, tengan su justo castigo y que esto persuada a los conductores de respetar las normas de tránsito.

Se debe promover el compromiso de todos y cada uno de los ciudadanos, sean ellos conductores, peatones, motociclistas, en este esfuerzo por reducir la siniestralidad. Si quien denuncia es debidamente escuchado y quien infringe las normas, debidamente castigado, estaremos más cerca de considerar a la seguridad vial como una política de Estado, a partir de la cual se eduque en todos los niveles, se controle debidamente a conductores y vehículos, y se creen políticas de prevención adecuadas.