10 obras de arte que son pura basura
¿Cuántas veces has escuchado la frase "nada se pierde, todo se transforma"? Aquí, diez artistas llevan la idea al extremo y convierten objetos ordinarios en cosas extraordinarias.
Esta vez reunimos una decena de obras de bricolage extremo, y no las seleccionamos sólo por que parecen estúpidas, graciosas o geniales: las escogimos porque nos ayudan a pensar en la relatividad de los objetos. Dicho de otro modo: en todas esas cosas que nos resultan indiferentes y que –bien aprovechadas– pueden convertirse en cotizadas obras de arte. No es un talento al alcance de cualquiera, hace falta que se cumplan por lo menos dos de tres cualidades: inspiración, ingenio y sudor.
Gran ejemplo de esta idea ofrece el artista Inamura Yoneiji. El hombre un buen día se iluminó e invirtió seis años de su vida a concretar su idea: erigir una efigie del Buda. Se dirá que Budas hay muchos, pero este tiene una peculiaridad: armó la escultura con los cuerpos de 20 mil escarabajos muertos.
Otro artista obsesivo es Robert Bradford. Cierto día, vio con otros ojos los juguetes de plástico olvidados de sus hijos. En 2002 comenzó a coleccionarlos con un propósito mayor: poner en pie a sus primeras esculturas, a las que fue incorporando otros objetos de plástico colorinche como peines, botones, cepillos y envases. Algunas suman hasta 3.000 juguetes.
La idea del artista Stuart Murdoch vino con sponsor cantado: recicló latas de gaseosa para crear una réplica del puente colgante de Clifton, Inglaterra. Para su obra el artista consiguió inmediatamente el auspicio de la marca de gaseosas más importante del mundo.
La norma es el uso de objetos cotidianos. El artista indio Subodh Gupta, por ejemplo, armó una calavera gigante con utensilios de cocina. Y Michael Roberts es experto en hacer obras de arte con forma de vaca. El año pasado recicló 2.000 relojes y pilas para crear sus esculturas. La artista coreana Jean Shin creó Sound Wave, una montaña de discos de vinilo derretidos que alude a las oleadas de transformaciones de los soportes de información. Y la artista Nick Sayers creó una obra llamada "To Live", un refugio creado a partir de desechos de carteles inmobiliarios. Anthony Haywood, por su parte, usó todos los residuos domésticos para construir un elefante a transistores.
Otros artistas hacen considerables esfuerzos para hacer tomar consciencia de la degradación ambiental. Paul Bonomini fue el impulsor de "The Wee Man", un robot de 7 metros de altura y 3 toneladas de peso expuesto en The Eden Project, un complejo dedicado a promover el cuidado de la Tierra en Cornwall, al sur de Inglaterra. Fue construido con despojos de componentes electrónicos y electrodomésticos inservibles. Chris Jordan, por su parte, plasmó en tres paneles una espeluznante obra de arte realizada con 2,4 millones de piezas de plástico, que es la misma cantidad de plástico que echamos en los océanos del mundo cada hora. ¿Por qué decimos que es una obra de arte espeluznante? Todos los plásticos con los que fue compuesta la imagen fueron recogidos del Océano Pacífico.
La metáfora es directa: la basura es una cosa monstruosa.