Como no podía ser de otra forma y a medida que se acerca el final del juicio, con la consecuente e inexorable condena a los homicidas, aparecen voces anónimas que claman por clemencia para el grupo de jóvenes asesinos que mataron a Fernando Báez Sosa.
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opinion
Pasaron casi tres años desde la fatídica noche en la que ocurrió un trágico episodio de violencia, de esos que vemos todos los días. A la salida del boliche Le Brique de Villa Gesell, un grupo de rugbiers golpeó salvajemente en el piso al joven Fernando Báez Sosa y sus amigos. La peor parte fue para Fernando, que murió en la puerta del local después de la inexplicable golpiza.
Pasan los días y Lucas Escalante no aparece. Las sospechas son varias ¿Certezas? Hay una banda muy poderosa y policías implicados. Hay dos detenidos acusados de ser los autores de la muerte de Lautaro Morello, quien fue salvajemente torturado antes de ser ultimado.
Lucas Escalante, 26 años y Lautaro Morello, de 18, desaparecieron sin dejar rastros cuando salieron a festejar el triunfo de la selección Argentina contra Países Bajos. Días después, el BMW de Escalante apareció quemado. El jueves hallaron un cadáver calcinado: era Lautaro. A partir de ahí, surge una trama escalofriante.
La resolución tan esperada por muchos no dice mucho más de lo que ya habíamos adelantado: no hay banda, ni jefatura. Solo se defraudó al Estado con algunas obras que se investigaron muy por arriba.
Se hizo justicia. El acusado es inocente del homicidio y esto le pone fin a la historia de un crimen que aun hoy conmueve al público.
El viernes por la madrugada se reportó una pelea entre un abogado “gay” y su ocasional novio, que terminó con ambos sujetos mal heridos. Se informó que había habido una disputa. Sin embargo, nada de esto pasó.
Era buscada desde hacía 10 días. Tenía 42 años y era madre de cuatro hijos de los cuales jamás se ocupaba. Salió de su casa de Villa Trujui, en Moreno, y dijo “ya vuelvo”. Eso nunca ocurrió. Pasaban los días y no había señales de ella. Apareció muerta a la vera del arroyo Reconquista. Quemada. Fue ultimada a cuchilladas y presentaba fuertes golpes en la cabeza. Además, se presume que fue abusada.
Parece que Nahir ha crecido. No es para menos, es la mujer más joven en recibir una condena a prisión perpetua por matar a su novio de 20 años. Algunas fuentes cercanas a la joven indicaban que tenía serias diferencias personales y humanas con su ex codefensora la Dra. Raquel Hermida Leyenda.
De un lado del mostrador, un profesional ingeniero de 54 años “experto en armas” y amante de la caza, de lo cual se ufanaba en sus redes sociales. Buen vecino, padre de dos varones y con domicilio en Barrio Norte. Del otro lado, el malviviente. Ulises Camacho, de 19 años. Sin profesión ni destino. Arruinado por las drogas.En el medio, un final que divide otra vez a la gente, como ya pasara con el célebre Ingeniero Santos. La mesa está servida.